En La Habana, y en varias ciudades y pueblos de Cuba se están viviendo las protestas más grandes contra el gobierno desde el «Maleconazo» de 1994 con Fidel Castro, antecedente inmediato de la crisis de los balseros. Miles de personas están saliendo a protestar ante la escasez de alimentos, los cortes de luz y ante las penurias económicas, agravadas por el endurecimiento del embargo estadounidense por una parte, y por el avance de la pandemia que en provincias como Matanzas está haciendo verdaderos estragos. Pero a las demandas económicas o la exigencia de que lleguen las vacunas se suman los gritos de «libertad» y «abajo la dictadura». ¿Qué está pasando en Cuba?
La pandemia del coronavirus, cuyos primeros casos en la isla fueron detectados en marzo de 2020, ha sumido a Cuba en su peor crisis económica en 30 años. Todo ello sumado al feroz bloqueo que sufre el país. Las dificultades económicas han llevado a las autoridades a aplicar cortes de electricidad de varias horas al día en amplias zonas del país.
La mecha del descontento estalló en San Antonio de los Baños, un pueblo rural de 34.000 habitantes perteneciente a la provincia de Artemisa, muy cerca de la capital cubana. Luego las protestas prendieron en otras localidades de Cuba como Güira de Melena y Alquízar en la provincia occidental de Artemisa, Palma Soriano en la oriental Santiago de Cuba, Cienfuegos y La Habana.
Contestación del gobierno de Díaz-Canel
Cuando las protestas llegaron a la capital, el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, salió por los televisores. Primero advirtió de que «si bien hay personas con insatisfacciones legítimas por la situación que están viviendo, y también revolucionarios confundidos”, al mismo tiempo “hay oportunistas, contrarrevolucionarios y mercenarios pagados por el Gobierno de EEUU para armar este tipo de manifestaciones”.
El presidente cubano ha responsabilizado al embargo estadounidense de las graves dificultades por las que pasa la población. “Empezaron a recrudecer una serie de medidas restrictivas, de recrudecimiento del bloqueo, de persecución financiera en contra del sector energético con el objetivo de asfixiar nuestra economía, y que eso provocara el anhelado estallido social masivo que siembre las posibilidades para, con toda la campaña ideológica que se ha hecho, poder llamar a la intervención humanitaria que terminan en intervenciones militares y en injerencias”, dijo ante las cámaras.
Y llamó «cobardes y oportunistas» a los que tratan de sacar provecho de esta situación con intereses ajenos. “De manera muy cobarde, sutil y oportunista y perversa, a partir de las situaciones más complicadas que hemos tenido en provincias como Matanzas y Ciego de Ávila, estos que siempre han estado aprobando el bloqueo y que sirven como mercenarios de la calle del bloqueo yanqui, empiezan a aparecer con doctrinas de ayuda humanitaria y de corredor humanitario”, denunció.
La comparecencia de Díaz-Canel acabó llamando a sus partidarios a confrontar en las calles a los que “provocan”. “Estamos convocando a todos los revolucionarios, a todos los comunistas, a que salgan a las calles y vayan a los lugares donde vayan a ocurrir estas provocaciones”, dijo en referencia a las protestas.
Así, en numerosos puntos de la isla comienzan a registrarse choques entre los que protestan contra el gobierno y sus defensores. Unos gritan “Libertad” y “Patria y vida” —la canción hecha por un grupo de artistas cubanos radicados en Miami y en la isla que ha retado al Gobierno de La Habana— y los otros corean “Viva la revolución” y “Patria y Fidel”.
La policía, que ha cargado duramente contra algunas protestas, ya ha efectuado un centenar de detenciones. Amnistía Internacional ha reportado una fuerte presencia policial y militar en las calles, así como numerosos heridos por la violencia, amenazas y detenciones arbitrarias por parte de los agentes.
La tensión, en todo caso, no ha hecho más que empezar.
