Selección de prensa nacional

Crisis sin diagnóstico

¿Puede este Gobierno aguantar una situación en que la aguda crisis económica empieza a manifestarse también en el terreno social y polí­tico? Esta es la pregunta que con mayor insistencia recorre buena parte de los medios de comunicación españoles. A la evidente incapacidad para gobernar una crisis crecientemente descontrolada se le suman ahora las manifestaciones cada vez más evidentes de malestar social y la creación de una situación polí­tica y parlamentariamente muy compleja.

Con resecto a lo primero, la incapacidad para afrontar la crisis del actual gobierno de Zapatero es algo que ni sus propios medios afines se recatan en afirmar. Con un Solbes sobrepasado y sin iniciativa y un Sebastián más dado a las ocurrencias que a la eficacia, el equipo económico del gobierno se ha convertido, prácticamente, en un cero a la izquierda, en un obstáculo antes que en una alternativa para los grandes poderes económicos del país. Únicamente parece sostenerlo ya su incondicional plegamiento y subordinación a las exigencias de los grandes banqueros. En lo social, la ruptura del diálogo entre los sindicatos y la CEOE parece marcar el preludio de una oleada de movilización sindical. De hecho, y pese a la contumaz resistencia de las cúpulas de UGT y CCOO a una movilización general, es observable en las organizaciones regionales y locales y entre los cuadros intermedios y de base de ambos sindicatos un runrún de descontento y la exigencia de una respuesta masiva al acelerado deterioro de las condiciones de vida del pueblo trabajador. En lo político, los resultados del 1-M dejan a Zapatero en una situación laberíntica. El fracaso en Galicia ha puesto sobre la mesa que la crisis empieza a pasar factura política y electoral. Y, además, que el PP Y Rajoy muestran un sorprendente capacidad de resistencia. Ni los dos meses continuos de escándalos y división interna han conseguido impedir que recupere la mayoría absoluta y movilice a nuevos sectores del electorado. La victoria del PSE en Euskadi, por su parte, si bien da una baza a Zapatero –pero de la que ya veremos cuánto rédito político consigue sacar si no es mínimamente consecuente con al mandato de los votantes de pasar a desmantelar el régimen clientelar–, por la otra lo deja sin aliados parlamentarios, sometido a una constante inestabilidad y a una debilidad que no parecen las condiciones más adecuadas para gobernar una crisis de la profundidad de la actual. Coma acaba su artículo en Estrella Digital, el que fuera subsecretario de Estado de Comercio con el primer gobierno de Felipe González y en la actualidad colaborador de Ciudadanos, Luis de Velasco, “lo que hay ahora y lo que se nos viene encima no lo aguanta este Gobierno”. Opinión. Estrella Digital UNA SITUACIÓN IMPOSIBLE DE AGUANTAR Luis de Velasco (…) La crisis internacional, iniciada en Estados Unidos (…) abarca ya el mundo entero con crecientes repercusiones sociales y políticas. No cabe una recuperación rápida, la "V", y la posibilidad de una recuperación tras un valle de recesión, la "U", parece cada vez más lejana. Aparece en el horizonte la temida "L", caso de Japón que lleva más de una docena de años en esa situación. Incluso, acompañada de otra pesadilla, la deflación frente a la cual la experiencia es nula. Cada informe, cada previsión acerca de la economía mundial es siempre mucho más fúnebre que la anterior, desde los organismos internacionales como la OCDE, el FMI o el Banco Mundial hasta los propios gobiernos (el último, a cargo del primer ministro chino), pasando por economistas desde Krugman (quien ve a Obama muy por detrás de los acontecimientos en la economía de su país), hasta Nouriel Roubini (ver su artículo del pasado día 3 en Forbes.com titulado, significativamente, "El sistema financiero de EEUU es efectivamente insolvente".) Ante esa tormenta seguramente perfecta, aquí seguimos viviendo en la ciudad alegre y confiada. La brutal crisis internacional, ante la cual no se sabe qué hacer, ha caído sobre nuestra propia crisis interna, que es anterior y que responde al agotamiento de un disparatado "modelo" de crecimiento basado en el endeudamiento, el ladrillo y la ausencia de una política económica que hubiese racionalizado algo ese modelo. Una vez reconocida finalmente la crisis, sólo la improvisación, el no saber qué hacer y la carencia de liderazgo creíble es la respuesta. Todo ello, absolutamente insuficiente, cuando vamos camino seguro de los cuatro millones y medio de parados a fin de año, con una baja ya prevista de cerca de un tres por ciento del PIB, resultado de la caída no sólo en el sector de la construcción sino en los sectores industrial y de servicios. Y en lontananza, dificultades crecientes en el sistema financiero con morosidad al alza y problemas no ya sólo de liquidez sino también de solvencia. ¿Puede este Gobierno aguantar esta situación que no solamente es de crisis económica sino también social y política? La respuesta se verá en los meses inmediatos. Se oyen ya voces crecientes que reclaman, como se hizo ya hace algún tiempo en esta columna, la necesidad de un gobierno o acuerdo mucho más amplio que el actual, llámese Gobierno de concentración, transversal, amplio o por simple acuerdo parlamentario. Pero no se trata de reeditar unos nuevos pactos de la Moncloa sólo económicos, es mucho más que eso. Se trata también de la crisis de un modelo de Estado, el de las Autonomías, que es un pesado lastre, como ahora se está demostrando. Son, por ello, imprescindibles reformas a fondo, desde la ley electoral hasta determinados artículos de la Constitución. Seguramente todo esto es pedir demasiado a nuestros dirigentes políticos, dedicados a otras cosas. Pero si el Gobierno Zapatero no está por esa labor, que disuelva el Parlamento, que convoque elecciones y que el electorado decida. Pero algo hay que hacer porque lo que hay ahora y lo que se nos viene encima no lo aguanta este Gobierno ESTRELLA DIGITAL. 