Reforma de la Constitución

Con nocturnidad y alevosí­a

Hasta ahora no se habí­an podido poner de acuerdo para introducir cambios constitucionales menores -referentes a la Monarquí­a o el Senado- , y ahora, para cumplir el diktat imperial de Merkkel, reforman la constitución por decreto, aceleradamente, y en pleno mes de agosto, violentando las normas democráticas más básicas y con argumentos propios de un «trilero».

PP y PSOE se han uesto de acuerdo en un tiempo récord y han acordado modificar a una velocidad inusitada la Ley de leyes, la Constitución, bajo el pretexto de que hay que tener un equilibrio presupuestario. O sea, los mismos que nos han traído hasta una situación de endeudamiento indecible, ahora aseguran que la solución es entregar la soberanía económica a las exigencias francoalemanas como solución a su enfermedad.Es como el alcohólico que le vende el alma al diablo con tal que el diablo aleje la botella de él.PP y PSOE no dejan de repetir que no es necesaria la celebración de un referéndum porque la propia Constitución contempla que si no se alteran los artículos fundamentales (I y II) no es necesario a no ser que lo pida el 10% de los diputados. Pero que sea legal no quiere decir que sea legítimo.Los mismos que desoyen las reivindicaciones populares, los mismos que gestionan el saqueo al 90% de la población sin miramientos, loss que aparecen en las encuestas como el tercer mayor problema que tiene España, ahora se otorgan el derecho a cambiar la Constitución sin consultar al pueblo. Violentan la democracia -un auténtico golpe de timón constitucional-, contraviniendo el verdadero espíritu de la Constitución, que sí contempla la posibilidad de hacer consultas populares para las cuestiones de especial trascendencia para el país. Posibilidad que, en las actuales condiciones, es una obligación democrática. Lo están haciendo de hurtadillas, en pleno mes de agosto, con medio país de vacaciones, expresando el divorcio absoluto entre una clase reinante totalmente comprometida y sometida con las exigencias de los “acreedores” (EEUU y Alemania) y un pueblo español que ha dado muestras, en las pasadas elecciones municipales y con el 15-M, de hartazgo y combatividad contra los recortes exigidos. En agosto se aprueban siempre las reformas que requieren de la neutralización de la respuesta popular. ¿ Por qué tanta prisa en reformar la Constitución? La justificación de que es imprescindible modificarla para calmar a los temibles mercados, que han sembrado el pánico en el mes de agosto no se sostiene. La realidad es justamente la contraria a la que nos quieren presentar.La reforma es una exigencia de Merkel y Sarkozy quienes, en la última cumbre de mediados de agosto, ya propusieron la instauración de "un verdadero gobierno económico" en la zona euro, constituido por un consejo de jefes de Estado y de Gobierno que se reúna dos veces al año. Ellos fueron los que acordaron, ni dos semanas antes de que lo hayan cumplido Zapatero y Rajoy, que los 17 estados miembros adopten en sus respectivas constituciones, antes del verano de 2012, reglas comunes para garantizar el equilibrio presupuestario.La forma de imponer el cambio es debido al ultimátum de Merkel a través del BCE. Coincidiendo con la compra de deuda española por el Banco Central Europeo, éste envió una carta a Zapatero con las medidas de ajuste que debería tomar, de la misma forma que hizo con Italia.No hay que olvidar que en estas actuaciones sobre los ajustes en Europa han tenido un papel de primer rango el presidente del Tesoro Norteamericano y el propio Obama. . ¿ Para esto? ¿ahora? No Precisamente, la Constitución es, en la actual fase de la crisis en la que las necesidades de financiación de EEUU son especialmente agudas, un parapeto hacia sus imposiciones hegemonistas. Por eso deben modificarla. Y por eso debemos defenderla todos los demócratas que realmente queramos poner freno a los ataques a los que nos están sometiendo EEUU y Alemania para exprimir nuestra riqueza al servicio de sus necesidades de financiación. No nos olvidemos nunca que para hacerlo tienen que degradar nuestro país políticamente. Y la máxima expresión es que puedan cambiar a su gusto la Constitución. De eso se trata, de afirmar que España es nuestra y no de Washington y Berlín, que de “España, capital Berlín” nada de nada, que “para esto y ahora, ¡no!, la Constitución no se toca.

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