Obama escuchó a los doce presidentes con atención, tomó notas y luego hizo un comentario sobre lo que habían dicho. Los diplomáticos Latinoamericanos no recordaban un antecedente de un presidente norteamericano tomándose ese trabajo.
El residente venezolano, Hugo Chávez, no sólo se dijo convencido de que las golpeadas relaciones bilaterales entre Caracas y Washington mejorarán, sino que anunció que ya designó como su nuevo embajador en Estados Unidos a Roy Chaderton, diplomático de larga carrera, abogado de 67 años y actual representante de esta nación ante la Organización de Estados Americanos (OEA). Chaderton ya ha sido canciller y embajador en Colombia, Francia y México.Esto ocurrió después de que, en la mañana, Chávez regaló a Obama el libroLas venas abiertas de América Latina, que detalla la historia de dominación y saqueo de las grandes potencias en la región, del escritor uruguayo Eduardo Galeano.El presidente de Ecuador, Rafael Correa, que habla inglés, le explicó que era un libro de un prestigioso escritor uruguayo que revisaba la historia del continente. «Ah, yo pensé que era de él», respondió Obama, en referencia a Chávez. El norteamericano tendrá que buscarse un traductor porque el ejemplar que le regalaron está escrito en español.Chávez dijo esperar el visto bueno de Washington a la designación para conducir una nueva era de relanzamiento político y económico entre los dos países, después de que el cargo ha estado vacante desde septiembre, cuando ordenó retirar la delegación diplomática estadounidense, a la que acusó de intromisión en temas de la política venezolana.El primero en hablar fue Evo Morales y, según comentarían luego integrantes de la comitiva que participaron del encuentro, resultó el expositor más duro. El presidente boliviano relató el último intento de golpe institucional que sufrió, en septiembre pasado, del cual formó parte activa el embajador norteamericano en La Paz, Philip Golberg. Evo resolvió entonces expulsarlo. Según comentó, la embajada de Estados Unidos no dejó de actuar de la misma manera, lo que lo llevó a echar al segundo de la representación diplomática. Morales comentó que veía hablar mucho de cambio pero que él no veía cambios en la política de Estados Unidos hacia Bolivia. Y, concretamente, le pidió a Obama que respondiera si condenaba el intento de magnicidio que Evo asegura haber desbaratado días atrás, cuando la policía boliviana abatió a tres extranjeros en la provincia de Santa Cruz.Obama escuchó a los doce presidentes con atención, tomó notas y luego hizo un comentario sobre lo que habían dicho. Los diplomáticos Latinoamericanos no recordaban un antecedente de un presidente norteamericano tomándose ese trabajo.El norteamericano dio la sensación de no saber muy bien de qué le hablaban. Pero a Morales le respondió algo que repetiría en varias oportunidades en esa reunión y luego en la cumbre en general. Que hacía apenas tres meses que había asumido y que todavía su gestión no había llegado a controlar todos los resortes de la administración. Tampoco que las cosas se podrían modificar de un día para el otro, pero aseguró que en su gestión eso que contaba Evo Morales no volvería a suceder.Evo pidió que se levante el bloqueo a Cuba y que la isla participe de la próxima Cumbre de las Américas, algo que en mayor o menor medida repetirían los doce mandatarios de América del Sur. Hasta el colombiano Álvaro Uribe -a quien se podría considerar más a la derecha de todos los presidentes sudamericanos reclamó el fin del embargo.Obama ratificó lo dicho el viernes en su discurso inaugural, que cambiaría la política que tuvo su país hacia Cuba. Con todo, de nuevo esquivó una definición puntual sobre el bloqueo. Pero en las comitivas sudamericanas habían evaluado positivamente las declaraciones de la secretaria de Estado, Hillary Clinton, que consideró un error las medidas que su país había puesto en práctica respecto a la isla. «Eso sólo justificó la cumbre», definió Cristina Kirchner a propósito de la promesa de Obama sobre Cuba.Lula le recomendó al norteamericano que enviara a Hillary -estaba sentada detrás del presidente- o a algún otro funcionario para que visitara pronto Venezuela y Bolivia, como forma de distender rápidamente las relaciones con los dos países sudamericanos con los que la Casa Blanca había tenido más problemas últimamente. El brasileño también planteó una moción que la presidenta argentina retomó luego con entusiasmo: la inconveniencia de que funcionarios norteamericanos opinaran con liviandad sobre asuntos de los restantes países del continente. «Eso no contribuye a mejorar el clima en la relación en las Américas», subrayó Lula. Luego de los episodios con los fiscales del caso Antonini Wilson y, más recientemente, con el jefe de la CIA, Leon Panetta.Lula, pidió además que se abra un diálogo directo entre La Habana y Washington, y sostuvo que un restablecimiento de las relaciones será la señal importante que marcará el futuro de los vínculos entre Estados Unidos y América Latina.Pero Chávez fue más allá al apuntar que iba a proponer «la travesura» de que la próxima Cumbre de las Américas se efectuara en La Habana, en medio de risas y aplausos de sus homólogos.»Qué bueno que Obama tome nota y responda algunos de los interrogantes que tenemos nosotros», comenzó diciendo Chávez, encantado en esta cumbre con el presidente norteamericano. «Los Estados Unidos deben romper con esa concepción de vernos como el patio trasero.El presidente boliviano, Evo Morales, dijo que halló elementos positivos en el discurso de Obama, aunque advirtió que aún no se nota el cambio con su país. Apuntó: si Obama cumple su palabra, va bien, pero refutó su petición de olvidar el pasado, porque no podemos olvidar nuestra historia, que se debe corregir y acabar con el intervencionismo.