2ª Escuela de Marxismo

Cuando Einstein coincidió con Lenin

Los dí­as 11 y 12 de marzo se celebraró en más de veinte ciudades la Segunda Escuela de Marxismo que Unificación Comunista de España organiza para preparar su III Congreso. No será un debate interno y cerrado, sino abierto a la participación de todos los revolucionarios que también aspiran a a una transformación social y polí­tica del mundo. Vamos a abordar una cuestión crucial y que genera una abierta polémica en el seno de la izquierda. Las ideas dominantes actualmente en la izquierda nos dicen que es imposible desarrollar una «ciencia social» en un mundo «tan complejo y cambiante como el actual». Y acusan al marxismo de «dogmático» y «arrogante» por pretender construir un «socialismo cientí­fico». Aunque pueda parecer sorprendente, para estudiar este tema no vamos a arrancar de textos marxistas, sino de los hallazgos y posiciones de Albert Einstein, sin duda el fí­sico más popular de a historia. Todos nos hemos enterado de la detección de ondas gravitacionales, convertido por los grandes medios en un fenómeno de masas. Fue Albert Einstein quien predijo su existencia en la Teorí­a de la Relatividad… hace exactamente cien años. Para ello no le hizo falta realizar ni un solo experimento. Sin Einstein y su Teorí­a de la Relatividad jamás se habrí­an detectado las ondas gravitacionales, ni siquiera serí­amos conscientes de su existencia. Si prescindiéramos de la teorí­a de la fí­sica, desde Newton a Einstein, serí­amos incapaces de comprender lo que sucede en el universo. Y seguirí­amos pensando que es el Sol el que gira alrededor de la Tierra. Lo mismo sucede con el estudio de las sociedades humanas. Si renunciamos a su conocimiento cientí­fico jamás podremos comprenderlas ni transformarlas. Pero además vamos a comprobar como en el terreno filosófico existen importantes coincidencias en las posiciones que tanto Einstein como Lenin desplegaron contra el empirismo burgués.

¿Qué es ciencia? ¿Y que no es ciencia?Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua, ciencia es “un conjunto de conocimientos obtenidos mediante la observación y el razonamiento, sistemáticamente estructurados y de los que se deducen principios y leyes generales”.

Esta es la concepción dominante, según la cual cualquier síntesis más o menos ordenada y sistematizada de conocimientos empíricos, que sea capaz de establecer reglas generales, puede convertirse en ciencia.

Así, para nuestras universidades existen unas “ciencias de la educación” y otras “ciencias de la meteorología”. Y quienes desde la izquierda niegan al materialismo histórico su carácter científico defienden al mismo tiempo la existencia de unas “ciencias políticas” diferentes de las “ciencias sociales” .» Sin teoría revolucionaria no hay práctica revolucionaria. Sin teoría científica no hay práctica científica»

Todo es ciencia… Es decir, nada es ciencia.

La ciencia no es la descripción precisa de los fenómenos que ocurren en la realidad ni tampoco la síntesis de los conocimientos adquiridos por la experimentación. La ciencia es un cuerpo teórico ordenado y jerarquizado, formado por conceptos y leyes de carácter universal que permiten el conocimiento de las leyes objetivas que rigen un proceso particular de la materia.

Esta posición determina a la ciencia, permite o impide la posibilidad del conocimiento científico.

Es el propio Einstein quien nos ilustra sobre qué es y qué no es ciencia. Refiriéndose a la teoría newtoniana de la gravitación universal, declarará que “una colección de hechos empíricos, por muy abundante que sea, no puede conducir a ella”. Remarcando que “se necesita crear conceptos alejados de la experiencia inmediata si se aspira a una mayor comprensión de la naturaleza”.

La aportación científica de Marx no está en haber analizado la sociedad capitalista, basándose en el capitalismo inglés del siglo XIX, cuyas conclusiones ya no servirían para explicar la complejidad del capitalismo del siglo XXI. Lo que hace Marx es desentrañar las leyes que rigen la sucesión de los modos de producción, y en particular del modo de producción capitalista.

Este carácter científico proporciona al marxismo (como hemos visto en el ejemplo de Einstein en la física) también una formidable capacidad de predicción. Para comprender la actual crisis capitalista, ha sido necesario estudiar las leyes que Marx estableció hace 150 años.

La sociedad no se puede conocer, porque sobre todo no se debe transformarTodos los ataques contra el marxismo se centran siempre en negar su carácter científico. Y no es casual. Al negar al marxismo su carácter científico, y reducirlo a un simple método donde puedes coger una parte y despreciar otra, se persigue el objetivo de borrar los objetivos revolucionarios que establece.

La ciencia es revolucionaria, permite comprender y transformar la realidad. Por eso el proletariado, como clase revolucionaria, necesita desarrollar una ciencia de la historia, el materialismo histórico. Y por ello la burguesía exige negarlo: la sociedad no se puede conocer, porque sobre todo no se debe transformar.

Al negar la posibilidad siquiera de pensar en una “ciencia social”, las ideas dominantes hoy entre muchos revolucionarios nos proponen una regresión histórica. Comparable a si un físico propusiera no ya olvidarse de Einstein sino también renunciar a Newton, retornando a la ignorancia de considerar a la Tierra el centro del universo.

Einstein y Lenin contra el empirismoEinstein afirmará que “en Lenin admiro al hombre que ha puesto en juego todo su poder, con una completa negación de su persona, para la realización de la justicia social. Su método no me parece oportuno. Pero es cierto que hombres como él son centinelas y renovadores de la conciencia de la humanidad”.

Pero entre Einstein y Lenin hay además un hilo que los une, el de un feroz combate al empirismo burgués.En “Materialismo y empirocriticismo”, Lenin sintetiza los ataques de los idealistas que ya entonces acusaban al marxismo de “dogmático”:“Los materialistas, se nos dice, reconocen algo que es impensable e incognoscible: la «cosa en sí», la materia «fuera de la experiencia», fuera de nuestro conocimiento. Caen en un verdadero misticismo, admitiendo que hay algo existente más allá, algo que trasciende los límites de la «experiencia» y del conocimiento (…) tras los datos directos de los sentidos admiten algo más, un fetiche, un «ídolo», un absoluto, una fuente de «metafísica», un «alter ego» de la religión («la sagrada materia», como dice Basárov)”.

Einstein coincidirá sorprendentemente con Lenin en los argumentos empleados contra Ernest Mach, cabeza de los “machistas”, la principal escuela empírica: “la debilidad de Mach está en que tiende a creer que la ciencia consiste en la mera ordenación del material empírico (…) La teoría de la relatividad era según él inadmisiblemente especulativa. No sabía que ese carácter especulativo también se encuentra en la mecánica newtoniana y en cualquier teoría que el pensamiento pueda desarrollar”.

Este combate contra el empirismo es inseparable de las enormes aportaciones de Einstein al pensamiento científico.Todavía a principios del siglo XX los “machistas” afirmaban que defender la existencia del átomo era “un delirio dogmático”, “una inconcebible especulación”, puesto que no existía ninguna evidencia empírica de su existencia. Tan feroces eran las críticas que uno de los físicos que más contribuyó a la difusión de la teoría atómica, L. Boltzman, acabó suicidándose incapaz de afrontar el desprecio de sus colegas.

Einstein toma ese combate en sus manos, y precisamente basándose en las ecuaciones desarrolladas por Boltzam, demuestra más allá de toda duda la existencia del átomo en su artículo sobre el movimiento browniano. Es cuando Einstein demuestra teóricamente la existencia del átomo, que los físicos experimentales empiezan a descubrir evidencias empíricas de su existencia.

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