Correlación de fuerzas

Cuando una clase quiere tomar el poder, crea un clima de opinión. Cuando un clase tiene un sistema de alianzas que le lleva a creer que su poder es inconmovible, fabrica permanentemente climas de opinión para llevar adelante sus proyectos y conquistar sus objetivos.

En nuestro aís, en más de un 95%, los medios de comunicación forman una auténtica maquinaria de formación de la opinión pública dirigida a ocultar la realidad y, en su lugar, crear los climas de opinión necesarios para que el proyecto que Obama, Merkel y Botín tienen diseñado para nosotros avance lo más rápidamente y con las menores resistencias posibles. Mantener la realidad oculta, ofrecer una visión deformada de lo que ocurre es imprescindible para impedir que se una el 90% de la población objeto de sus ataques. Ocultar el frente Cualquier estratega militar sabe que las maniobras de distracción táctica son un elemento clave de la guerra: ocultar el frente, desviar el blanco contra el que el enemigo debe concentrar su lucha, confundirlo acerca de dónde vienen los ataques. Lo mismo ocurre en la lucha política. Ellos saben que la primera condición para poder dar una batalla con mínimas garantías de éxito es saber distinguir con claridad quienes son tus auténticos amigos, y quienes tus verdaderos enemigos. A confundir acerca de esto dedican ingentes cantidades de tiempo, gente y dinero. Los “mercados”, los “especuladores” financieros o los “reyes del ladrillo” son presentados sistemáticamente como responsables de una situación que hace inevitable rebajar salarios, reducir pensiones o recortar gastos sociales. Los hechos de los últimos meses, sin embargo, nos hablan de una realidad muy distinta. El New York Times, uno de los portavoces de la oligarquía financiera yanqui, lanzó en febrero de este año la consigna que extracta la sustancia de su proyecto: “los españoles deben rebajarse un 25% los salarios”. Durante semanas, el gobierno Zapatero –es decir, el gobierno de Botín– hizo oídos sordos a la exigencia, con el argumento de que teníamos “el sistema financiero mas sólido del mundo”, resistiendo incluso las presiones y llamamientos, primero de Sarkozy, después de Merkel.Tuvo que ser el mismísimo jefe del imperio el que descolgara el teléfono para llamar a horas intempestivas a Zapatero, ponerlo firmes y recordarle tajantemente que en el jerarquizado sistema de alianzas dominado por Washington, las órdenes se dan para ser cumplidas. Al margen de nivel de indignidad y degradación que supone este tratamiento, que la Casa Blanca además se encargó de hacérselo saber al mundo entero emitiendo un comunicado público en las siguientes horas –algo sobre lo que, por cierto, ni un sólo medio de comunicación o fuerza política se ha dignado a comentar–, a Zapatero le faltó tiempo para presentar en el Parlamento el mayor plan de ajuste de los últimos 50 años. ¿Y por qué la urgencia de Obama y Merkel para poner en marcha este proyecto, cuál es su interés en rebajarnos un 25% los salarios y rentas al 90% de los españoles? La respuesta es sencilla. Hace apenas una década, en el disfrute de la riqueza global –y por lo tanto el espacio que se podían repartir–, el campo imperialista capitaneado por EEUU tenía en sus manos más del 66%. Diez años más tarde, la “porción de la tarta” se ha reducido al 50%. Y el FMI advierte que en la próxima década su participación estará ya por debajo del 40%. A medida que las potencias emergentes ganan espacio en la distribución del poder económico mundial y los pueblos y países se rebelan contra el saqueo de sus recursos naturales, a las viejas potencias se les está achicando aceleradamente el espacio económico del que hasta ahora disfrutaban para extraer beneficios y riqueza. Y cuanto más se les reduce el espacio, y en consecuencia más débiles son, más agresivamente reaccionan estrujando a los países que, como el nuestro, son políticamente dependientes de ellos y están bajo su dominio. Que no nos confundan acerca de dónde está el frente, de dónde vienen los ataques. Ni mercados ni especuladores. Washington y Berlín se han lanzado agresivamente a empobrecernos a nosotros para seguir acumulando poder y riqueza. Ellos son los primeros responsables, y los principales beneficiarios, de la factura que todos estamos empezando ya a pagar. Ocultar el abismo Dicen también que el estallido