El régimen de los ayatolás ha anunciado que contempla positivamente la propuesta del grupo de grandes potencias -capitaneadas por EEUU- que hasta ahora supervisan su programa nuclear, para volver a la mesa de diálogo. Pero al mismo tiempo ha asegurado que no suspenderá el enriquecimiento de uranio, que alimenta, según Teherán, su industria nuclear civil. El anuncio se producía unas horas antes de que la secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton compareciera ante el Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes, para explicar que Washington baraja «fuertes sanciones» si Teherán rechaza el esfuerzo diplomático y no abandona sus ambiciones nucleares. La postura de la Casa Blanca parece haberse endurecido después de las declaraciones de Ahmadinejad en la cumbre de Ginebra contra el racismo, donde el presidente iraní denunció a Israel.
El ortavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de Irán, Hassan Qashqavi, señaló que "la declaración de Irán será publicada en un tiempo apropiado y considerando los últimos eventos y condiciones internacionales", y agregó que "la respuesta de Teherán es clara… la República Islámica está interesada en mantener las conversaciones con o sin precondiciones basadas en justicia, y respeto e interés mutuos". La respuesta iraní no se esperaba, no al menos todavía. El alto representante europeo, Javier Solana –actuando como representante oficioso del G5+1 (los miembros del Consejo de Seguridad más Alemania)- llamó por teléfono la semana pasada al jefe negociador iraní Said Yalili, dejando entrever su deseo de resolver el contencioso diplomáticamente, pero al no recibir una contestación en breve, se interpretó que Teherán meditaría su respuesta –incluso para ganar tiempo para seguir desarrollando su programa-. Además, en las cancillerías occidentales corría estos días la consigna de “no hacerse ilusiones con Irán” que lanzó el lunes el presidente norteamericano Barack Obama, ante el polémico discurso de Ahmadinejad contra Israel. En las últimas semanas ha habido una `toma y daca´ ciertamente contradictorio entre Washington y Teherán. Por un lado funcionarios de alto nivel de los dos gobiernos mantenían un primer y cordial encuentro en La Haya, después de décadas de silencio. Irán acudió a la Conferencia sobre Afganistán y su aportación fue bien valorada. También Ahmadinejad, en una reciente entrevista a Der Spieguel, lanzaba elogiosas palabras –mezcladas con recelo- del presidente norteamericano. Por otro lado, el anuncio por todo lo alto por parte del gobierno de Teherán de que Irán ya domina el ciclo completo de enriquecimiento del uranio –que vale tanto para fabricar combustible nuclear como para elaborar artefactos atómicos- y de que ya poseen 7000 centrifugadoras ponía los pelos de punta a EEUU y occidente. Washington ha decidido que hay que guardar la cara amable y que es el momento de mostrar durante algún tiempo su semblante más firme. Hillary Clinton, insistió ayer ante el Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes la voluntad de Washington de dialogar, pero que EEUU está "aplicando nuevos enfoques" para abordar la "amenaza que representa Irán". La secretaria de Estado aseguró que la Casa Blanca “no se hace ilusiones” y que tiene “los ojos muy abiertos”, y advirtió de "fuertes" sanciones para el régimen de los ayatolás si no se atiene los esfuerzos diplomáticos. "Estamos más que dispuestos a tender puentes hacia Irán para discutir un amplio abanico de temas, asumiendo que ellos están dispuestos a corresponder", pero luego afirmó que EE.UU. está "preparando el terreno" para sanciones "muy fuertes, paralizadoras, que podrían ser necesarias en el caso de que nuestros esfuerzos fueran rechazados, si el proceso no prosperara o no tuvieran éxito", advirtió Clinton, que insistió tajantemente en que por encima de los esfuerzos diplomáticos de Washington hacia Teherán, para la superpotencia es absolutamente imprescindible impedir que Irán se haga con armas nucleares.