Golpe de estado en Honduras

Crónica de un golpe anunciado

En Honduras se vive el ruido de sables que ha culminado en el golpe de estado perpetrado por el ejercito y el sustento de el aparato judicial y polí­tico, desde que el presidente de la nación Manuel Zelaya, anunciara una consulta popular para el 28 de Junio, para decidir si el pueblo hondureño está de acuerdo con un referéndum para modificar la constitución. Ya el dí­a 17 de junio el presidente Zelaya, sufrió un atentado, cunado viajaba en su coche oficial, fue tiroteado, recibiendo el vehiculo oficial varios impactos de bala.

La consulta que imulsa el presidente Zelaya busca ganar legitimidad para reformar la Constitución. Con la actual legislación sólo el Congreso nacional puede convocar a un referéndum con ese fin y ni siquiera su propio partido apoya la idea. Alejado de sus tradicionales aliados y boicoteados por su propio partido, el mandatario hondureño lanzó una idea alternativa: Apoyarse en el pueblo, llamar a una consulta que demuestre la voluntad popular de reformar la Constitución y presionar al Congreso.Los procesos de reformas constitucionales desarrolladas por los paí­ses del frente antihegemonista en Latinoamérica, están constantemente siendo cuestionado y puesto en tela de juicio. Acusados de romper la convivencia y las reglas de juego democráticas, de instaurar dictaduras. Lo que no nos dicen, es que estas reglas de juego a las que se refieren, fueron impuestas por las oligarquí­as aliadas del imperialismo para garantizar sus proyectos de dominación en Latinoamérica.Lo que sucede hoy dí­a en Honduras, es la misma receta que hemos estado viendo en Ecuador, Bolivia, Venezuela y recientemente en Guatemala. Instigar la división del pueblo fomentar las consignas venenosas a través de los medios de comunicación en manos de la oligarquí­a instando a la desobediencia civil y a los disturbios callejeros, formando grupos de camisas pardas, que no dudan en asesinar manifestantes para culpar el gobierno y si todo esto no funciona el método expeditivo de el golpe de estado militar.El congreso nacional, un hormiguero de corrupción en donde alberga la élite polí­tica y económica de Honduras, ha hecho todo para impedir la encuesta el 28 de junio. La iglesia católica y pastores evangélicos, juristas al servicio de la oligarquí­a local, los empresarios y todos los partidos polí­ticos menos la PUD (Partido de Unificación Democrática) se ha pronunciado en contra a la consulta Urna por ser «ilegal». Hasta el punto que el tribunal supremo, alineado descaradamente en contra de del gobierno, declaro inconstitucional la consulta este mismo miércoles y ordeno confiscar todo el material electoral que estaba en manos del ejercito. La cúpula militar, encargada de llevar la logí­stica de los comicios, se negó ha entregar las urnas y el material, amparándose en la orden del tribunal.Zelaya destituye al general jefe de la cúpula militar y al ministro de defensa, por insubordinación. Pero la Corte Suprema, el Tribunal Supremo Electoral y el Congreso Nacional lo desautorizaron públicamente y ordenaron restituir al general Romeo Vázquez. El mandatario no hizo caso, decidió continuar con la consulta y cientos de soldados salieron a las calles de Tegucigalpa. Rodearon los principales edificios estatales y el aeropuerto. En un acto inédito, el jefe castrense se negó a participar de la elección.El presidente Zelaya ante la negativa de la cúpula militar a entregar el material en un gesto audaz y valiente, salio del palacio presidencial, al grito de «quien tenga auto que me siga» (…) «No dejen que los grupos de poder tomen el control del paí­s», dirigiéndose a el pueblo congregado allí­ en apoyo de el presidente. Montado en un autobús derribo las puertas de la base aérea militar, donde los militares tení­an confiscado todo el material electoral, para impedir que la consulta se realizase. «Venimos a llevarnos el material electoral», avisó el mandatario. No hubo resistencia; se fueron con los autobuses llenos del material electoral y la esperanza de votar el domingo.El viernes después de toda una noche con un golpe de estado en ciernes, lleno de confabulaciones rumores e intrigas, donde los diputados del Congreso de la Nación, se encerraron en sesión extraordinaria con la decisión tomada de destituir al presidente Zelaya y sustituirlo por el presidente del congreso, némesis del Presidente dentro de su partido. En un intento de legitimar el golpe de estado en ciernes patrocinado por la rebelión de la cúpula militar que llevo a los soldados a las calles. El mismo Partido Liberal de Zelaya voto en su contra, solo el único partido de izquierda del congreso Unificación Democrática, que tiene 5 de los 128 escaños del congreso voto a su favor. Según declaraciones de diputados de este partido, el congreso desistió y aún no entienden bien qué sucedió. «Estaban decididos