«Desde un punto de vista económico, sus ventajas no se limitan a la productividad del trabajo, sino que llevan también la eficacia del capital y la calidad de la investigación. Desde un punto de vista social, su reducción de la pobreza mundial se ve acompañada por la desestabilización de las clases medias y el aumento de la exclusión en los países desarrollados.»
El desafío chino es muy diferente del milagro jaonés, que se desplegó bajo la órbita norteamericana y jamás ha buscado contestar a la supremacía de Washington. Frente a Estados Unidos, cuyas ambiciones son ahora desmesuradas en comparación a unos medios minados por su adicción al crédito y su sobreexpansión militar, frente a una Europa impotente y sin proyecto, a un Japón estancado y cada vez más dependiente de su inmenso vecino, China no ve en su estatus de segunda gran potencia más que una etapa hacia la conquista del liderazgo mundial. (LE MONDE) THE WALL STREET JOURNAL.- La extraordinariamente baja rentabilidad de los bonos indica un nefasto escenario económico. Pero los Gobiernos tienen un motivo para el optimismo. Al menos durante un período, podrán reducir los intereses al mismo tiempo que toman más préstamos. La combinación de una política de intereses casi tipo cero, compra de bonos del Tesoro, rechazo de los inversores a operaciones arriesgadas y dudas sobre la recuperación económica ha provocado que las rentabilidades en países como EEUU, Reino Unido y Alemania desciendan hasta mínimos históricos. BREAKING VIEWS.- El primer ministro de Japón, Naoto Kan, intentó generar el lunes un poco de entusiasmo con las medidas de estímulos monetarios y fiscales. El martes, la política se consideró un fracaso. El Nikkei cayó un 3%. La intervención en los mercados de divisas para debilitar el yen puede ser el próximo paso. Pero es difícil ser optimista. Los datos de Estados Unidos son más influyentes en el yen que la política japonesa. El país mantendrá su dependencia de EE UU hasta que pueda librarse con algo más que estímulos o intervención. Francia. Le Monde China, segunda potencia Nicolas Baverez Este año quedará marcado por el ascenso de China al rango de segunda potencia económica mundial, todavía lejos de EEUU pero por delante de Japón. En el segundo trimestre, el PIB chino se ha elevado a 1,33 billones de dólares, contra 1,28 billones para Japón. La distancia no dejará de ampliarse con la divergencia de los ritmos de crecimiento entre los dos gigantes asiáticos (10,3% contra 0,1%). La gran crisis de la mundialización confirma su papel de acelerador de la historia, confirmando el desplazamiento del capitalismo universal hacia el Extremo Oriente. De un lado, la coronación de las “tres décadas prodigiosas” que han visto a China multiplicar por 90 su producción, teniendo como símbolo a Shanghai, brillando con todo el fulgor de su Exposición universal, y que se prepara para suceder al Londres del siglo XIX y a la Nueva York del siglo XX como capital de la mundialización. Del otro, el declive de Japón y de Europa, encerrados en la deflación, el paro masivo, el sobreendeudamiento (200% del PIB para Japón y el 100% para Europa) y el envejecimiento de su población. El milagro de las “cuatro modernizaciones” lanzadas por Deng Xiaoping en 1979 estuvo fundado sobre el restablecimiento de la propiedad privada y la conversión al mercado, la producción manufacturera para el consumidor norteamericano y europeo, y la apertura controlada de las fronteras. Dopadas por la no convertibilidad y la infravaloración del yuan, las exportaciones chinas (36% del PIB) han asentado su dominio sobre el comercio mundial, relevando a Alemania y favoreciendo la acumulación de 2,4 billones de dólares en reservas de divisas. Paralelamente, China se ha impuesto como el segundo destino para las inversiones directas (95.000 millones de dólares) tras los Estados Unidos, tanto por la competitividad de sus centros de producción como por el acceso a su mercado, ahora mismo en cabeza en la venta de automóviles. Cuatro empresas chinas (PetroChina, Industrial and Commercial Bank of China, China Mobile y China Construction Bank) figuran actualmente entre los diez primeros grupos mundiales. El desarrollo intensivo ha generado fuertes desequilibrios: tanto entre el capital y el trabajo como entre regiones y clases sociales (la casta de los nuevos millonarios y la constitución de una clase media de 300 millones de personas en las regiones costeras contrasta con la miseria en el campo), sin olvidar la formación de burbujas