Indignación popular por el aumento en los recibos de la luz

Crisis: tu pagas y yo cobro

Una auténtica oleada de indignación popular se ha levantado en toda la nación al recibir la facturación que los monopolios eléctricos han pasado al cobro este mes de enero. Diferencias superiores hasta en un 100 y un 200% a la habitual, recibos indescifrables, tarifas desconocidas,… Si en tiempos normales la extorsión y el robo son prácticas habituales de los monopolios, en tiempos de crisis esto no les es aún suficiente. Y no sólo a las compañí­as eléctricas.

Según todos los indicios, la jugada de los monoolios eléctricos ha sido la de no leer los contadores durante el mes de diciembre, haciendo una estimación a la baja del consumo de los hogares, para poder después cargar el consumo real de ese mes, pero a los precios de las nuevas tarifas de 2009, un 5% superiores. Pero ni siquiera esta trampa de baja estofa es capaz de explicar la cuantía de lo cobrado. Y que para hacerse una idea cabal de su volumen, hay que multiplicar por los 20 millones de hogares obligados a depender, en un servicio tan esencial y básico como la electricidad, de alguno de los cuatro monopolios que se reparten el mercado entre ellos. Ante el escándalo desatado, el gobierno ha anunciado rápidamente que va a investigar lo sucedido. Pero poco puede esperarse de los mismos que en los últimos doce meses, desde enero de 2008, han aprobado una subida global del 24,5% en las tarifas de la luz. Y que lo hacen en nombre de un supuesto “déficit tarifario” del que nadie es capaz de explicar el enigma que lo envuelve. Si, como dicen las eléctricas, les cuesta producir el kilowatio de luz más caro que el precio al que lo cobran, ¿de dónde salen los más de 30.000 millones de euros de beneficios (5 billones de las antiguas pesetas) que han obtenido en los últimos 6 años? ¿Nos quieren tomar por tontos? ¿Añadir el escarnio al atraco? Pero las eléctricas no están solas en este empeño de hacernos pagar la factura de sus excesos, para poder seguir manteniendo su cuota de ganancia. Desde julio del pasado año –momento de su máximo precio– el barril de petróleo ha bajado más de un 70%, desde los 145 dólares por barril hasta los actuales 42,94. Mientras que en ese mismo período, el precio de gasolinas y gasóleos sólo se ha reducido en un 30%. ¿A dónde va a parar la diferencia? Es más, desde principios de año el petróleo ha seguido su camino descendente, pero los precios de las gasolinas han subido en las últimas tres semanas entre un 10 y un 30%. ¿Qué explicación tiene esto? Una muy sencilla. El control del mercado por un pequeño grupo de monopolios (4 en la electricidad, tres en las gasolinas) que imponen sus intereses al conjunto de la sociedad, valiéndose de esa posición monopolista, y la connivencia del gobierno, para imponer su yugo, su arbitrariedad y su extorsión sobre todos nosotros.

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