Entrevista a Nines Lima - Referente de MSF para Chagas

Chagas: la enfermedad olvidada

¿Cuáles son las razones ara que una enfermedad que se descubrió hace 100 años y que afecta a entre 10 y 15 millones de personas, con 14.000 muertes al año, tenga condiciones tan precarias en todos los aspectos, investigación, tratamiento…? El Chagas es una enfermedad infecciosa provocada por un parásito que se llama el Tripanosoma crucis, y que se transmite, sobretodo, por una chinche que se llama la Binchuca. Ésta es la forma de transmisión más frecuente en países latinoamericanos, desde México a Argentina o Brasil, la mayoría están afectados. Otra de las formas de transmisión es de madre embarazada a hijo, pero también hay otras formas como por transfusiones de sangre, trasplantes de órganos… y últimamente también se han descrito epidemias de Chagas agudo oral, por ingesta de alimentos contaminados. Es muy difícil de diagnosticar porque desde que te infectas pueden pasar muchos años sin tener síntomas. Es una enfermedad asintomática la mayoría del tiempo, hasta que pasan varios años, de repente, en un tercio de pacientes pueden desarrollarse afecciones cardíacas graves y digestivas que necesiten tratamiento especializado. Mucha gente va a morir de esos casos, debido a estas afectaciones a largo plazo. Lo que pasa es que si uno no busca la enfermedad no la encuentra, porque el paciente no se encuentra mal hasta que es demasiado tarde. No es una enfermedad en la que el paciente se siente enfermo, va al centro de salud y le tratan, como la malaria; estas cansado, tienes anemia… la mayoría de los países se han centrado en eliminar la chinche, a nivel de prevención. Pero los sistemas de salud no han sido capaces de asumir la responsabilidad de ir a buscar a estos pacientes a zonas donde hay mucha prevalencia de la enfermedad. ¿Cuáles son los problemas del diagnostico? Que es muy complicado y se necesitan dos o tres pruebas para confirmarlo. En países y zonas muy rurales donde no hay un sistema de salud potente, es muy difícil que alguien vaya a un laboratorio especializado a hacerse estas pruebas y conseguir un diagnóstico gratuito. El tratamiento es otra dificultad, porque solo existen dos fármacos desde hace muchos años y no fueron ni si quiera investigados para esta enfermedad, sino que fueron desarrollados a nivel de veterinaria. Y son las únicas herramientas que tenemos, muy precarias y con muchos efectos secundarios. No son tan eficaces como quisiéramos, no hay formulaciones pediátricas. El paciente va a sentirse incluso más enfermo cuando toma el tratamiento. Hay que hacerle un seguimiento exhaustivo, semanal, hasta de 60 días, asegurándose de que toma las tabletas. Es altamente compleja en síntomas, en diagnóstico, en tratamiento, y en pacientes que son muy pobres. Normalmente la padecen gente que tiene sus casas infestadas por estas chinches que habitan en las casas rurales de adobe, con techos de paja, que existen animales que viven con las familias y que son transmisores del ciclo de la enfermedad… afecta a pacientes pobres, en zonas rurales lejanas, rurales, periurbanas, y ahora el patrón se esta cambiando con los flujos urbanos también a las ciudades; se transmite de madre a hijo y los bancos de sangre tienen que tener más cuidado. Es una enfermedad olvidada. ¿Por eso también es tan alto el peligro de reinfección? Efectivamente. Es uno de los mayores retos del tratamiento. Tienes que decirle al paciente “oiga, usted se ha infectado, y aunque no se sienta enfermo tiene que tomarse una medicación que puede curarle o no, no lo sabemos, porque para controlar la eficacia del medicamento tienen que pasar muchos años para saber si se ha curado”. No tenemos pruebas de cura precoz. Además los pacientes se encuentran bien. Me decías que se funciona con medicamentos de hace 30 años… Hay una falla en el desarrollo por falta de interés y de implicación política. Pruebas más asequibles y rápidas a nivel remoto, que nos puedan dar un diagnóstico en un centro rural. Que no tengan que pasar tantos años desde la infección. Otra dificultad es la formación de los profesionales, porque con ese tipo de medicamentos debe adecuarse la dosis… Para tratar a un niño se debe partir una pastilla de adulto, y para un recién nacido es un poco complicado porque tienes que ajustar la dosis por miligramos, kilos de peso… siempre se intenta ajustar pero no es la formulación ideal. Hacen falta pastillas pediátricas, dispensables, suspensiones pediátricas como se tiene con cualquier antibiótico a nivel mundial. Se está trabajando en ello. La iniciativa de DNDi – siglas en inglés de “Medicamentos