Si fuera voluntario, ¿serí­a sólo algo folclórico? No es verdad

Catalán obligatorio en el recreo

El colegio Betania de Cornellí , localidad del área metropolitana de Barcelona donde la mayorí­a de la población es castellanohablante trata de imponer la utilización del catalán en el recreo. Un cartel, colgado sobre la puerta de acceso al patio, con la leyenda «Al pati parlem catalí » recuerda a los alumnos las normas de la perversa polí­tica de inmersión lingüí­stica del tripartito catalán, que se extiende incluso a las horas de recreo. La asociación Convivencia Cí­vica Catalana denunció en su dí­a que con el decreto aprobado, la Generalitat podrí­a controlar el idioma que se habla en el patio. Lo que calificó como una «perversión» del sistema educativo. Y hay colegios que se han tomado la norma al pie de la letra. Pero imponer el uso de una lengua es el peor sistema para favorecer esa lengua.

Esta conceción del nacionalismo obligatorio ha sido expresada con toda su crudeza y descaro por el responsable de Política Lingüística de la Generalitat, Bernat Joan i Marí (ERC), en Londres, ante la Comisión para Asuntos Galeses de los Comunes del Parlamento británico. Un diputado galés le preguntó: “y si las multas son tan poco comunes ¿por qué no hacer del uso del catalán algo voluntario?”. Bernat Joan respondió: “Nuestra experiencia nos dice que no funcionaría. Si hubiera sido voluntario, el catalán se habría convertido en algo folclórico, atávico y colorista, pero no en una lengua de uso diario. Necesitábamos leyes que lo regularan”. ¿Cabe una expresión más claramente fascista, idéntica al viejo régimen franquista, en contra de la libertad de elección de lengua? ¿No es una absoluta tergiversación sobre la realidad de la transición democrática en España? El periodo de mayor expansión de las otras lenguas, además del castellano, existentes en las comunidades bilingües, fue desde el inicio de la transición democrática hasta la implantación de las políticas de imposición lingüística. Es decir, cuando fue voluntario. Porque una lengua impuesta genera un rechazo social. Eso fue lo que consiguió el franquismo, eso será lo que cosechen los nacionalistas excluyentes. La política nacionalista obligatoria de Bernat Joan rezumaba la demagogia tras la que esconden su mentalidad fascista. Se atrevió, acompañado del “embajador catalán”, Xavier Solano, a bromear que “a veces sería mejor no tener una Constitución” y a tergiversar que “el catalán es oficial porque es el idioma oficial de Cataluña. El español es oficial porque es el idioma oficial del Estado español. Nosotros intentamos asegurar que hay igualdad entre español y catalán, y eso supone corregir las desigualdades de la Historia. Si no corrigiéramos esas desigualdades, el catalán no sobreviviría”. Su “democrático y legal” sistema de corrección incluye las multas cuando un negocio no rotula en catalán. Eso sí, a la hora de multar no sólo miran el número de trabajadores de una empresa, sino también la trascendencia social porque “no es lo mismo una escuela privada que un fondo de inversión. Las escuelas tienen un valor social especial”. Siniestros “antifranquistas” que imponen la formación del espíritu nacional catalán.

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