de la burbuja inmobiliaria nos ha hecho mas pobres, que hemos vivido todos estos años por encima de nuestras posibilidades, que el país no tiene suficientes recursos y que por eso ahora debemos aceptar rebajas en los salarios, pensiones y gastos sociales o resignarnos a subidas de impuestos. Ninguna de estas afirmaciones contiene ni un gramo de verdad. ¿Qué no tenemos recursos? Pero si la capacidad de la sociedad española para crear nueva riqueza (lo que mide el PIB) se ha multiplicado por más de dos en los últimos 15 años, a pesar incluso de la crisis. ¿Qué no hay riqueza? Pero si según el Banco de España en nuestro país existe una riqueza financiera acumulada por un valor superior a los 4,2 billones de euros. ¡4 veces el PIB español y mas del 90% de PIB chino, la segunda potencia económica del mundo! ¿Cómo tienen la desvergüenza de querer hacernos creer que no existen otros recursos para salir de la crisis que rebajarnos un 25% los salarios? Claro que sí hay riqueza mas que sobrada en España para salir de la crisis. El problema que tenemos es muy distinto. Es cómo está distribuida esa riqueza. Mientras exista una escala salarial donde hay gente que gana 1.000 veces más cada mes que los millones de mileuristas, claro que no habrá recursos para salir de la crisis. Pero porque se los quedan personajes como el vicepresidente del Banco de Santander, que en el año 2008 gano un sueldo de 8,6 millones de euros al año, el 2009, 9,6 millones y para 2010 tiene aprobado un salario anual de 10,2 millones de euros, casi un millón por mes. ¡Y esta misma gente es la que nos dice que tenemos que trabajar más y cobrar menos! Mientras el 10% de la población española siga concentrando el 70% de esos 4,2 billones de euros –una enormidad casi irrepresentable de riqueza en unas pocas manos– sin que nadie le pida cuentas fiscales por ello, claro que no habrá dinero para la sanidad, ni las pensiones ni la educación. ¿Cómo va a haberlo si se lo quedan todo ellos? España tiene recursos más que sobrados para salir de la crisis desde los intereses de la mayoría si se redistribuye esa riqueza. Apliquemos una redistribución salarial en la que no haya nadie con un salario por debajo de 1.000 euros, pero tampoco nadie con un salario por encima de 10.000. Apliquemos un reforma fiscal verdaderamente progresiva a ese 10% de la población. Que paguen de acuerdo a su renta, su riqueza y sus beneficios reales y el Estado podrá acudir a los mercados de deuda, no a pedir dinero, sino a prestárselo a quien se lo pida. Ocultar el poder Redistribuyendo la riqueza, ahorrando en los gastos del Estado y multiplicando la inversión productiva claro que sí se puede salir de la crisis en beneficio de la mayoría de la población.Pero imponer este otro camino exige cambiar una correlación de fuerzas especialmente adversa. Ellos lo controlan casi todo. Tienen toda la maquinaria del Estado, el control sobre el 90% de las fuerzas políticas, poderosos medios de comunicación para confundir y extraviar a la gente. En definitiva, son los dueños del poder político y económico. Sin embargo tienen un punto extremadamente débil: su proyecto ataca intereses fundamentales del 90% de la población. Y a medida que sus ataques y su agresividad se multiplica, crean mejores condiciones para que del seno de ese 90% hagamos surgir la fuerza política organizada capaz de empezar a cambiar, paso a paso pero firmemente, esta correlación de fuerzas adversa. Lo acaba de manifestar la escritora Almudena Grandes en su habitual columna de El País: “Prefiero la rabia, la audacia, la fiebre, incluso la torpeza de la inexperiencia, a la docilidad domesticada de algunos expertos (…) Por si hay alguien ahí, con ganas y con fuerzas para inventar respuestas nuevas (…) le pido, por favor, que sea valiente. No lo tendrá fácil. Le llamarán torpe, ingenuo, tontorrón, desinformado, irresponsable, amateur, demagogo y cosas peores. Pero si aguanta el tirón, si no se arruga y se atreve a decir que no, a combatir la resignación, a hacer promesas, yo le votaré mucho antes que al candidato de cualquier izquierda realista, de esas que mastican el pienso de la conformidad mientras embisten con mansedumbre en el capote del enemigo. Y estoy segura de que no soy la única.” Tiene toda la razón. No es, ni mucho menos, la única.

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