Crisis migratoria en Canarias. La vida, lo primero

La llegada masiva de inmigrantes a Canarias a desbordado todas las previsiones y se ha convertido en una auténtica crisis humanitaria. En lo que va de año han llegado a las costas de Canarias unos 18.400 inmigrantes en patera o cayuco, un 1.020% más con respecto al mismo periodo del año pasado, superando incluso el número de personas migrantes, 16.000 aproximadamente, que han llegado de forma irregular hasta la fecha al resto de España.

El muelle de Arguineguín, puerto de llegada al que son conducidas las embarcaciones que llegan con los inmigrantes, se ha convertido en el epicentro de esta crisis humanitaria donde se han hacinado en condiciones inhumanas, durmiendo prácticamente en el suelo durante días, hasta 2.300 migrantes en unas instalaciones, acondicionadas como campamento de emergencia, con apenas capacidad para acoger a 400 personas. Hasta el extremo de que el pasado 17 de noviembre más de 200 inmigrantes eran desalojados del muelle y trasladados por la policía al centro de Las Palmas, sin alojamiento ni comida, hasta entrada la noche.

Es inhumano e injusto desde cualquier punto de vista, democrático, progresista y de cualquier persona de bien que lleguen personas migrantes a nuestras costas y no se les atienda como corresponde, como a todo ser humano, con la misma atención y condiciones que quisiéramos para cualquier allegado o compatriota nuestro que necesitase ayuda o estuviera encondiciones similares.

No es de recibo que ante esta crisis humanitaria lo que haya es un enfrentamiento entre diferentes administraciones, incluso ministerios y fuerzas políticas por inhibirse ante la situación, por “desembarazarse del problema”…

Desde la Unión Europea, que se quita de en medio endosando el problema a los países de entrada, que son los que tendrían que preocuparse de “retornar a sus países de la forma más rápida posible” a los migrantes, como dijo el pasado día 6 de este mes la Comisaria de Interior de la UE en su visita a Canarias: “Los migrantes económicos deben ser devueltos a sus países”. A los partidos políticos que   mantienen una cosa cuando están en la oposición y “ven claro cómo habría que tratar el problema” y otra cuando gobiernan y hablan de “adaptarse” a las nuevas circunstancias.

La gente, las personas y la vida lo primero. Esta es la única posición aceptable de partida. Como lo han demostrado los ciudadanos de Arguineguín y los concejales del municipio canario acudiendo a socorrer a los migrantes desplazados con agua y comida.

No es cierto que esta crisis migratoria se haya convertido en una crisis humanitaria por falta de medios. Hay recursos más que suficientes para haber atendido desde el primer momento a las personas que llegaban con todas las garantías humanitarias, asistenciales, sanitarias y de condiciones de vida…

Hemos visto como se levanta un hospital de campaña en poco más de 24 horas, y cómo convertir otras instalaciones en centros de acogida con garantías humanitarias. Hay recursos económicos, exigibles a la UE de las partidas destinadas a los países con mayor entrada de inmigrantes. Hay recursos en las comunidades autónomas, que se han ofrecido para acoger a parte de los inmigrantes que permanecen en Canarias: Comunidad Valenciana, País Vasco, Extremadura, Aragón, Castilla y León y la ciudad de Barcelona.

Y hay recursos para esto y para atender al conjunto de la población española , especialmente los sectores más golpeados por la doble pandemia sanitaria y económica, si en los Presupuestos que se discuten en el Congreso, se aprueban medidas de redistribución de la riqueza, como perseguir el fraude fiscal para recuperar una parte sustancial de los 91.000 millones de euros que se defraudan según Gestha; o que los bancos empiecen a devolver los 65.000 millones que deben del rescate bancario…

¿Por qué ahora se ha disparado, sobre todo en los últimos meses, la llegada de inmigrantes a Canarias, procedentes de Marruecos, Mali, Mauritania o Senegal? No se puede desligar este hecho de la nueva guerra que ha desatado Marruecos por el control del Sáhara Occidental con el Frente Polisario, con el apoyo de Francia y Estados Unidos.

