Lo más importante de la carta hace referencia a eliminar la condición de habilitar una «zona de despeje» para la entrega de prisioneros. Esta condición ha sido hasta ahora el principal obstáculo para llevar adelante un «canje humanitario», ya que el gobierno del presidente Uribe se ha negado rotundamente y las FARC la incluían como condición excluyente.
Las FARC también ofrecen la entrega de los cueros de secuestrados muertos en cautiverio y reclamados por sus familiares; hace una contabilidad de los secuestrados y, en definitiva, manifiesta su voluntad de avanzar en las liberaciones. ¿Estamos ante un cambio de línea de las FARC, un cambio de estrategia y, en cualquier caso, a qué puede obedecer? Las FARC han sufrido en poco tiempo la pérdida de dos de sus principales líderes. El rescate de Ingrid Betacourt fue también un duro golpe para la organización. Sumada a la deserción constante en sus filas, que muestran una organización horadada en algunos de sus aspectos. ¿Un cambio de estrategia debido a una debilidad militar y organizativa? Es posible, pero no puede afirmarse taxativamente que esta sea la principal razón. Puede existir también en la organización una tendencia para buscar más las vías políticas en detrimento de las militares. Una tendencia agudizada por la defenestración en pocos meses de las principales cabezas de las FARC y por el rechazo de la sociedad colombiana que aísla a la guerrilla. Por otra parte, hay que tener en cuenta que la posible “incorporación” de las FARC a la vida política contaría con el indiscutible apoyo de Chávez, en el sentido que sería muy conveniente para el Frente Antihegemonista y el proyecto venezolano una alternativa política así en Colombia. Es pensable que esta posibilidad haya sido contemplada ya desde hace un tiempo y que la liberación de secuestrados desde hace un año coincida con esta nueva voluntad política. Estas son algunas que las razones que pueden estar presentes detrás de la nueva voluntad de las FARC en la entrega, casi incondicional, de secuestrados. Pero puede haber más razones y habrá que seguir el curso de los acontecimientos. De momento el presidente Uribe ha rechazado la propuesta inclinándose por la “mano dura” que caracteriza su gobierno. Aunque en plena precampaña electoral colombiana, con la salida de Bush de la Casa Blanca y las nuevas exigencias de Washington al gobierno colombiano… el presidente Uribe debe calibrar muy bien sus cartas. Su posición respecto a las FARC puede variar