Educación

Condena por acoso escolar: Dardos Envenenados

La Audiencia provincial ha condenado al Colegio Suizo de Madrid a pagar 30.ooo € a la familia de un alumno, por las agresiones y el acoso sufrido durante años. Es bueno que se penalice el girar la cara y la irresponsabilidad pedagógica y profesional. Más si tiene implicaciones delictivas. Pero ¿por qué se clasifica este problema así­? Se habla de violencia enmarcada en un contexto determinado, educativo, de género, laboral e incluso terrorista. La idea es la de una lacra social en la que hay grados, pero todo cabe. En absoluto. No existe tal tronco común y sus diferentes ramas…

Nuestro sistema educativo degenera y se ervierten sus objetivos; una fábrica de mano de obra barata en lo terrenal, y un proceso de atomización hedonista en lo espiritual. En este marco los contenidos morales, el papel del profesorado y la estructura educativa, como los tres Reyes Magos, cada uno de ellos ofrece un presente ante el pesebre pedagógico, aunque lejos de la veneración de los sabios de oriente, éstos son dardos envenenados. No se trata de exculpar a los responsables. Pero es necesario aislar el problema. No podemos hablar de distorsión cognitiva – representación y explicación de la realidad -, déficit de empatía, degradación moral y, mucho menos, de poca tolerancia a la frustración – elementos de análisis de los agresores – si no comprendemos la santísima trinidad de nuestro sistema educativo. Que decir de cuando se culpa directamente a las familias… o a los maestros, que deben “respetar” a pequeños dictadores de 12 años. Según el Informe Cisneros X el 75% del profesorado convive con la violencia escolar, el 24% de los alumnos en España sufren agresiones y hasta un 40% acoso verbal. Incluso se clasifica: Bloqueo social, hostigamiento, manipulación… Existen datos en otros países mucho más preocupantes. Según Axel Didriksson – Secretario de Educación de México DF – el 77% de los alumnos mexicanos sufre acoso escolar, y en el caso de EEUU la violencia escolar recoge los 50 asesinatos que desde la masacre de Columbine se han producido. De esta manera la situación es prácticamente de epidemia fascista de una mayoría de la población estudiantil contra una minoría. Estemos alerta, pues, temerosos del vecino, del compañero y del matón de la clase. Tampoco vale la argumentación frívola de que esto ha ocurrido toda la vida y el problema es que ahora se difunde en los medios de comunicación. O que desde los agentes sociales el modelo que se ofrece vincula el ejercicio de la violencia y en eso se educa; tanto para un roto como para un descosido. Se sustituye la libertad por la tolerancia, la autoridad por la mediación y el barrio por la institución. El “exacerbamiento del ombligo” y “el respeto al otro – ser tolerante –“ no tienen nada que ver con la libertad colectiva, que es responsabilidad individual. El maestro ha de ser una autoridad moral no el intermediario entre los contenidos –en definitiva, el Ministerio de Educación – y los alumnos. Y si los colegios e institutos se aíslan de la comunidad a la que sirven, de tal manera que aquello que ocurre en uno le es ajeno al otro…

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