El Frente Polisario considera roto el alto el fuego con Marruecos y ha declarado el estado de guerra, en respuesta a la acción militar del Ejército marroquí, que disolvió a tiros una protesta de civiles saharauis que mantenían bloqueado el paso de Guerguerat, un punto estratégico que controla el acceso a Mauritania y al resto de África perseguido por Marruecos. El régimen marroquí está aprovechando la prórroga de la misión de la ONU en el Sáhara, en la que por primera vez en casi 30 años se ha borrado la referencia al referéndum de autodeterminación, para avanzar en su dominio del Sáhara y borrar el referéndum. 

Marruecos está utilizando a los inmigrantes “como “balas” en este conflicto, aprovechando la insoportable situación socioeconómica de la población marroquí y de los inmigrantes de los países vecinos,  para presionar a nuestro país y que el gobierno asuma o cuanto menos acepte la situación de hecho impuesta por Marruecos y sus apoyos imperialistas de franceses y norteamericanos. La presión imperialista y marroquí se ve reflejada en declaraciones como las de la ministra de Asuntos Exteriores española de que es necesario repensar las cosas después de tantos años de conflicto. Muchos más años lleva Gibraltar ocupada por los ingleses y nadie cuestiona que deje de ser una colonia.

En la crisis migratoria de Canarias el 60% de los migrantes son marroquíes, una diferencia sustancial con otras anteriores como la crisis de 2006,  junto a malienses, mauritanos, senegaleses…

Y la crisis económica asociada a la pandemia ha agudizado la situación golpeando duramente el Sahel, sectores sin protección que se han visto arrojados a la miseria más absoluta, sin trabajo, sin oficio y sin recursos ni ayudas estatales. Especialmente en países con una economía relativamente frágil como Senegal o Marruecos», señala Txema Santana, portavoz de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado, donde uno de sus recursos, como el turismo en Marruecos ha caído un 70%.

Las crisis migratorias tienen su base en la explotación capitalista y el saqueo imperialista, la opresión y la guerra. Las masas populares luchan contra el hambre y la miseria, por unas mejores condiciones de vida para ellos y sus hijos y por su vida y la libertad frente a las guerras imperialistas. No solo son «seres humanos», son proletarios, desposeídos, son los parias de la tierra. Son nuestra clase. Española o extranjera, una misma clase obrera. Esta es nuestra posición de partida.

Hay que denunciar que se utilicen a los inmigrantes como “balas” por el régimen marroquí…

Pero también la política de la UE. El cierre de fronteras confinando a los migrantes en auténticos “campos de concentración” como los de Turquía pagados por la UE o los de Lesbos, en las islas griegas, y que en eso puede convertirse Canarias bajo la teoría de que hay que “devolverlos rápidamente desde los lugares de llegada a sus países de origen”… 

Al mismo tiempo hay que exigir una nueva regulación europea basada en la acogida y la solidaridad; el estatuto de refugiado para los refugiados de países en guerra o por persecución política, ideológica o de género…; políticas integradoras que al mismo tiempo favorezcan el retorno voluntario a los países de origen.

Estamos por afrontar en nuestro país cambios legislativos para dar a los inmigrantes que lleguen a España el mismo tratamiento que proponemos para todos los sectores en peligro de exclusión social, con planes de acogida, solidaridad e inserción social y laboral, con los mismo derechos y obligaciones que los españoles.

Atender de forma especial a la legalización, aunque sea provisional, para que puedan ser contratados y perseguir la contratación sin derechos e ilegal, con implicación de los sindicatos en la defensa de sus derechos.

Promover la implicación solidaria de las CCAA en función cada una de sus posibilidades y la aportación de los inmigrantes a la creación de riqueza…

Y porque España defienda (y exija en la UE) una política de cooperación y beneficio mutuo con los países de origen en nuestro entorno, norte de África, y con Iberoamérica, con atención especial a defender una política de paz en los países en guerra.

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