SELECCIÓN DE PRENSA NACIONAL

Crece la división entre los partidarios de la consulta independentista

La consulta soberanista catalana con una única pregunta clara sobre la independencia genera cada vez menos consenso incluso dentro de los partidos que defienden el derecho a la autodeterminación. Las disensiones que este asunto genera entre el presidente catalán, Artur Mas, y su socio de federación, Josep Antoni Duran i Lleida, no son las únicas. Los sectores más moderados de Convergència quieren evitar una pregunta en la que solo quepa la opción independentista como exige Esquerra Republicana. Iniciativa per Catalunya (ICV) también se ha desmarcado de esta opción y pide una pregunta más abierta en la que los catalanes puedan pronunciarse sobre mantener o cambiar el actual estatus político de Cataluña.

Los dirigentes de ICV ya han comunicado a Convergència i Unió y a Esquerra Republicana que no aceptarán que la Generalitat defienda una consulta que contemple solo la idea de la independencia. Fuentes de la dirección ecosocialista confirmaron ayer que su intención es que se pregunte también por otros posibles encajes de Cataluña en el conjunto de España y especialmente por si los catalanes quieren mantener o no el actual modelo de Estado.

La Generalitat insiste en que la consulta se celebrará el año que viene a pesar de que el Gobierno rechaza de plano esta idea y que el presidente catalán, Artur Mas, ha asegurado que la votación debe ser acordada o, como mínimo tolerada, por el Estado. Convergència i Unió y Esquerra Republicana quieren exhibir firmeza y pactar, antes de final de año, cuál debería ser la pregunta y la fecha para celebrar el referéndum. Entienden que esto obligará a Mariano Rajoy a sentarse a la mesa de negociación. De hecho, el Gobierno sigue con atención los pasos de los partidos catalanes, preocupado por si intentarán preguntar directamente por la independencia.

Mas defendió ayer que su propuesta no es radical ni extremista: “Lo que pretendemos es lo más normal del mundo. No queremos ninguna excentricidad, ni radicalidad, simplemente poder votar y poder decidir un futuro colectivo”, apuntó. Justificó sus intenciones independentistas alegando que cada vez que Cataluña ha querido negociar ha topado “con muros muy gruesos”. Mas aclaró que el camino hacia la consulta sigue, y que su intención es hacerlo “de la forma más mayoritaria posible”. Sin embargo, su objetivo parece alejarse, ya que la voluntad de preguntar sobre la independencia y hacerlo en 2014 genera cada vez más tensiones entre los partidarios de la consulta.

Incluso Convergència i Unió tiene puntos de partida distintos. Artur Mas ha defendido preguntar si Cataluña debe o no ser un Estado dentro de Europa. Unió no quiere ver la palabra “independencia” en el texto y prefiere enfatizar la idea de la tercera vía que defiende Josep Antoni Duran Lleida. Los dos socios están intentando pactar sobre esta base y, una de las posibilidades que barajan es preguntar sobre si Cataluña debe tener “plena soberanía” para decidir sobre sus relaciones con el resto de España. Esto daría margen de actuación a Mas y a Duran, ya que podrían acudir juntos a la consulta y, después, defender la independencia el primero y el estado confederal el segundo.

Esquerra, en cambio, ha marcado el terreno en el sentido de pedir una pregunta donde aparezca claramente la palabra independencia o, en su defecto, un sinónimo que no genere equívocos. “La consulta debe tener una pregunta clara y una respuesta directa: sí o no”, sostiene Oriol Junqueras. El portavoz de ERC en el Congreso, Alfred Bosch, incluso ha esbozado públicamente el redactado: “Está a favor de la independencia de Cataluña sí o no”.

Iniciativa per Catalunya quiere evitar que el debate sobre la pregunta se convierta en un espectáculo público. Por eso sus dirigentes han hecho llegar su posicionamiento a ERC y CiU de forma discreta. “El PP nos quiere llevar al unilateralismo y no debemos caer en esto”, insisten. Por esta razón abogan por una pregunta en la que los catalanes puedan decir si quieren o no cambiar el actual modelo de relaciones entre Cataluña y el resto de España. ICV tampoco ve claro querer marcar ya una fecha para la consulta en 2014, exigencia irrenunciable para ERC.

El reto que se han planteado todos estos partidos es acordar la pregunta en cinco o seis semanas. Antes de esto el Parlamento catalán votará un texto para trasladar al Congreso el debate de la consulta. Los partidos favorables a la consulta trabajan para que en torno al 20 de noviembre se vote la petición para que el Congreso se pronuncie sobre la conveniencia de utilizar el artículo 150.2 de la Constitución que permite “delegar” o “transferir” competencias del Estado a otras administraciones. En este caso se pediría que se delegara a la Generalitat la posibilidad de convocar un referéndum.

El problema, además de las pocas opciones de que prospere, es que PP y PSOE pueden demorar el proceso de forma muy significativa. En este caso los partidos catalanes vehicularían la petición a través de sus propios grupos en el Congreso. Un paso no exento de obstáculos, puesto que la Cámara baja ya se ha pronunciado anteriormente contra la opción de ceder a las autonomías las competencias sobre referéndums.

Lo que ya lleva un retraso considerable es la elaboración de la ley catalana de consultas que la Generalitat quiere utilizar como posible alternativa a un referéndum. Los partidos catalanistas se aliaron el pasado verano para acelerar los ritmos parlamentarios con el objetivo de tener lista esta ley este mes de noviembre. Sin embargo, y según fuentes parlamentarias, la ley se aprobará, como pronto, a finales de enero

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