para Enfermedades Olvidadas” – está trabajando en una formulación pediátrica del benznidazol, que es uno de los tratamientos existentes. Pero no hay nada más en la línea de investigación de nuevas moléculas. Es difícil técnicamente, pero es que no hay voluntad, fondos, muy poca gente involucrada… como afecta a la mayoría de la gente pobre no pasa como con el VIH o la malaria que tiene muchos más fondos. ¿Conocéis las investigaciones que se está desarrollando el farmacéutico André Tempone en Brasil, en el Laboratorio Adolf Lutz y el Instituto Butantan? No. ¿Sabes con que moléculas están trabajando? Con la telocinobufagina y la helebrigenina, extraídas del veneno del sapo cururú. Lo que llama la atención es que son proyectos que no dependen de la voluntad de instituciones internacionales… Efectivamente. Sí que hay varias iniciativas, pero con pocos fondos para desarrollar fármacos. Sabes que desarrollar un fármaco lleva muchos años. Si empiezas con las diferentes fases preclínicas, luego en modelos animales, luego en humanos, y luego la comercialización. Pueden pasar más de quince años. Es un proceso muy lento. Se están haciendo protocolos y estudios comparativos que son pragmáticos, para agilizar el proceso con las herramientas que tenemos. Hay muchas iniciativas pero no hay una coordinación con fondos potentes que apoyen la investigación en esto. Pero no se invierte en investigación porque no hay un beneficio inmediato para una multinacional… Esa es la lacra de la investigación. El Sida se investiga tanto porque afecta a todo el planeta. ¿Qué trabajo concreto lleváis desde MSF?, porque lleváis diez años combatiendo el Chagas... Sí. Se empezó en el 99 en Honduras. Iniciamos en centroamérica a raíz de la respuesta medico-humanitaria al huracán Mix. Ahí vimos la puerta de entrada y la necesidad del compromiso histórico con distintas enfermedades olvidadas, o enfermos olvidados.De ahí saltamos a Bolivia, porque es uno de los países más afectados y la necesidad más palpable. Y hemos seguido en otros países como Guatemala, pero sobretodo en Bolivia, involucrados y aprendiendo de nuestra propia experiencia, retándonos a nosotros mismos para retar a la comunidad científica, demostrando que se puede diagnosticar y tratar aún con las herramientas existentes. Que haya un tratamiento del Chagas gratuito y el derecho a poder hacerlo. Empiezan también a encontrarse casos en España, ¿no? Desde el año 2007 la OMS hizo una llamada de atención internacional muy clara para decir que el Chagas ya no es un problema de latinoamérica, sino internacional. No porque nosotros nos vayamos a contagiar, pero los bancos de sangre tienen que ser mucho más responsables, en EEUU, en Australia, en Japón… en todos los programas de atención a las mujeres embarazadas debería haber un cribaje, como lo hacemos con Sida, Hepatitis C, Hepatitis B, Sífilis, Toxoplasmosis… son sistemas preventivos en los que los niños recién nacidos sí que se curan en un 100%. Pero hay que buscarlos porque el tratamiento es muy eficaz. No es un peligro de salud pública si se toman las medidas responsables que nos tocan. Ésta es además una enfermedad muy interdisciplinar… hay una química valenciana, Pilar Mateo, que ha desarrollado una pintura insecticida para acabar con las chinches… Sí. Pero esto es en latinoamérica, porque le tienes que decir al paciente que le vas a tratar pero que no tiene que tener ninguna chinche en su casa. Hay que responsabilizar al paciente, a la familia, y al gobierno del país, porque tienen que ir fumigadores y acabar con las plagas. Estas pinturas están bien si se aplicaran en casas totalmente remodeladas. Tú no puedes pintar sobre adobe o techo de paja. Tienes que mejorar la vivienda y entonces utilizar un insecticida eficaz, implementado de manera mantenida, porque hay que fumigar cada seis meses. En poblaciones remotas hay que hacer campañas de fumigación masivas a lo largo de dos años. Esto genera unos costos que dejan a los países sin fondos, con toda la buena voluntad que tengan los países. Si no la Binchuca se reproduce y los pacientes se reinfectan. Es una enfermedad que toca todo lo que hace referencia a las condiciones de vida de la gente… Efectivamente. Como la Tripanosomiasis-humana-africana, que es la homóloga del Chagas en África, con otros síntomas completamente distintos, que es la enfermedad del sueño. Son enfermedades muy ligadas a la pobreza, los conflictos, sistemas de salud desestructurados, falta de fondos, de investigación, de desarrollo… y por eso son enfermedades olvidadas y pacientes olvidados.

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