Corresponsalí­a Murcia.

Como gato y ratón.

Ayer se encerraban una treintena de trabajadores en la fábrica de curtidos Novael en protesta por el incumplimiento del acuerdo alcanzado por gerente y trabajadores de la admisión de nueve de sus trabajadores que habían sido invitados al despido.En primer lugar es un ejemplo de lucha en unidad de toda la plantilla con sus compañeros. También exigen el cobro de las nóminas atrasadas, de las cuales tan solo han cobrado la del mes de enero, y están a expensas de recibir sus sueldos de febrero y no saben cuando cobrarán el de marzo.Por su parte la gerencia de la fábrica juega al gato y al ratón incumpliendo acuerdos y haciendo declaraciones contradictorias, un sucio juego que los trabajadores no entienden. Aseguran que hay trabajo y encargos por valor de 300 000 euros que los clientes pagan y no se explican dónde termina tal volumen de dinero. Por tanto trabajo hay para mantener a toda la plantilla y la gerencia juega al donde dije digo digo Diego para escurrir el bulto y no pagar.También encontramos en la puerta de Novapel a tres trabajadores de una empresa de cobros debido a que la cantidad debida es considerable para plantearse tales medidas y los trabajadores necesitan cobrar sus sueldos, ya que se ven en una situación de desamparo total, en la que nueve de ellos han sido invitados al despidos y el resto cumple con su trabajo y no recibe el salario.También asistieron los representantes sindicales de CCOO para manifestar apoyo a estos trabajadores en lucha y anunciar que si la situación no se soluciona favorablemente tomarán medidas en el asunto. Aseguran que si la situación continúa se tendrá que investigar, ya que no solo corresponde a una irregularidad laboral, también podría corresponderse a un fraude fiscal.Si bien a medio día había un acuerdo entre gerencia y trabajadores ante la situación evidente que dejaba en entredicho a Novapel. Minutos después el director Jorge Planas negaba las condiciones de acuerdo, planteando abiertamente que contratará por servicios de obra a los trabajadores según el volumen de trabajo. Una vez sacado el pringue durante años, el contrato por obras no respeta antigüedad ni fijeza en el trabajo, con la crisis y la necesidad de las familias aprovechan para plantear unas medidas de precariedad mientras las condiciones de muchas de las fábricas permiten mantener el ritmo habitual, claro que para ellos es una oportunidad única para hacer caja a costa de las condiciones y sueldos de los que trabajan.

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