especulativas y la devastación del medio ambiente. La prosecución del desarrollo permanece así sometido a desafíos de envergadura: el reequilibrio del modelo económico hacia el consumo interno; la urbanización y el envejecimiento de la población; el alcance de la frontera tecnológica; la lucha contra la corrupción y la garantía de una seguridad jurídica mínima; la matriz de tensiones entre la dinámica de la mundialización y el nacionalismo económico al servicio de una ambición imperial. Un país emergido Es necesario constatar que el desarrollo de China demuestra una gran estabilidad. La calidad del pilotaje macroeconómico no puede dejar de impresionar. Para frenar la amenaza de una deflación mundial, Pekín ha puesto en marcha con éxito el mas vasto plan de estímulo del planeta, alrededor del 40% del PIB. El yuan se ha embarcado en una prudente reevaluación, abriéndose a operaciones internacionales que constituyen una primera etapa hacia su convertibilidad. Sobre todo, mientras que la recuperación patina en Estados Unidos, en Japón y en Europa, China ha tomado una ventaja decisiva en la transformación de su modelo. Tras los movimientos huelguísticos, el salario mínimo ha aumentado cerca de un 20% en un año, mientras que se sistematizan la seguridad social y las jubilaciones. La protección del medio ambiente se ha convertido en prioritaria, uniendo el cierre de las instalaciones obsoletas y la conquista de una posición de liderazgo en las energías renovables. En resumen, China es un país emergido y ya no un país emergente. El choque que representa su fulgurante ascensión resulta a la vez sin precedentes y subestimado. Desde un punto de vista económico, sus ventajas no se limitan a la productividad del trabajo, sino que llevan también la eficacia del capital y la calidad de la investigación. Desde un punto de vista social, su reducción de la pobreza mundial se ve acompañada por la desestabilización de las clases medias y el aumento de la exclusión en los países desarrollados. Desde el punto de vista del desarrollo, existe una presión creciente sobre el acceso a las fuentes de energía y de materias primas, lo que explica las fusiones de los gigantes en el sector minero. Desde un punto de vista política, China sigue siendo un país totalitario y un imperio poseedor de una concepción ilimitada de su soberanía, unido a una inversión en defensa de mas de 150.000 millones de dólares al año. Desde el punto de vista estratégico, su prudencia va acompañada por su voluntad de liderazgo global. Desde un punto de vista moral, Pekín pretende promover un modelo de capitalismo de Estado y de sociedad controlada. Por todas estas razones, el desafío chino es muy diferente del milagro japonés, que se desplegó bajo la órbita norteamericana y jamás ha buscado contestar a la supremacía de Washington. Frente a Estados Unidos, cuyas ambiciones son ahora desmesuradas en comparación a unos medios minados por su adicción al crédito y su sobreexpansión militar, frente a una Europa impotente y sin proyecto, a un Japón estancado y cada vez más dependiente de su inmenso vecino, China no ve en su estatus de segunda gran potencia más que una etapa hacia la conquista del liderazgo mundial. Un liderazgo que detentó hasta el siglo XVIII, pero que adquiere una significación muy distinta en a era de la historia universal y mientras persista en su rechazo de aclimatarse a la libertad política. LE MONDE. 31-8-2010 EEUU. The Wall Street Journal Los cantos de sirena de la deuda barata Richard Barley La extraordinariamente baja rentabilidad de los bonos indica un nefasto escenario económico. Pero los Gobiernos tienen un motivo para el optimismo. Al menos durante un período, podrán reducir los intereses al mismo tiempo que toman más préstamos. La combinación de una política de intereses casi tipo cero, compra de bonos del Tesoro, rechazo de los inversores a operaciones arriesgadas y dudas sobre la recuperación económica ha provocado que las rentabilidades en países como EEUU, Reino Unido y Alemania desciendan hasta mínimos históricos. El Tesoro estadounidense subastó recientemente valores a dos años a una rentabilidad de menos del 0,5%; en Reino Unido, el beneficio de los bonos a 10 años han caído por debajo del 3%; y en Alemania, el retorno a 30 años ha caído hasta el 2,6%. En EEUU, donde gran parte de la deuda vence a corto plazo, la caída de la rentabilidad tiene importantes consecuencias. En 2009, el pago de intereses de deuda pública bajó un 22%, hasta los 189.000 millones de dólares (150.000 