No deja de ser curioso todo lo que está ocurriendo en el seno del Partido Popular. Las diferencias entre aquellos que representan lo que podría denominarse como el nuevo PP` y quienes todavía son la imagen del viejo PP` son cada vez mayores, y afectan prácticamente a casi toda la estrategia tanto del partido como del Gobierno. Hace un par de semanas, justo antes de Semana Santa, uno de los nuevos` que forman parte de la dirección del partido amenazó con una dimisión aireada a bombo y platillo si el PP no tomaba cartas en el asunto de Rita Barberá, y eso provocó que se anunciara la apertura de un expediente informativo que afectaba directamente a la exalcaldesa de Valencia.
No deja de ser curioso todo lo que está ocurriendo en el seno del Partido Popular. Las diferencias entre aquellos que representan lo que podría denominarse como el ‘nuevo PP’ y quienes todavía son la imagen del ‘viejo PP’ son cada vez mayores, y afectan prácticamente a casi toda la estrategia tanto del partido como del Gobierno. Hace un par de semanas, justo antes de Semana Santa, uno de los ‘nuevos’ que forman parte de la dirección del partido amenazó con una dimisión aireada a bombo y platillo si el PP no tomaba cartas en el asunto de Rita Barberá, y eso provocó que se anunciara la apertura de un expediente informativo que afectaba directamente a la exalcaldesa de Valencia.
Era evidente, después de las declaraciones de Javier Maroto y de Pablo Casado, apoyadas por Andrea Levy y por Fernández Maillo, que en el PP había dos posturas encontradas respecto a este asunto: por un lado la ‘vieja guardia’, que todavía ve en Barberá a ‘una de los nuestros’ y se resiste a aceptar la necesidad de un proceso de regeneración que alcance a todo el PP, y la ‘nueva’, que se siente asqueada, en palabras de ellos mismos, por todo lo que se está viviendo en el partido.
Lo curioso de todo esto, y ahora avanzo en más asuntos que enfrentan a unos y otros, es que la división en dos bloques ha unido en uno de ellos a dos figuras hasta hace poco enfrentadas en un choque constante: la secretaria general, María Dolores de Cospedal, y la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría. Ambas han cerrado filas con el presidente Rajoy, al que quieren salvaguardar de un proceso que, inevitablemente, va a acabar más pronto o más tarde con la salida de Rajoy.
Pero, como digo, no es solo la corrupción y la forma de enfrentarse a ella lo que divide al PP. Es también la propia estrategia del partido en estas semanas, y la del Gobierno. Mientras que Rajoy y su equipo, capitaneado por Soraya en Moncloa y por Cospedal-Arriola en Génova, están convencidos de que el país se encamina irremediablemente hacia unas nuevas elecciones, los ‘nuevos’ por el contrario ven muchas posibilidades de que al final del camino que lleva hasta el 3 de mayo se produzca un acuerdo que permita a Pedro Sánchez llegar al poder. Del mismo modo que los primeros siempre han defendido que la única alternativa a las elecciones era el pacto PP-PSOE, mientras que los segundos hace tiempo que se han dado cuenta de que en las actuales circunstancias el PP no va a gobernar por mucho que se lo proponga. Y todo eso, obviamente, afecta a las estrategias.
En las últimas semanas ha habido, también, otro asunto que ha enfrentado, por decirlo de alguna manera, dos formas de entender la acción de Gobierno: por un lado la ‘vieja guardia’, que cree que el Ejecutivo no debe comparecer en el Parlamento para dar explicaciones por nada -aunque al final Rajoy lo va a hacer para dar cuenta de lo acaecido en los dos últimos consejos europeos, pero nada mas-, y por otro la ‘nueva’, a la que apoyan ministros tan destacados como el de Exteriores, José Manuel García Margallo, o la de Agricultura, Isabel García Tejerina, que consideran que sí deben acudir a las comisiones del Parlamento a dar cuenta de su labor al frente de sus respectivos departamentos. Y eso supone un duelo con la todopoderosa vicepresidenta, que es quien ha convencido a Rajoy -y por extensión a Cospedal- de que el Gobierno no debe comparecer, “aunque ella sí lo haga todos los viernes en rueda de prensa después del Consejo de Ministros”, según me recuerda incómodo por todo esto un miembro del Ejecutivo.
¿Qué está pasando? Pues esencialmente que las cosas están cambiando en el Partido Popular… La rapidez y la profundidad de esos cambios vendrán marcadas por los acontecimientos políticos de las próximas semanas, pero ya son imparables. Casado, Maroto, Levy y Maillo han conseguido hacerse con el control de Génova 13, y para una parte muy importante de la militancia del PP son ya un referente de regeneración y de nueva forma de hacer política. Y la ‘vieja guardia’ se bate en retirada, aunque todavía intentará salvar todos los muebles que pueda. Pero su tiempo, irremediablemente, ha terminado.