Salud

Conejillos de Indias… por millones

La FDA – Food and Drug Administration – es la agencia federal norteamericana encargada de la ejecución de las leyes para la Salud Pública. Este organismo se ha dado de baja de la Declaración de Helsinki – promulgada por la Asociación Médica Mundial, y avalada por 85 sociedades médicas -, que desde 1964 regula las normas éticas de toda investigación que involucre humanos.

Sustituida or la “Guía Clínica de Armonización para la Buena Práctica Clínica” – avalada solo por USA, Japón y la UE – prescinde de la obligación de los investigadores de informar sobre el origen de su financiación, y desaparece la de que los beneficios médicos de los ensayos se pongan al servicio de los países en los que se realizan.No es que la Declaración fuera una garantía, pero la FDA ha decidido legalizar y agudizar la impunidad con la que las multinacionales farmacéuticas y químicas disponen de “conejillos de indias”… por millones.En 1996, un ex funcionario de la FDA denunció en la revista Creative Loafing Magazine “manejos ilegales” con la multinacional Monsanto. El aspartamo – compuesto utilizado en edulcorantes artificiales – fue cuestionado por encontrarse hasta 80 casos de ataques cerebrales en USA relacionados con él. Aunque 12 corporaciones han sido llevadas a juicio hoy en día se sigue incluyendo en nuevos productos.El Policloruro de Bifelino está considerado como uno de los más nocivos contaminantes fabricados en el mundo. En USA, la Monsanto empezó a utilizarlo en 1925. No fue prohibido hasta 1977 y en España hasta el 2007, ¡30 años después!También en el 2006, David Graham, ex director asociado de la FDA, presentó ante el Senado norteamericano pruebas de que 28 mil personas habían muerto entre 1999 y 2003 y hasta 160 mil habían sufrido ataques cardíacos por el uso del trágicamente famoso Vioxx.La llamada “revolving door policy”, o política de puerta giratoria, permite el trasiego de cuadros y directivos entre la política y el mundo de los negocios. Un investigador y veterinario expulsado de la FDA, Richard Burroughs, denunció la utilización en ganado vacuno de hormonas del crecimiento sintetizadas artificialmente. Éstas provocaban infecciones en los animales y se mezclaban con la leche que producían. Burroughs alertaba especialmente sobre el trasvase de personal entre instituciones públicas como la FDA y las empresas a las que controlan.Después de esto, lo que escandaliza no es solo que ahora “legalicen” la impunidad del comercio con vidas humanas en las investigaciones científicas, sino que con estos antecedentes no estén señalados como “organizaciones criminales bajo sospecha”.

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