Crece la marea popular para limitar los multimillonarios sueldos de los banqueros

¿Cómo que no se puede?

Desde que estallara la crisis, cinco billones de euros de dinero público -una cifra equivalente a toda la nueva riqueza que España tarda cinco años en producir- han sido empleados para «rescatar» a los grandes bancos. Y esos mismos banqueros, cuyos beneficios son sostenidos con el dinero de todos, siguen presentando astronómicos salarios -1.500 o 3.000 veces superiores al sueldo medio- y multimillonarias bonificaciones. La oleada de indignación popular se ha transformado en escándalo público, e incluso los centros del capitalismo mundial -los EEUU de Obama, pero también Alemania o Francia- se han visto obligados a tomar medias para limitar el salario de los altos ejecutivos de bancos y monopolios. Y mientras, en España, tras haber utilizado 250.000 millones en el primer plan de rescate bancario, y preparar hasta 200.000 millones en este segundo, permite que el presidente del BBVA se embolse 19,7 millones al año, ó el conjunto del consejo de administración del Santander cobre salarios por valor de 189,4 millones.

“Los ricos bajo ataque”. Así se titulaba un número esecial de The Economist, una de las históricas biblias del capital financiero mundial, dedicado a las medidas para limitar los salarios y privilegios de los altos directivos de bancos y monopolios. Hasta este punto la crisis ha puesto sobre el tapete un tema que hace algunos años parecía impensable, pero que ahora ya nadie puede ignorar. Las demostraciones de indignación popular se suceden en todo el planeta. Jake Desantis, vicepresidente de AIG –cuyos ejecutivos se adjudicaron un bonus de 165 millones tras recibir un rescate público de 180.000 millones- ha publicado una carta en el New York Times bajo el título “Yo dimito”, donde se confiesa “indefenso frente al oprobio público y la deshonra”. La mansión de Fred Goodwin, el banquero que llevó al Royal Bank of Scotland a la ruina, y que ha pactado con el gobierno británico una pensión vitalicia anual de 760.000 euros, “sufre” una manifestación permanente ante su mansión. Estas son algunas aparatosas manifestaciones públicas de una corriente subterránea, aplastantemente mayoritaria, de tal magnitud que ha obligado a los gobiernos de las principales potencias capitalistas a tomar medidas “sorprendentes”. Ante la cólera popular por el “caso AIG”, el Congreso norteamericano ha aprobado un proyecto de ley que gravará con un 90% las primas de los directivos cuyo salario supere los 250.000 dólares, para todas aquellas empresas que hayan recibido ayudas públicas por más de 5.000 millones de dólares. Al mismo tiempo, Obama ha impuesto que los salarios de los ejecutivos de empresas rescatadas por el Gobierno federal tengan un tope de 500.000 dólares por año. Además, está prohibida toda retribución adicional que se pueda convertir en efectivo antes de que la ayuda haya sido devuelta al Estado. Todo un terremoto en Wall Street, que ha llevado a algunos sectores “neocons” a tildar a Obama de “socialista”. Pero no sólo ocurre en EEUU. En Francia, donde ya se han sucedido dos huelgas generales, Sarkozy ha dado un ultimátum a la patronal francesa para que haga propuestas antes de recurrir a un decreto limitando los salarios. Y ha exigido al ex director de Valeo, Thierry Morin, que se llevó 3,2 millones de euros como indemnización, tras despedir a 1.600 empleados y recibir 20 millones de euros de fondos públicos, que devuelva sus multimillonarios bonus. Y hasta en Suiza, paraíso de la “paz social”, una iniciativa popular ha reunido 120.000 firmas para poner freno a los salarios de los altos directivos. En tiempos de aguda crisis, hay cosas que ya no son soportables. Como por ejemplo que un financiero como Madoff ganara 200.000 dólares a la hora. O que desde 1976 se haya multiplicado por ocho el abismo salarial entre los altos directivos y el trabajador medio. El maremoto de indignación social ha obligado a algunos gobiernos a tomar medidas. Y lo que antes parecía imposible, limitar el salario de los banqueros, ahora aparece como realizable. El secretario general de ESADE, una de las principales escuelas de negocios españolas, ha declarado que “el escándalo social que provocan estos casos es razonable. Los gobiernos sí pueden fijar los niveles de retribución en las compañías que son intervenidas o precisan de ayudas públicas. Bastaría incluir una cláusula que supedite las ayudas a un tope salarial”. Mientras Obama, o incluso Sarkozy, toman medidas para intentar encauzar el descontento popular, Zapatero todavía no ha dicho esta boca es mía. Y la aplicación en España de la limitación del salario de los banqueros podría tener extraordinarios efectos. Sólo con reducir a 10.000 euros mensuales el sueldo de los directivos del Santander y el BBVA, dejarían de cobrar casi 42.000 millones de pesetas, con los que se podrían crear más de 10.000 empleos. Sólo con reducir el sueldo del presidente del BBVA a este límite se pagaría podría elevar a 1.000 euros la pensión de 37.000 viudas que hoy malviven con poco más de 300 euros. ¿Quién ha dicho que no se puede hacer? Si hasta en los centros del capitalismo mundial se están tomando medidas que apuntan en esta dirección, todo depende únicamente de la voluntad política, de si en España mandan más los banqueros que el gobierno. Es necesario incrementar la movilización social para imponer esta limitación de los escandalosos salarios de los banqueros, mientras siguen exhibiendo fabulosos beneficios, y que ese dinero se emplee en elevar el sueldo del 40% de trabajadores que ni siquiera llegan a mileuristas. Una primera medida para impulsar un programa contra la crisis en beneficio de la mayoría. Definitivamente, sí se puede.

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