Fernando González Candelas, genético de virus

«Conocemos mejor a Ómicron que hace unas semanas»

La variante Ómicron del SARS-CoV-2 ha cambiado sustancialmente el panorama de esta sexta ola de la Covid-19. Hablamos con un experto en la genética y la evolución de los virus, Fernando González Candelas, catedrático de Genética en la Universitat de Valéncia, el Instituto de Biología Integrativa y de Sistemas (I2SYSBIO) y la Fundación para el Fomento de la Investigación Sanitaria y Biomédica de la Comunitat Valenciana (FISABIO)

La sexta ola de la Covid está asociada a la implantación de una nueva variante, la cepa Ómicron, que en pocas semanas ya supone más de la mitad de los nuevos casos de contagios en España. Con más de 50 mutaciones en su genoma, la Ómicron es aún más transmisible que la variante Delta, hasta ahora dominante.

Preguntamos sobre esta nueva variante a Fernando González Candelas, catedrático de Genética en la Universitat de Valéncia, el Instituto de Biología Integrativa y de Sistemas (I2SYSBIO) y la Fundación para el Fomento de la Investigación Sanitaria y Biomédica de la Comunitat Valenciana (FISABIO)

.

¿Qué sabemos ya de la variante ómicron?

Desde luego, sabemos más que hace tres o cuatro semanas que es cuando empezó a dar la cara. Sabemos que tiene una mayor tasa de transmisibilidad, sabemos que esa mayor tasa de transmisión afecta a personas que tienen la pauta completa -dos dosis- pero que no tienen la tercera dosis de refuerzo, y que esto hace que haya más personas susceptibles de contagiarse con la nueva variante. Sabemos que la sintomatología es ligeramente distinta [por ejemplo es más raro que con ómicron surja la pérdida de olfato], y parece ser por estudios aún preliminares, que en aquellas personas donde el virus progresa como infección produce una enfermedad más leve.

Todo esto tiene una parte de buena noticia, porque aunque más personas se infecten parece que causa menos casos graves, y una parte negativa, porque si aumenta el número de infectados al ser más transmisible, esto crea mayor presión sobre la sanidad, y siempre hay personas que -sea porque no tienen suficiente protección, sea porque tienen patologías adicionales- tienen riesgo de desarrollar una Covid seria.

Estudios preliminares han mostrado que Ómicron se reproduce 70 veces más que la Delta en las vías respiratorias superiores, pero 10 veces menos en el tejido pulmonar, lo cual disminuye la posibilidad de una neumonía grave. ¿Es así, estamos ante una variante más atenuada?

Bueno, es más atenuada respecto a un componente, que es la enfermedad grave. Y menos atenuada en cuanto a la transmisión. Esos resultados de la Universidad de Hong Kong, que se han hecho en ensayos celulares, deben confirmarse en los estudios clínicos, en los pacientes reales. Si es así, si se confirmaría que es una variante con mayor capacidad de transmisión, que coloniza con mayor facilidad las células epiteliales de las mucosas, pero que tiene menor capacidad de replicación en uno de los órganos diana más críticos, los pulmones.

Todos los expertos en evolución vírica dicen que lo esperable es que el coronavirus acabe evolucionando hacia una forma más benigna, con la que pueda «coexistir» con su hospedador produciendo algo parecido a los simples catarros.  ¿Estamos ante un posible inicio de esta “deriva” evolutiva o es prematuro afirmarlo?

El equipo que trabaja con Fernando González Candelas en el Instituto de Biología Integrativa y de Sistemas (I2SYSBIO)

No es necesariamente así. La evolución de los virus está dictada por su transmisibilidad, no por su atenuación o por su virulencia. Se seleccionan aquellos mutantes que tienen ventajas para transmitirse, para producir más copias de sí mismo. Si esas variantes, además de características más transmisibles, tienen características que les hacen ser menos virulentas, esta atenuación será «arrastrada» por la mayor transmisibilidad. No porque sea seleccionada la atenuación, sino porque esta característica está ligada a la mayor tasa de transmisión. Esto puede pasar -se ha observado en muchos virus respiratorios- o puede no pasar. No hay ninguna ley natural que obligue a que un virus pierda virulencia con el tiempo, como sí la hay para que se seleccionen las cepas más transmisibles.

