Venta de la sanidad

Concentración hospitalaria, tu vida va en ello

La mayor operación de fusión hospitalaria de la historia de España ha dado lugar al mayor grupo hospitalario privado en nuestro paí­s, y uno de los principales a nivel europeo.

Los artífices son dos grandes fondos de inversión anglo-norteamericanos, Doughty-Hanson y CVC, ambos presentes en varioss sectores económicos españoles. El primero, propietario del grupo Hospitalario Quirón, ha vendido al segundo, propietario de IDCsalud (antigua Capio), el 61% de sus acciones en Quirón.A la vez que el Real Decreto de 2012 cambió el modelo de asistencia sanitaria por ciudadanía al de aseguramiento, el mapa hospitalario español privado dió un vuelco con la fusión de USP Hospitales (1.306 camas, propiedad de Doughty-Hanson) y Grupo Hospitalario Quirón (930 camas). El tercer y cuarto grupo hospitalarios del país, entonces el primero era Capio, pasaron al primer puesto. La fusión se ampliaría en 2013 con la compra de las clínicas Teknon.

«Al primer ejecutivo de IDC-Capio en España, se le conocía por el ministro de sanidad en la sombra»El 85 % de los ingresos del resultante grupo Hospitalario Quirón provienen de las grandes aseguradoras. Unas entradas que se verán aumentadas ante la nueva deducción fiscal por contratar seguros privados de salud prevista para la reforma fiscal del gobierno Rajoy para el 2015.Según las estadísticas de Salud de la OCDE, en España contrata este tipo de seguros un 13% de la población, mientras en Francia ese porcentaje alcanza un 96%, y en los Países Bajos, un 89%. Las abultadas listas de espera públicas ayudaron a que el volumen de primas el año pasado creciera nada menos que un 2,7%.Por otro lado, IDCsalud-Capio es el principal gestor privado de la sanidad pública. La salud de estos contratistas es boyante a raíz del modelo de gestión público-privado.Según el Ministerio de Sanidad, el dinero trasvasado de las arcas públicas a las privadas (conciertos o contratistas como Capio) ha crecido un 52% desde 2002 a 2011. Actualmente suma unos 7.600 millones de euros al año, un 10,5% del gasto sanitario público (72.000 millones anuales). El 65% de los ingresos de IDC-Capio provienen de contratos con administraciones públicas.Antes de esta fusión, a Victor Madera, primer ejecutivo de Capio en España, se le conocía por el ministro de sanidad en la sombra. Un ejecutivo con más responsabilidad sobre la buena marcha del sistema sanitario que cualquier ministro o consejero del ramo.Pero, con la actual adquisición de Capio, aparece en la sanidad española un gigante que anuda toda las formas de provisión de salud, la pública y la privada. Y es que, mientras el sistema sanitario público se va troceando, degradando y vendiendo, el estado y los grandes capitales monopolistas extranjeros (secundariamente nacionales) están fuelizando la concentración de un sector residual, el privado, para convertirlo en nueva fuerza motriz y hegemónica de la sanidad.Transformación radicalLa transformación de la sanidad privada en las últimas décadas, para este fín, ha sido radical. La sanidad privada no era más que un hermano menor, un “complemento”, atomizado y fragmentado, que se encargaba de la atención a los pacientes en lista de espera de la pública. Los mejores profesionales, los mejores medios, sin embargo, se han formado y desarrollado durante las primeras décadas de la transición en el sector público.La hegemonía pública, sin embargo, no era obra altruista de los gobiernos de izquierdas. Se fraguó con la aportación a las arcas públicas de los grandes capitales monopolistas nacionales e internacionales, entonces focalizados en otros sectores para multiplicar su balance de cuentas.

«Aparece un monopolio gigante que anuda toda las formas de provisión de salud, pública y privada «

La sanidad universal y gratuita ha sido una de las principales monedas de cambio para dotar de mayoría absoluta a un sistema político cuya misión era atlantizar (y germanizar) España. Y, a medida que estos objetivos se iban cumpliendo, se iba fraguando el tránsito hacia una sanidad menos universal y gratuita, con Reales Decretos como el de 1997 que daban entrada a empresas y fundaciones privadas en la sanidad. El cambio se iba fraguando paso a paso, como un gran transatlántico girando levemente sin causar grandes desatinos. Mientras tanto, las grandes farmacéuticas han rentabilizado sobradamente la hegemonía de la sanidad pública, convirtiendo a España en un paraíso de la “medicalización social” y, por ende, el segundo mercado farmacéutico mundial. Pero la crisis financiera en el corazón del imperio (EEUU) ha impuesto un golpe de timón en el transatlántico sanitario. Una auténtica reforma estructural para dar entrada en la sanidad a los grandes capitales financieros anglo-norteamericanos, ya presentes en otros sectores de nuestra economía.Se apropian de la gestión clínica, de los servicios no sanitarios y de sectores auxiliares como laboratorios o la extracción de sangre.Los intereses de las farmacéuticas son salvaguardados bajo diferentes formas, como los copagos, mientras el peso principal de las “reformas” sanitarias se desplaza a favorecer la hegemonía de los grandes fondos de inversión, como CVC, ávidos de rendimientos que la sanidad española ofrece. Según el instituto del sector privado IDIS (Instituto para el Desarrollo y la Integración Sanitaria) el ritmo de crecimiento del sector sanitario privado en plena crisis económica, entre 2009 y 2012, ha sido del 1,8%. Mueve anualmente en España 9.800 millones de euros.Los márgenes que ofrece la reducción de costes en la sanidad gratuita y universal es el quid de la cuestión. Y esta reducción vulnera los criterios científicos y sociales que hasta ahora se podían introducir en la práctica médica, como es el tiempo máximo de espera. Una sociedad como la nuestra no acepta menos, por ello puede emerger una marea blanca capaz de unir a profesionales y pacientes para paralizar sus planes en Madrid.Por tanto, avanzar en que la sanidad pública se pusiera al servicio de las necesidades del país y la mayoría de la población no era exclusivamente un problema de invertir cada vez más dinero público. Los recortes son los síntomas de una enfermedad mayor, crónica.

«La sanidad ya estaba privatizada antes, aunque nos ofreciera un servicio gratuito e universal «

No basta con defender el carácter público de la sanidad. La sanidad ya estaba privatizada antes, aunque nos ofreciera un servicio gratuito e universal. Los mismos gestores públicos, de izquierdas y de derechas, han descentralizado (o sea, troceado) y vendido la sanidad mientras los gigantes monopolistas ganan poder para hacerse con su gestión bajo paraguas público.Y, aunque la Marea Blanca paralizó momentáneamente sus planes en Madrid por errores de bulto de los gestores del PP, la concentración de los grandes capitales monopolistas extranjeros y su introducción en el sector sanitario, público o privado, no cesa. Por ello, el rechazo a la privatización no debe quedarse en la mera defensa de la sanidad pública, debe exigir que se arrebate a esos grandes capitales financieros nacionales y extranjeros la riqueza que usurpan al país, con la que se puede modernizar y mejorar la sanidad, que se auditen y eliminen las bolsas de despilfarro y corrupción en las altas esferas de la gestión sanitaria, y que ésta pase a manos de los profesionales y pacientes para asegurar que la sanidad pública se guía por los estándares científicos y sociales que se corresponden a un país del segundo mundo como el nuestro. Nuestra vida va en ello.

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