El caso de la periodista espia en Irán

Condena de ocho años por espionaje

Roxana Saberi fue detenida en enero por comprar una botella de vino, pero acabó juzgada por espionaje. El gobierno Iraní­ no explicó a quién habrí­a espiado, pero destacó que no estaba acreditada como periodista.

La Justicia iraní­ condenó a ocho años a la eriodista estadounidense-iraní­ Roxana Saberi por el delito de espionaje. Tras un juicio que duró menos de una semana y se realizó completamente a puertas cerradas, el Tribunal Revolucionario de Teherán concluyó que la joven de 31 años estaba espiando para el gobierno norteamericano. El abogado defensor ya adelantó que apelará el fallo. Desde la Casa Blanca reaccionaron de inmediato a la noticia y anunciaron que el presidente Barack Obama estaba decepcionado, según informó el número dos del Consejo de Seguridad Nacional del Ejecutivo, Denis McDonough. El mes pasado el mandatario estadounidense habí­a ofrecido al gobierno iraní­ barajar de nuevo y abrir un diálogo.La periodista fue detenida en enero, pero sus padres, que viven en Estados Unidos, recién lo denunciaron ante los medios de comunicación a fines de febrero. «Roxana nos dijo que nada de lo que confesó era cierto, pero que la habí­an intimidado y le dijeron que si cooperaba serí­a liberada», denunció ayer su padre, Reza Saberi. Desesperado, viajó con su mujer, de origen japonesa, a Teherán a principios de esta semana y logró ver a Roxana en su celda. Cuando terminó la visita, le contó a la prensa internacional que su hija fue detenida cuando compraba una botella de vino, un delito según la ley islámica que rige en todo el territorio iraní­ desde la victoria de la Revolución Islámica en 1979.Según el relato de Saberi, nunca les explicaron ni a ellos ni a su hija cómo la Justicia pasó de ese delito menor a acusarla de espionaje para un gobierno extranjero. «No tení­a una acreditación de prensa y llevaba a cabo actividades de espionaje bajo la cobertura del periodismo», fue la única explicación que dio a los medios el procurador adjunto de Teherán, Hassan Hadad.Nada se sabe sobre qué tipo de tareas de espionaje habrí­a realizado ni sobre qué institución o personalidad iraní­. Lo que sí­ dejaron en claro es que el Estado iraní­ no reconoce el concepto de doble nacionalidad, por lo que a los ojos de la Revolución Islámica Saberi es una ciudadana estadounidense.La presunta espí­a nació en Irán, un año antes de la caí­da del último Sha de Persia, Mohamad Reza Pahlevi, férreo aliado de Washington. Sus padres dejaron el paí­s cuando ella era apenas un bebé porque no querí­an vivir en el nuevo régimen y se instalaron en Estados Unidos. Allí­ se crió y estudió. Pero en 2003, Roxana decidió redescubrir sus raí­ces y se instaló en Teherán para trabajar como periodista free lance. Transmitió para la radio pública norteamericana NPR, la británica BBC y las cadenas de televisión estadounidense Fox News y ABC. Al momento de la detención, estaba cursando una Maestrí­a sobre cultura y literatura iraní­ en una universidad de la capital y preparaba un libro.Desde que la familia de Saberi denunció el caso, el gobierno de Barack Obama intenta presionar a Teherán para que divulgue las pruebas que tiene en contra de la periodista y que permita un contacto diplomático con la ahora condenada. «Trabajamos de cerca con la potencia protectora de Suiza (que representa los intereses de Estados Unidos en Irán desde que las dos naciones rompieron relaciones diplomáticas) para obtener detalles de la decisión judicial y para garantizar su bienestar», informó ayer la secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, en un breve comunicado.Hace dos semanas Clinton habí­a dicho que una delegación norteamericana habí­a entregado una carta a una delegación iraní­, en la que reclamaba la liberación de tres norteamericanos detenidos en Irán, incluyendo a Saberi. Según la funcionaria, el encuentro informal entre las dos misiones diplomáticas se habí­a concretado en uno de los cuartos intermedios de una conferencia sobre Afganistán en La Haya. Unos dí­as después, y sin levantar demasiado la atención de los medios, un portavoz de la cancillerí­a iraní­, Hassan Ghashghavi, desmintió a su par norteamericana. Para Teherán nunca hubo un pedido formal de Washington.

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