Podemos sacó de gira un autobús rotulado con rostros de varios corruptos y de los expresidentes González y Aznar. Sin duda son todos los que están; pero no están todos los que son. Faltan los principales responsables que no aparecen como corruptos porque su actuación es formalmente legal, o queda oculta.
El ‘tramabus’, circula decorado con los rostros del extesorero del PP, Bárcenas, el exvicepresidente Rodrigo Rato, Jordi Pujol; Miguel Blesa (Caja Madrid); el presidente de la patronal, Díaz Ferrán, y de la patronal madrileña Arturo Fernández; el presidente de OHL (Villar Mir), el del Grupo Prisa, (J. Luis Cebrián); o el periodista Eduardo Inda. Junto a ellos Mariano Rajoy, Esperanza Aguirre, Aznar y Felipe González. Que aparezca la imagen de políticos que no están siendo investigados, mezclados con delincuentes que ya han pisado la cárcel o están en jucio, indignó a PP y PSOE; pero las responsabilidades denunciadas no se refieren sólo a corrupción, o al saqueo de las arcas públicas, sino también al hecho de que González o Aznar salten de la política a sillones en consejos de administración de compañías eléctricas con sueldos desorbitados, tras haber beneficiado claramente a éstas en sus mandatos.
Asociación de malhechores, y traidores
Y efectivamente los corruptos no actúan sólos. Traman sus acciones con otros colaboradores. Como tal deberían ser juzgados más duramente aplicándoseles el agravante de su pertenencia a una banda, un grupo organizado para cometer el crimen. Acaba de ser detenida la plana mayor del que fuera equipo de gobierno del PP en Madrid bajo la presidencia de Esperanza Aguirre. Dos jueces han tirado del hilo de la acumulación de propiedades inmobiliarias y financieras del que fuera mano derecha de Aguirre, para encontrar el ovillo del saqueo en la empresa pública Canal Isabel II. Las grabaciones dadas a conocer son demoledoras. Esta trama de corruptos se suma a las ya destapadas de Púnica, y Gürtel también juzgándose… Pasearles retratados en los laterales de un autobús es un escarnio incluso benévolo para lo que se merecen. Pero de nuevo con los delitos denunciados pasa lo mismo que con las caras, que no están todos los que son.
Su carácter de corruptos, no acaba de definirles. Son también traidores. Porque su enriquecimiento se basa en la descapitalización de empresas públicas, el malgasto de dinero que podría ser usado en beneficio de la mayoría; y muchas veces sus ganancias provienen de facilitar la entrega de sectores industriales, gestión de hospitales, patrimonio… al capital extranjero. Estas traiciones conllevan que la información sobre su delito usada convenientemente por poderes que la posean les otorga un eficaz arma de chantaje, presión e intervención en la política nacional.
Un arma arrojadiza
El hecho de que la denuncia que aceleró las detenciones proviniese de la Presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, del Partido Popular, hace dudar si asistimos a una guerra interna entre sectores del PP. Que van a cuchillo es público por las varias intervenciones de Aznar contra la política de Rajoy, o recordemos aquella grabación a Esperanza Aguirre: «hemos tenido la suerte de darle un puesto a Izquierda Unida (en CajaMadrid) y quitárselo al hijo puta ese» (según los medios de información se refería a Gallardón). Ahora ha dimitido Aguirre, lugarteniente de Aznar; pero también están en la picota otros dirigentes de ese período: Rodrigo Rato (exvicepresidente), Jaume Matas exministro encarcelado, Soria defenestrado; Fabra, anfitrión de Aznar en Oropesa, pendiente del tercer grado penitenciario, toda la estructura del PP Valenciano… y está en los tribunales la operación de Ana Botella que entregó 2.935 pisos protegidos a fondos buitre norteamericanos a un tercio de su valor de mercado… Son el grueso de quienes apoyaron la línea de Aznar de volcarse en la relación especial con EEUU. Apostaron por ir a la guerra cuando Washington lo exigiera (la foto de las Azores que selló el ataque a Irak) a cambio de poner los pies sobre la mesa en el rancho de Bush y desde ahí poder hablarle a Merkel más alto, consiguiendo para la oligarquía española algunas ventajas en sectores determinados. Quizás Rajoy, Montoro, Sáez de Santamaría… representen otra línea de intereses en la oligarquía española: aceptar sí la dependencia de EEUU pero oponiéndose parcialmente a las intenciones de la línea Trump de desmembrar la Unión Europea.
