Crece la presión de la patronal para abaratar el despido

Contratos de despido

La propuesta de la patronal madrileña, rápidamente avalada por la CEOE, de implantar un «contrato de crisis» ha levantado un sonoro revuelo. La patronal exigen un despido todaví­a más barato, con mayor desprotección para los trabajadores, como «medida necesaria» para salir de la crisis. Pero nos engañarí­amos si consideramos que este es un mero intento de los sectores más derechistas de los grandes empresarios, imposible de aplicar por la oposición del gobierno y los sindicatos.

La CEIM, sucursal madrileña de la CEOE, ha uesto sobre la mesa un particular “contrato de crisis”. En él, la indemnización por despido se igualaría, sea cual sea su causa, a la establecida en la actual legislación para despidos por causas económicas. Lo que supondría rebajar la indemnización que recibe el trabajador de 45 días por año a tan sólo 20. La CEIM demanda además que este “contrato de crisis” esté incentivado por bonificaciones fiscales. Y exige también una drástica rebaja de impuestos para las empresas: reducción al 25% del impuesto de sociedades, de cinco puntos en las cotizaciones a la seguridad social, que la prestación de las bajas laborales se sufrague por el sistema público desde el primer día… Toda una andanada contra los trabajadores, justificada por que “el elevado coste del despido es uno de los motivos por los que en España se está destruyendo empleo masivamente”. Aunque planteada como medida coyuntural “por la situación excepcional de crisis galopante”, la patronal reconoce que “si empresarios y trabajadores estamos contentos con sus resultados podría llegar a ser una medida definitiva”. Esta es sólo una advertencia de lo que se nos viene encima a los trabajadores. Bancos, monopolios y gran patronal pretenden cargar las pérdidas sobre nuestras espaldas, para ellos conservar sus beneficios. Reclaman el derecho a “ajustar las plantillas” –es decir, reducir el número de trabajadores al tiempo que se mantiene el volumen de producción incrementando la productividad, incrementando el paro pero maximizando beneficios-. Y quieren hacerlo lo más barato posible. Nos dice que nos tranquilicemos. Que los sindicatos ya se han negado a aceptar cualquier rebaja, y Zapatero ha anunciado que “a tantos que piden el despido más fácil, les tengo que decir que no”. Pero ese es otro motivo de preocupación. Zapatero prometió que la luz no subiría por encima del IPC, y ahora asistimos al atraco masivo de las eléctricas. Juró que “no daré un euro a la banca”, y les ha proporcionado 250.000 millones de euros en forma de plan de rescate público. No estamos ante una manifestación de extremismo de la “caverna de la patronal”, sino ante un amenazante “plan de ajuste” contra los trabajadores. Que coincide con el “plan B” contra la crisis que el grupo PRISA –adalid del pseudoprogresismo- viene exigiendo: reformas estructurales cuyo objetivo debería ser rebajar los costes de producción, es decir aumentar las ganancias capitalistas a costa de los sectores “reformados”; una nueva flexibilización (pero eso sí, sin miedo, como recalca un editorialista) del mercado de trabajo más flexible de Europa, lo que quiere decir despidos más baratos, nuevas fórmulas de contratación temporal, más trabajo basura, igual trabajo por menos salario, más horas por el mismo salario… Es necesario darle una respuesta contundente por parte de todos los trabajadores.

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