El Observatorio

Confesiones socialdemócratas

El artí­culo publicado el pasado viernes, 3 de abril, en el diario El Paí­s, por Ignacio Sotelo (catedrático, politólogo, ensayista y ex dirigente del «ala izquierda» del PSOE en la primera etapa de la transición), bajo la rúbrica «Obama en Europa», merece sin duda un comentario, porque es tal vez la más explí­cita, clara y reveladora de las «confesiones» que le leí­do hasta ahora de la pluma de un socialdemócrata acerca de la relación que Europa debe mantener con los Estados Unidos. En los años de Bush, la tensión entre ambas lados del Atlántico, hizo pensar a muchos en que podrí­a haber una ruptura. Pero, según Sotelo, la llegada de Obama disipa ese horizonte «indeseado».

Ignacio Sotelo, hay que decirlo, es una de las lumas más brillantes, inteligentes, acertadas e incluso autónomas dentro del articulismo socialdemócrata en la prensa española. No escribe "bajo consigna" ni se calla cuando considera que hay que darle un palo a los propios. Su mirada incluye registros que suelen escapar al "plumífero a sueldo" y su franqueza está prueba de toda duda. Sin duda, por todo ello, sus "confesiones" en el artículo que citamos son más reveladoras y contienen un fondo de verdad mucho más enraizado y real que todas las declaraciones retóricas de partido.¿Cuál es el núcleo de esas "confesiones"? Sotelo no lo puede decir más claro: con la llegada al poder de Obama (un presidente de EEUU que "por fin actúa como un líder entre iguales, dispuesto a negociar y no a imponer sus opiniones", dice) "Los europeos están a punto de conseguir lo que siempre han querido, ser fieles aliados de Estados Unidos". Sotelo comienza confesando la alegría y el estupor que le produjo la elección de Obama. Negro y de pasado "izquierdista", primero pensó que no llegaría muy lejos en las primerias, y luego que lo matarían en las presidenciales (como vemos, sinceridad no falta). Pero al fin, cuando salió elegido, "ratificando el mito de que en América todo es posible", "como tantos otros… me reconcilié con la primera república federal que, en mi juventud, había soñado como forma de estado para mi patria". Esta "resucitada" admiración por Estados Unidos se produce, pues, haciendo completa abstracción de la política "imperial" de EEUU. Si durante los 8 años de Bush lo que se ha puesto en tela de juicio es su "garrote" imperial, su simple relevo presidencial hace desaparecer como por arte de magia esa cuestión, y reaparecen, prístinos, los ideales de la "revolución americana" y una "república federal" que ya no existe ni en los sueños de los más idealistas. Basta leer a Gore Vidal para saber dónde han acabado todos esos "ideales republicanos" tras más de 50 años de actuación del "complejo militar-industrial" de EEUU.Con todo, y pese a este soberano "lapsus" socialdemócrata, Sotelo no es un ingenuo, y a la hora de valorar el "cambio" que puede traer Obama en el zurrón lo matiza muy certeramente: "tal vez vayamos a un mundo, si no más justo, al menos más sostenible y sobre todo consciente de los retos a los que se enfrenta". En resumen: olvidémonos de ideales como la igualdad y la justicia, que ya no tienen cabida en este mundo, ni con Obama ni con la socildemocracia, y fabriquemos otro "ideal": el de un mundo "sostenible". En ese nuevo mundo global que "ya está emergiendo", dice Sotelo, a Europa no le queda otra alternativa, "si no quiere ser degradado al papel de mero comparsa", y dada "la situación calamitosa en que está la Unión Europea", que convertirse en un fiel aliado de Estados Unidos, que es lo que en definitiva "siempre ha querido ser". Y lo que, ahora, con un presidente que promete actuar "como un líder entre iguales", podría llevar a cabo -y esto lo añado yo- salvaguardando su "buena conciencia".Esto es lo que hay. No se puede decir más claro ni más sencillo. Si alguien se había pensado o creído otra cosa, ya puede empezar a bajarse del burro. Las "confesiones socialdemócratas" de Sotelo desnudan el santo y dejan a la luz las vergüenzas de la socialdemocracia. No hay otras. Quien quiera que las tome, pero que luego no se presente disfrazado de "feroz antiimperialista". Ese traje postizo no es el suyo.

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