Sea este el motor o no, la corrupción además del robo, conlleva la información, los famosos dosieres, que están siendo usados por quienes tienen acceso para batallas políticas, remover cargos, debilitar proyectos… Una realidad muy lejana a las idílicas «neutrales aportaciones del periodismo de investigación»; y a la limitada independencia judicial. ¿O alguien de verdad piensa que si Convergència no hubiera tomado el rumbo independentista y siguiese cumpliendo el papel de consolidar los gobiernos del bipartidismo como en las legislaturas anteriores, el Estado hubiera persistido en llevar a J. Pujol hasta el abismo?
Palancas exteriores
Y si una parte de un partido político, o un sector de una clase dominante (un grupo bancario, una rama industrial…) tiene la capacidad mediante el uso de los aparatos de Estado, sus periódicos y televisiones, de usar esa información para favorecer sus intereses, no digamos el poder de que dispondrá un Estado más grande, un Estado como el norteamericano con la capacidad de conocer hasta las entrañas lo que se mueve en la política, las finanzas, y los pasillos de cada ministerio de España. Y adoptando este punto de vista, ¿no podría estar EEUU contribuyendo a una catarsis en el PP, que aún a costa de debilitarlo a corto plazo, le permitiera presentarse en el futuro como un nuevo partido, saneado, sometido a la justicia y libre de corruptos? ¿No estarían los EEUU interesados en garantizarse de ese modo la posibilidad de que un gestor como el PP tan favorable a sus intereses pudiera así tener la posibilidad de seguir ganando elecciones? Las bases militares de Rota y Morón, la sumisión política a las decisiones unilaterales de Washington y los multimillonarios beneficios de su capital financiero invertido en nuestro país, son demasiado valiosos como para detenerse ante la necesidad de sacrificar algunos políticos de los que se sirvieran en el pasado. Nada de esto sería nuevo.
Se destapen los casos del PP por una pugna interna o por el manejo exterior, en todo caso asistimos al uso de la información como arma para imponer unos intereses ajenos a la mayoría. Por eso la corrupción de los cargos políticos es en lo fundamental traición, porque además de ir pareja a la venta de intereses nacionales al capital extranjero, es una puerta abierta a la intervención de las potencias en la política nacional.
Robo legal
Quedarse pues en la denuncia de los corruptos destapados deja ocultos a los verdaderos beneficiados dentro y fuera de nuestras fronteras. Un desastre como la privatización realizada por el Gobierno de una parte de AENA, una empresa estratégica y rentable, es legal. Y también fue legal vender Seat a Volkswagen por una peseta, y por legal pasa la subida de recibo de la luz mientras las ganancias de las compañías eléctricas no paran de crecer. Legal es embargar una casa y que el embargado siga debiendo la hipoteca… Ni un sólo banquero aparece retratado en el «tramabus», y ni siquiera en las ruedas de prensa que acompaña su recorrido es nombrado el beneficio que Alemania obtiene de comandar la UE, el papel de la OTAN, o son cuestionadas las bases militares norteamericanas. Todos los merecidamente encausados no dejan de ser más que elementos útiles para intereses más importantes. Si detrás de la corrupción hay traición, detrás de la avalancha de dosieres que les destruye hay un interés de algún sector de una clase dominante, de una burguesía monopolista, nacional o extranjera, en imponer sus intereses.