a declarar inhabilitado al presidente, pero recibieron llamadas de no sé quién y desistieron» afirmaron.Lo curioso es que este mismo viernes a última hora una resolución de la OEA, con el apoyo expreso de EE UU aprobó por unanimidad una resolución mediante la cual respaldó la petición del Ejecutivo de Tegucigalpa para defender la institucionalidad y la democracia en el paí­s centroamericano. Asunto curioso tras obvia injerencia e intervención de EE UU y su embajador en Honduras quién alertado de antemano de los hechos abandonó el paí­s, y llamó a los directivos del BM, el FMI y otras instituciones cercanas al gobierno norteamericano, a abandonar el paí­s, con lo que demostraba su contubernio con las fuerzas golpistas. Curioso es también que tras el apoyo expreso de Washington a la resolución de la OEA, empiezan las llamadas telefónicas y de una forma organizada el congreso el ejército y toda la oposición desmantela el golpe de estado en ciernes.El sábado se vivió una jornada tensa con los soldados todaví­a presentes, parecí­a que todo habí­a dado marcha atrás y que el referéndum se iba a celebrar el domingo, bomberos, policí­as, voluntarios de los comités vecinales, indí­genas y miembros de los sindicatos de izquierda se acercaron a la Casa de Gobierno desde temprano para cargar las quince mil urnas y las cajas con las papeletas electorales y situarlas en escuelas, plazas y parques. El gobierno instaló 15 mil urnas, que estaban rodeadas de actividades culturales, recitales y ferias de comidas y artesaní­as. El presidente Manuel Zelaya quiso que la consulta fuera una fiesta popularComo si de un centro de información privilegia da se tratara, sabiendo lo que iba a ocurrir, o más bien ya estaba todo planeado y en marcha. Los partidos de la oposición, la Iglesia Católica y los principales medios de comunicación pronosticaban casi una explosión social. Uno de los diarios más leí­dos, La Prensa, recomendaba a sus lectores quedarse en sus casas, con el auto con el deposito lleno, la frigorí­fico abastecido y dinero en la billetera. «Mañana (por hoy) se desconoce si habrá turbas, por lo que su seguridad puede peligrar», aseguró el matutino.A horas de la consulta popular, el frente opositor lanzó toda la artillerí­a que le quedaba para evitar un triunfo del gobierno. La Iglesia Católica, que vení­a predicando en los sermones contra el «autoritarismo de las autoridades», dejó a un lado las sutilezas y se lanzó de lleno a la campaña electoral. «El cristiano no apoya nada ilegal», aleccionó monseñor Darwin Andino, el obispo auxiliar de Tegucigalpa. Además de la presunta ilegalidad, el miembro del clero hondureño también está muy preocupado por la otra amenaza que se cierne sobre la pequeña nación. «El paí­s no se puede entregar al chavismo ni a nadie», aseguró Andino. Como crónica de un golpe anunciado, se cumplió, de amanecida, antes que la ciudad despertara para realizar la fiesta popular y la consulta. En un movimiento envolvente clásico a muchos otros golpes de estado de infame recuerdo. El ejército, corta el suministro eléctrico, toma los medios de comunicación estatales y comandos estratégicamente coordinados secuestran al presidente y a todo su gabinete. Se emiten órdenes de detención para todos los lideres sindicales y de movimientos populares que apoyaban al presidente.Una vez tomado el control, meten al presidente Zelaya en un avión rumbo a Costa Rica. El Congreso Nacional se encierra para votar con alevosí­a la destitución del presidente, se lee una carta a todas luces falsa en la que Zelaya dimite por el bien del paí­s. En pocas horas instauran otro presidente de facto a la espera que pase el temporal de protestas, instaurando la ley marcial en todo el estado. El nuevo e ilegitimo presidente Micheletti, hasta ese momento presidente del Parlamento, negó que hubiera habido un golpe, afirmó que gobernará como manda la Constitución y anunció un gobierno de unidad nacional. «Lo que hemos hecho aquí­ es un acto democrático. Les aseguro que llevaré adelante un gobierno de conciliación y diálogo nacional», precisó el presidente de facto. Mientras tanto, desde Costa Rica, Zelaya fue claro. «Este secuestro es un retroceso de 50 años a la época de las dictaduras. Yo quiero retornar al paí­s, jamás renuncié y soy el presidente legí­timo de los hondureños. Espero el apoyo de todos los demócratas de la América entera», afirmó.Ayer, a última hora de la tarde, y a pesar del toque de queda impuesto por los militares, miles de hondureños continuaron copando las calles de la capital para reclamar por la restitución de su presidente, al que llaman «el presidente de los pobres». «Queremos que nos entreguen a Mel», se escuchaba ayer entre la multitud. «El pueblo se atrincheró y no acepta lo que está pasando», expresó Amable Hernández, un dirigente social.

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