Por tanto, hay casos en los que sí, que el virus evoluciona hacia formas más atenuadas -ésa ha sido la historia evolutiva de los cuatro coronavirus que antes del SARS-CoV-2 han infectado a la especie humana- pero hay otros casos en los que no es así. Ojalá que ómicron, como parecen sugerir algunos estudios preliminares, sea de los primeros. Habrá que estar vigilantes.

Se teme es que las vacunas pierdan algo de poder inmunizador ante ómicron, al ser esta variante sea más esquiva para algunos anticuerpos. Aunque se confirma que con una tercera dosis tendríamos un nivel de protección equivalente al que tenemos ahora contra las primeras variantes. ¿Es así? ¿Puede dejar ómicron parcialmente obsoletas a las actuales vacunas o no?

Aquí se mezclan muchas circunstancias diferentes, porque en cada país tenemos un porcentaje de vacunación diferente y un estado epidémico distinto. Son muchos los factores a estudiar para poder concluir que Ómicron puede hacer inefectivas, o menos efectivas las vacunas. Yo personalmente creo que eso no va a pasar.

«Las vacunas actuales protegen, pero deberían reformularse para ser más eficaces contra las nuevas variantes, incluida Ómicron»

En Ómicron hay presentes muchas mutaciones, algunas de ellas implican a la espícula y afectan al poder de neutralización de anticuerpos concretos inducidos por las actuales vacunas. Y eso puede afectar a la efectividad de las vacunas, pero otra cosa es que esa pérdida de efectividad sea significativa. Porque aunque algunos anticuerpos neutralizantes se unan peor a su dominio diana de la proteína de ómicron, hay muchos más mecanismos inmunológicos que siguen funcionando. Las vacunas que ahora mismo estamos utilizando no son esterilizantes, no sirven para bloquear por completo al virus e impedir la primoinfección, sino para prevenir que se desarrolle una enfermedad grave. Y esa función que salva vidas, que impide que la sanidad y las UCIs colapsen, la van a seguir cumpliendo.

La protección que inducen las vacunas tiene varios componentes. La mediada por anticuerpos vemos que va disminuyendo con el tiempo después de administrarse la segunda dosis de las vacunas, y esa es la principal razón de una tercera dosis de refuerzo, que restaura niveles altos de protección. Los efectos de esta tercera dosis se están ensayando contra ómicron porque ha coincidido en el tiempo los ensayos con la dosis de refuerzo con la explosión de casos de esta variante. La tercera dosis refuerza la protección contra todas las variantes.

Pero si se mantiene el avance de Ómicron, van aparecer variantes o subvariantes que hagan necesario reformular las actuales vacunas, que no olvidemos, están formuladas de acuerdo al genoma del virus original de Wuhan. Al final, dentro de unos meses o en 2023, deberían reformularse las vacunas para que contengan una combinación antigénica de las nuevas variantes que han surgido, incluida Ómicron. Y así restauraremos la pérdida relativa de eficiencia, con respecto a las nuevas variantes que han surgido ahora.

La OMS no ha dejado de decir que debe ser una prioridad impulsar la vacunación en los países en vías de desarrollo. Si no lo hacemos, surgirán sin cesar nuevas variantes que pueden hacernos retroceder a la casilla de salida. ¿Comparte este punto de vista?

Si, por supuesto, completamente. La estrategia de inmunizar a toda la población mundial es la que hay que perseguir, porque ya hemos visto que las variantes surgen en todos sitios. Han surgido variantes en sitios como Reino Unido -cuando la inmunidad era aún baja- o en países con un índice de vacunación relativamente bueno.

Para evitar que el virus mute demasiado hay que limitar su replicación, y para eso hay que tratar de contener los contagios y bajar al máximo el número de personas infectadas por el virus. Y ahora mismo la mejor estrategia -no la única- son las vacunas. Las vacunas actuales no impiden la posibilidad de contagio, pero si lo dificultan. Con el tiempo esperamos que aparezcan vacunas que impidan la colonización del virus en el organismo, vacunas esterilizantes. Esas vacunas distribuidas al máximo de población mundial sí que limitarían tremendamente la transmisión del virus.

También hay que ser realistas: conseguir una inmunización del 100% de la población mundial es inalcanzable por muchos motivos, incluso con una vacuna de fácil administración. Pero nos podemos acercar mucho, lo suficiente como para impedir que el coronavirus se propague de forma epidémica.

Deja una respuesta