Música

Cooder desde un rincón

La materia gris de Buena Vista Social Club, el maestro Cooder está de gira por España. Le acompaña un parte importante de la historia de la música británica a espaldas de Nick Lowe. «Anthology: The UFO has landed» es el último trabajo de Cooder que está paseando por la geografí­a en un recorrido de maestrí­a. Joachim Cooder -hijo de Ry-, y la dulce voz de Juliette Commagere dan base y textura a la exhibición a dos bandas que ambos músicos garantizan en cada concierto. Prestar atención a su guitarra es perderse, porque sobretodo Cooder concibe la música. Es un experto en eso.

El folk tamizado y curtido, hundiendo sus raíces en tierra latina y vestido de rock, es la forma más visible del auténtico camaleón. Cooder ha recorrido el laneta en busca de sonidos, de texturas a las que hincar el diente y, a veces hacerlas comestibles para el resto de los mortales. El resultado en escena es impresionante. Hasta el último detalle sonoro está pensado y cuidado, y se nota que pensados por él. Siempre en una única dirección, la que le han mostrado las entrañas, Ry Cooder sabe, hasta en las más modestas canciones o en aparentemente manidas versiones, sintetizar la carga musical de 40 años de trayectoria. Es como un breve solo de Eric Clapton, esas notas las podría tocar cualquiera, pero hasta el más pequeño matiz se armoniza en el conjunto ofreciéndose de forma única. Solo puede sonar así en manos del genio. Así lo hace también Cooder en cada pieza. Solo que, en su caso, no es genialidad, sino los recovecos descubiertos por quien ha transitado un sendero tantas veces que sabe hasta donde se encuentra el último guijarro. Cooder ha contado como solía pedirle a un lutier de Staten Island que ensamblara piezas obtenidas de distintas guitarras, porque sabía qué es lo que quería de cada uno y que el resultado final iba a ser superior a cada una de ellas pero imposible sin todas ellas. Jazz, tex-mex, soul, gospel, música cubana… Cooder parece que no quiere casarse con nadie y por eso baila con todas, convirtiéndolas en mejores bailarinas y más hermosas con cada paso y con cada giro. "Cryin in my sleep", “Down in Hollywood", "Half a boy & Half a man", "One meat ball", "Jesus on the mainline", "Impossible", "Little sister" y "Poor man’s shangri-la", son algunos de los temas de diferente cosecha que se saca Cooder de su caja de Pandora. Todas las penas, hasta las buenas. Hoy es el centro del universo que crea desde el escenario. Pero seguramente una de las mejores escenas del maestro es la que aparece en el largometraje de Buena Vista Social Club, en la que, casi en un rincón del escenario, toca la guitarra mirándola como si no se supiese las notas, al compás frenético de “Candela”, mientras observa boquiabierto, sin poder disimular, la troba de tótems de la música cubana que se alza ante él. Sabe que la historia se está escribiendo y no quiere perderse detalle, ni si quiera los que el sonido de su propia respiración le pueda robar.

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