millones de euros), incluso cuando dicha deuda aumentó un 30% hasta los 7.600.000 millones de dólares, según el último balance fiscal de la Government Accountability Office (GAO) de EEUU. Desde entonces, las tasas medias de interés han bajado aún más, hasta el 0,2% en emisiones del Tesoro y 2,7% en bonos a 10 años, a finales de julio. La deuda neta es cada vez más atractiva para los gobiernos. En Europa, según cálculos de Citigroup, la actual tasa de financiación de Alemania es 2,3 puntos porcentuales más baja que la tasa de las actuales reservas de deuda; en el caso de Francia, es 1,6 puntos porcentuales inferior. Incluso los costes de deuda para España, centro de las preocupaciones del mercado de bonos de la eurozona, son inferiores; de hecho, Madrid ha decidido reactivar el plan de infraestructuras por valor de 700 millones de euros, en parte por el descenso del coste de financiación. Las bajas tasas repercuten en toda la economía, teniendo en cuenta que los bonos gubernamentales son los indicadores subyacentes de los tipos de préstamos corporativos. En EEUU, IBM captó hace poco fondos a un cupón mínimo del 1% a tres años. En Europa, la rentabilidad de los bonos no financieros denominados en euros se sitúa en el 3,02%, su mínimo histórico, según BNP Paribas. Es probable que el bajo rendimiento de los bonos del estado lleve a más inversores a comprar deuda corporativa en un intento de aumentar sus niveles de rentabilidad y garantizar un mayor nivel de liquidez para las empresas. No obstante, los gobiernos deberían recordar que la esperanza puede evaporarse. En Japón, la deuda del gobierno es barata, pero los continuos déficit y la deflación han conducido a que la deuda supere el 200% del PIB. La excesiva dependencia de la financiación barata a corto plazo crea serios riesgos si la inflación y la economía se recuperan. El aumento de la rentabilidad se hará notar rápidamente con el incremento de los intereses sobre la deuda acumulada en los malos momentos. Los bajos costes de interés son un paliativo, pero no la cura a las crisis. THE WALL STREET JOURNAL. 31-8-2010 R. Unido. Breaking Views El destino de Japón depende de EEUU Ian Campbell El primer ministro de Japón, Naoto Kan, intentó generar el lunes un poco de entusiasmo con las medidas de estímulos monetarios y fiscales. El martes, la política se consideró un fracaso. El Nikkei cayó un 3%. La intervención en los mercados de divisas para debilitar el yen puede ser el próximo paso. Pero es difícil ser optimista. Los datos de Estados Unidos son más influyentes en el yen que la política japonesa. El país mantendrá su dependencia de EE UU hasta que pueda librarse con algo más que estímulos o intervención. El estímulo decepcionó a algunos analistas porque fue otorgado en pequeñas dosis. Kan, quien estaba decidido a no elevar la montaña de deuda de Japón, añadió el lunes 920.000 millones de yenes, una fracción de los 11 billones de ayuda que el Gobierno de coalición había pedido. Las medidas monetarias fueron modestas. El Banco de Japón ofreció 10 billones para créditos a seis meses con un tipo de interés muy bajo para los bancos y que se suman a los 20 billones de yenes para préstamos a tres meses ya vigentes. Pero la demanda de los consumidores es insuficiente y no se espera que la medida monetaria funcione. Aunque a Kan le pareció una reacción simbólica, más bien es un reflejo de la intensa presión que hay debajo. Su liderazgo está amenazado por Ichiro Ozawa, del Partido Demócrata, miembro de la vieja guardia y el encargado de desafiarlo en las elecciones de septiembre. El yen se ha convertido, injustamente, en una referencia de si Kan puede o no puede. Puede dar instrucciones al Banco Central de vender yenes y comprar dólares si éste se fortalece por encima de los 80 yenes por dólar. Los operadores de Forex esperan algo así; y el yen caerá al principio. Pero si los cifras de EE UU decepcionan otra vez, la apreciación del yen podría reanudarse y la intervención sería un fracaso. El debate del yen puede ser visto como algo simbólico, pues Japón depende del crecimiento de otros. Kan se resiste, con razón, a reactivar más estímulos y una intervención para hacer frente a la debilidad interna. Pero la oposición y los empresarios exigen viejos paliativos. ¿Lo que Kan debe poner en marcha son medidas más profundas, abordando las debilidades paternalistas del país? Es una gran pregunta para cualquier persona, por no hablar de un primer ministro que lucha por su supervivencia. BREAKING VIEWS. 1-9-2010