Una pandemia que al final ha golpeado a Cuba
Hasta hace no mucho, la Covid-19 había sido benévola con Cuba. No hay color si comparamos las cifras de contagios y muertos por el coronavirus entre Cuba y países como México, Argentina, y no digamos donde más estragos ha causado como Brasil o Perú.
Pero a pesar de todo, la pandemia también ha acabado golpeando a la isla. Durante los meses en los que el virus campaba a sus anchas por EEUU, Europa o América Latina, Cuba apenas registró casos. Pero a finales de diciembre de 2020 empezaron a subir los contagios. Tras un invierno y una primavera con las cifras más o menos controladas, la incidencia se ha descontrolado en junio, y ahora la isla reporta el mayor número de nuevos contagios diarios desde el principio de la pandemia: 6900.
La situación es especialmente grave en la provincia de Matanzas, al borde del colapso sanitario con una incidencia de más de 1.300 casos por cada 100.000 habitantes. Se acumulan pacientes en los pasillos de los hospitales y faltan medicinas, situación que numerosos internautas han denunciado en las redes sociales. La incidencia es tan grave que ha provocado la toma de medidas de emergencia, como que el Gobierno haya mandado allí a miembros de las brigadas médicas Henry Reeve, que Cuba habitualmente envía a misiones internacionales cuando hay catástrofes humanitarias. Nunca antes se habían desplegado dentro del país.
Las autoridades se esfuerzan en incrementar el ritmo de producción e inoculación de vacunas. Cuba, que desarrolla hasta cinco proyectos vacunales propios, tres de ellos en fase de pruebas, ha autorizado el uso de emergencia de su vacuna Soberana 2, que ha demostrado una eficacia del 91% con tres dosis
Penurias económicas y embargo
Sin embargo, el virus no es la causa principal de las penalidades que sufren los cubanos. Desde que empezó la pandemia de coronavirus en marzo de 2020, los cubanos están obligados a hacer largas filas para abastecerse de alimentos y medicamentos. La carestía está directamente relacionada con el embargo norteamericano, que Donald Trump endureció en los últimos meses de mandato, y que Biden se niega a relajar. «En plena pandemia, EEUU recrudeció el bloqueo de importaciones de alimentos, medicamentos, repuestos y suministros médicos, así como las remesas de los cubanos que viven en EEUU, etc…», denuncia el periodista argentino Atilio Borón.
El gobierno de Biden mantiene una relación dura y tensa con Cuba. Biden fue uno de los protagonistas del descongelamiento de Barack Obama a la isla en 2016, pero ahora su prioridad está en Centroamérica y su administración ha enviado señales de endurecimiento a La Habana. Tanto es así que la administración demócrata ha decidido mantener a Cuba en la lista de países que amparan el terrorismo, junto a Irán, Corea del Norte, Siria y Venezuela.
Como vicepresidente de Obama, Joe Biden estuvo en el equipo presidencial que decidió llevar adelante el «deshielo» de las relaciones cubano-estadounidenses entre 2014 y 2017. Pero ahora la Casa Blanca ha dicho que un giro en la política hacia Cuba no está entre las prioridades, y que la relación -si es que se produce- se regirá por dos principios, «el apoyo a la democracia» y «los derechos humanos».
Este aumento de la tensión en Cuba se produce en un contexto en el que EEUU está sufriendo severos reveses en Sudamérica. La izquierda antiimperialista ha ganado las elecciones en Perú. El golpe de Estado made in USA fue derrotado en Bolivia. Dos años de lucha han enterrado la constitución pinochetista y neoliberal en Chile. Grandes oleadas de movilizaciones han arrinconado al proyanqui gobierno Duque en Colombia y están golpeando a Bolsonaro en Brasil…
Pero en Centroamérica y el Caribe, el hegemonismo incrementa su intervención e injerencias: primero Nicaragua, luego (con toda probabilidad) Haití y ahora Cuba. A menudo utilizando las contradicciones en el seno del pueblo y el legítimo descontento de una parte de las masas contra los abusos de poder de gobiernos hostiles a EEUU, Washington despliega sus tácticas de “golpe blando”, para tratar de hacer caer a dichos gobiernos.