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Chipre se rebela contra la Troika

Sonora bofetada del Parlamento chipriota a Bruselas. La Cámara de Representantes del Estado isleño rechazó ayer el plan de rescate elaborado por el Eurogrupo el pasado viernes. Pocos podían imaginar hace unas semanas que un país de apenas 800.000 habitantes y cuya economía supone el 0,2% de la Eurozona se convertiría en el mayor quebradero de cabeza de la Troika.

El «impuesto extraordinario» sobre los depósitos bancarios de la isla -la condición más controvertida del rescate de 10.000 millones de euros- no obtuvo ni un voto positivo en el Parlamento: con 36 diputados en contra y 19 abstenciones, las de los parlamentarios del partido del presidente, Nicos Anastasiadis. Ni siquiera ellos aprobaron las medidas, según un miembro de la agrupación, para «fortalecer» la «posición negociadora» de Chipre.«Sólo podemos dar una respuesta: decirle no al chantaje», había exhortado antes de comenzar el pleno parlamentario el izquierdista Yiannakis Omirou, presidente del Parlamento. «Queremos un rescate europeo, no una destrucción de Europa», añadió Manos Karoyian, dirigente de la agrupación centrista DIKO.

La Cámara chipriota puso así freno a cuatro días de especulaciones tras la reunión del Eurogrupo del viernes. Ahora se tendrá que renegociar el pacto sobre el rescate alcanzado con la Troika. Chipre sigue necesitando alrededor de 17.000 millones de euros para poder pagar las cuentas estatales y evitar la quiebra de su desproporcionado sector bancario, con un tamaño de cinco veces el PIB del país.

Sin embargo, la Troika sólo ofrece 10.000 millones de euros. Por este motivo consignó a Anastasiadis reunir 5.800 millones adicionales a través de un «impuesto extraordinario» a los depósitos bancarios del Estado isleño, provocando un corralito en el país -Chipre ha prohibido las transferencias, bloqueado la banca on line y decretado el cierre provisional de las sucursales bancarias- en previsión de retiradas masivas de dinero.

No parece que eso vaya a cambiar hasta que se decidan medidas alternativas, especialmente por el miedo gubernamental a una fuga masiva de depósitos en el momento en que abran las sucursales bancarias, que, en principio, seguirán cerradas hasta mañana.

Además, el BCE ha garantizado la liquidez a los bancos chipriotas «bajo las reglas ya existentes», según anunció ayer la institución. Precisamente cortar esa liquidez fue una de las coacciones a Chipre denunciadas por Anastasiadis el domingo.

El dilema radica ahora en cuáles van a ser los pasos a seguir. Es obvia la pertinencia de una renegociación del pacto de rescate. El presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, que tachó de «decepcionante» el rechazo del Parlamento chipriota, ha pedido al Gobierno de Nicosia que presente alternativas para que el coste del rescate no supere los 10.000 millones. «Lamento mucho que Chipre haya adoptado esta decisión, pero la pelota está todavía sobre su tejado porque la oferta del Eurogrupo y sus condiciones siguen sobre la mesa», dijo Dijsselbloem. «Chipre tiene cierta libertad para presentar propuestas, pero deberán cumplir nuestras condiciones», añadió.

Anastasiadis admitió en la tarde de ayer que el Gobierno baraja «sus propias opciones». La televisión estatal chipriota CyBC filtró ayer que podría haberse elaborado un plan alternativo consistente en nacionalizar los fondos disponibles de la Seguridad Social del país -sin aclarar cuáles serían- y administrarlos mediante una compañía pública para garantizar la subsistencia de los sectores más dañados de la economía, una opción en la que podrían involucrarse tanto la Unión Europea como el Gobierno de Rusia. No obstante, la información no ha sido confirmada oficialmente.

Además, el ministro de Economía Michalis Sarris -quien desmintió haber dimitido- viajó ayer a Moscú para renegociar las condiciones del préstamo por 2.500 millones de euros concedido a Chipre por Rusia en 2011 por un plazo de 4,5 años y a un interés anual del 4,5%. Su objetivo es reducir ese tipo a menos del 2%.

Anastasiadis habló ayer con el presidente ruso Vladimir Putin telefónicamente para preparar esa reunión. Según los medios chipriotas, Sarris podría haber viajado con los informes sobre los recientes hallazgos de gas en el sur de la isla, valorados en 80.000 millones de euros y codiciados por las compañías rusas, con el objetivo de incluirlos en la negociación. Además, podría buscar la venta a Rusia del Banco Popular de Chipre, una entidad en apuros.

El día comenzó movido en la isla. Por la mañana se celebró una reunión de la comisión económica gubernamental y se aprobó una corrección a la quita de depósitos. Anastasiadis desoyó la recomendación del Eurogrupo de decretar el «impuesto extraordinario» sólo a los depósitos superiores a 100.000 euros y decidió salvar únicamente a los ahorradores con menos de 20.000 euros en sus cuentas, sin aumentar el porcentaje del 9,9% exigido a los más pudientes, medida rechazada finalmente en el Parlamento.

Los chipriotas consideran su país como un «centro de negocio internacional» y la presión sobre los grandes depósitos podría vaciar sus bancos de capital extranjero, que representa hasta el 30% del total de los depósitos de la isla; la mayoría proviene de clientes rusos.

Sin embargo, ese nexo de negocio es visto por Alemania, Holanda, Finlandia y Austria como una excusa para justificar un posible funcionamiento del país como un «paraíso fiscal» y un punto de «lavado de dinero» de los oligarcas rusos, pese a que Chipre ha superado todas las auditorías internacionales.

Conforme avanzaba la mañana Anastasiadis comenzaba a darse cuenta de la imposibilidad de aprobar las medidas en la Cámara. La puntilla llegó cuando su partido decidió abstenerse en la votación.

Mientras tanto, unas 2.000 personas comenzaban a agolparse a las puertas del Parlamento pidiendo justicia. Cuando se conoció el rechazo a la medida hubo un grito unánime: «¡Chipre pertenece a su pueblo!», gritaron los allí reunidos. El futuro inmediato del país será sin duda convulso.

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