11-3-2009 Opinión. La Vanguardia UNA CRISIS SIN DIAGNÓSTICO Lluis Foix El momento más difícil de los malos gobiernos es cuando empiezan a reformarse. Circulan rumores sobre una inminente remodelación del gobierno Zapatero que afectaría muy directamente al vicepresidente Pedro Solbes que ha expresado en público su futuro alivio el día que deje de ser ministro. Solbes es un político con una larga experiencia que fue clave para salir de la crisis de 1993. Más tarde fue comisario europeo y volvió a Madrid con el primer gobierno Zapatero. Se le ve cansado, agobiado y, según me cuentan, desorientado por los erráticos pasos del presidente y por las ideas heterodoxas del ministro de Industria, señor Sebastián. Es cierto que la ignorancia sobre cómo salir de la crisis es universal. La estrategia de muchos líderes, desde Barack Obama a Gordon Brown, es actuar sobre la marcha y, si no obtiene resultados, probar algo nuevo. Rodríguez Zapatero ha practicado esta política desde la última campaña electoral hasta el día de hoy. La desorientación e ignorancia de los gobiernos de todo el mundo se ha trasladado a la opinión pública que no sabe a qué atenerse. No existe diagnóstico sobre la crisis y en consecuencia no tenemos un tratamiento adecuado. Palos de ciego por aquí, medidas improvisadas por allá, millones de euros para salvar el sistema financiero y a continuación otros miles de millones para que el sector industrial pueda salir del pozo en el que se encuentra. Un día nos dice un ministro que las medidas adoptadas son la solución y al día siguiente se nos pinta una crisis que puede prolongarse por todo el 2010. La cuestión está en que no se aportan ni siquiera medicinas rudimentarias porque no estaba previsto que de la abundancia de tantos años pasáramos a la preocupación y miedo globales. Los economistas ofrecen remiendos muy concretos que los políticos se hacen suyos sin pensarlo demasiado. En definitiva, no sabemos el alcance de cuanto está pasando ni tampoco las soluciones que se pueden adoptar. Habrá que bajar al fondo de la crisis y empezar de nuevo partiendo de cero. Hay quien culpa a los medios de comunicación de agrandar la crisis. Puede ser. Pero lo cierto es que los gobiernos no controlan la situación y lo más probable es que en un periodo no muy largo el mapa político occidental sea irreconocible (…) LA VANGUARDIA. 10-3-2009 Editorial. El Periódico LA PLANTILLA DE SEAT TIENE LA PALABRA La plantilla de Seat en la factoría de Martorell va a tener ante sí la enorme responsabilidad de votar en referendo las condiciones laborales especiales que probablemente permitirán la fabricación en la planta catalana del Audi Q3, un nuevo todoterreno urbano. Tanto Seat como Audi pertenecen al grupo Volkswagen, cuyo comité de dirección ha recibido garantías de que habrá importantes ayudas públicas de la Generalitat y del Gobierno español si el proyecto del Q3 se lleva a cabo aquí y no en otra planta de Europa (probablemente, en la de Bratislava, Eslovaquia). La dirección de Volkswagen decidió ayer lanzar la pelota al tejado de los trabajadores, después de que los sindicatos representados en el comité de empresa de Seat –UGT, CCOO y CGT– no se pusieran de acuerdo sobre el sacrificio que los trabajadores tendrán que asumir para que el vehículo de Audi se fabrique en Martorell. La renuncia más importante, y donde radica la discordia, es la congelación salarial de la plantilla para el 2009 y el aumento de la mitad de la inflación del 2010, compensado en parte por unos atrasos que se pagarían en el 2011. Mientras UGT –mayoritaria en Seat– defiende esas condiciones, CCOO y CGT las rechazan, lo que ha llevado a Volkswagen, en un gesto poco presentable, a posponer la decisión hasta que el conjunto de la plantilla esté de acuerdo, algo que previsiblemente se sustanciará en un referendo que debería celebrarse en los próximos días. No nos corresponde a nosotros tomar partido por uno u otro sindicato. Es más, pensamos que las dos grandes centrales han tenido un comportamiento ejemplar en los últimos años por su rigor y capacidad de diálogo. Sin embargo, entendemos que en este caso una falta de acuerdo por el punto de la congelación salarial –en un año en el que la inflación es muy baja– sería perjudicial para los trabajadores de Seat y para el conjunto del sector del metal. Producir 80.000 unidades anuales del Audi Q3 daría trabajo a 1.500 empleados de Seat y a 6.500 de empresas proveedoras. Aunque entendemos que las dinámicas sindicales en las empresas son complejas y que los trabajadores, en general, son los grandes afectados por esta profunda crisis, sería una desgracia dejar pasar esta oportunidad por una leve pérdida de poder adquisitivo de la plantilla. Los tiempos son muy duros y todas las partes implicadas deben mantener la cabeza fría para que los costes sociales sean los menos posibles. EL PERIÓDICO. 11-3-2009

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