Internet

Corsarios y piratas

Hace quinientos años el imperio británico acuñó la diferencia legal entre «corsario» y «pirata». La corona británica (y seguidamente) la francesa expedí­an Patentes de Corso. Los propietarios de dichas cartas podí­an atacar a los barcos del enemigo. A cambio la corona tení­a derecho a parte del botí­n. En la práctica significó el saqueo sistemático (del siglo XVI al XVIII), desde el Caribe hasta las Malvinas, de los barcos españoles cargados de la riqueza del nuevo continente.

Hoy la humanidad ha descubierto un nuevo continente: Internet. La cultura en Internet cobra novísimas dimensiones que tienen que ver con la caacidad de los hombres para desarrollar su creatividad, difundirla y compartirla. La era digital marca nuevas condiciones materiales. El disco más vendido en formato MP3 en 2008 fue Ghosts del grupo Nine Inch Nails. La banda distribuía gratuitamente en la web el disco y es legal hacer copias. Una paradoja que contradice la vieja visión de la industria del entretenimiento. Nos apabullan con cifras de pérdidas en ventas mientras la tasa de internautas crece mundialmente sin parar. Rolling Stones y U2 ingresaron 947 millones de dólares en sus giras de 2006. El lema de esta última banda ha cambiado a “si quieres hacer dinero, sal de gira”. ¿Es que vamos a las giras sin oír los discos? Hoy se suceden las noticias de la lucha internacional contra la piratería digital. En abril han entrado duras legislaciones en Europa. En Suecia se identificará a los usuarios y se les perseguirá para que indemnicen. En Francia se podría sancionar con cortes en el acceso a Internet. Un joven ha sido recientemente juzgado en La Rioja. Pero la noticia más irónica ha saltado cuando los creadores del portal web The Pirate Bay han sido condenados (también en Suecia). El portal no traficaba con canciones ni películas. Facilitaba información para la libre circulación de contenidos ubicados en nuestros ordenadores. Sin ánimo de lucro. Ahora los cuatro chicos deberán pagar unos 3.6 millones de dólares a varias compañías como Warner Bros, Sony Music Entertainment, EMI y Columbia Pictures. De la misma manera que la literatura embelleció la figura del corsario como la de un aventurero, hoy asociaciones y campañas en defensa de los derechos (siempre indiscutibles) de la propiedad intelectual elevan la figura de los grandes sellos de distribución a poco menos que víctimas de nuestro abuso. El oro de los artistas es saqueado. Pero no por los piratas, sino por los corsarios. La legalidad europea hoy (como ayer) encarcela a los piratas mientras distribuye sus Patentes de Corso a los explotadores legales de la cultura.

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