Castigo sin fin

«De la decisiones de Trichet, más que de sus palabras, se desprende un gran temor por la evolución de la crisis financiera en Europa. Al final, lo que los mercados leyeron es que la prórroga de las facilidades de liquidez a la banca comercial es una confesión de que el sistema atravesará dificultades. En esas condiciones, no es posible creer en una recuperación de la economí­a.»

Alemania y Francia han hecho oídos sordos a urgencias e imerativos. Todas las decisiones se han aplazado hasta septiembre. Hasta entonces, los mercados castigarán a las deudas nacionales con subidas insoportables del servicio de la deuda. Esas tensiones arruinan las expectativas de crecimiento de los países atacados. Por más que el Tesoro español pudiera colocar ayer 3.300 millones holgadamente, aunque con mayores costes financieros. Menos dinero, pues, para educación, sanidad e inversión pública en 2012. Y todo ello, con los principales líderes europeos (Merkel, Sarkozy, Cameron, Van Rompuy, Barroso…) de vacaciones. (EL PAÍS) LA VANGUARDIA.- Jean-Claude Trichet rompió ayer inesperadamente el guión que en laboriosa víspera habían elaborado Barroso (Bruselas), Zapatero, Tremonti (Italia) y Juncker (Luxemburgo), según algunas fuentes cualificadas con la complicidad del propio presidente del BCE. Y el mundo se puso patas arriba. ¿Quién hizo qué ayer en el consejo del BCE? La clave de lo ocurrido ayer en el consejo del BCE se divulgó horas después de la reunión en los mentideros de Frankfurt. Fue el motín interno encabezado por el presidente del Bundesbank, el banco central alemán, Jens Weidmann, hasta hace unos pocos meses asesor de la canciller Angela Merkel. EL ECONOMISTA.- El presidente del Congreso, José Bono, se ha mostrado este viernes partidario de un Gobierno formado por PSOE y PP porque, a su juicio, los intereses de España están "por encima" de los intereses partidistas y ha advertido a todas las formaciones de que quienes sólo busquen la "golosina electoral" pagarán "peaje". Estas declaraciones se producen después de las palabras conciliadoras de Rajoy: "Zapatero dice la verdad". En declaraciones a Onda Cero, Bono ha defendido la necesidad de un acuerdo entre todos los partidos y, aunque ha reconocido que "hay nervios electorales", ha sostenido que en estos momentos hay necesidades "mucho más importantes" Editorial. El País Castigo sin fin Estados Unidos y la zona euro siguen afectados por graves perturbaciones de los mercados con un origen común: la percepción de que la economía mundial vuelve a encontrarse en un periodo de bajo crecimiento. En el caso de Estados Unidos, la causa de las caídas bursátiles (el índice Dow Jones de Wall Street perdió ayer el 4,31%) está en la insuficiente tasa de crecimiento (apenas llegará al 2,5% este año) y la sensación de que el acuerdo entre republicanos y demócratas obstaculizará la recuperación. En Europa, el mensaje del presidente del BCE, Jean-Claude Trichet, y las advertencias del presidente de la Comisión Europea, Barroso, definen con precisión la difícil situación por la que atraviesa la zona euro. Trichet sugirió que el BCE ha reanudado la compra de deuda para calmar la especulación contra las deudas italiana y española. Pero lo hizo con tanta tibieza que su intervención fue contraproducente. Los inversores interpretaron que el BCE había intentado aplacar el mercado comprando deuda en Irlanda, Grecia y Portugal (la opción más barata), por lo cual siguieron castigando a la deuda española, que volvió a aproximarse a los 400, y a la italiana. Trichet tenía medios para dejar claro que el BCE comprará títulos de ambos países hasta donde sea necesario para contener sus primas de riesgo. Pero prefirió amagar y no dar. También tenía resortes para transmitir confianza sobre la recuperación en Europa, pero no supo hacerlo. De sus decisiones, más que de sus palabras, se desprende un gran temor por la evolución de la crisis financiera en Europa. Al final, lo que los mercados leyeron es que la prórroga de las facilidades de liquidez a la banca comercial es una confesión de que el sistema atravesará dificultades. En esas condiciones, no es posible creer en una recuperación de la economía. Esta lectura explica el nuevo desbordamiento del diferencial español e italiano y justifica las críticas a Trichet. Pero, aunque el BCE no se ha mostrado clarividente en los tres largos años de crisis, la gravedad del mal financiero europeo no procede de sus decisiones. Barroso sintetizó el miércoles un esquema de intervención para corregir esas convulsiones permanentes en los mercados que pueden destruir la estabilidad del euro; esquema, que, por cierto, es voz común entre economistas e instituciones de la zona y un misterio indescifrable para Angela Merkel y Nicolas Sarkozy. Es necesario cerrar rápidamente el nuevo rescate a Grecia y admitir que el procedimiento sería aplicable a Portugal e Irlanda; es imprescindible concretar ya las nuevas funciones del Fondo de Estabilidad, para que pueda comprar deuda en el mercado con el capital disponible; es urgente crear la deuda europea; y es imperativo que el BCE tenga las manos libres para estabilizar los mercados. Alemania y Francia han hecho oídos sordos a urgencias e imperativos. Todas las decisiones se han aplazado hasta septiembre y es probable que no lleguen a corporeizarse en normas, dinero y protocolos en meses. Hasta entonces, los mercados (es decir, los intermediarios que deciden los activos que compran los fondos de inversión, los de pensiones o los institucionales) seguirán explorando los límites efectivos de la compra de deuda por el BCE, extenderán las dudas de solvencia a países como Bélgica (ya es el caso) y castigarán a las deudas nacionales con subidas insoportables del servicio de la deuda. Esas tensiones arruinan las expectativas de crecimiento de los países atacados. Por más que el Tesoro español pudiera colocar ayer 3.300 millones holgadamente, aunque con mayores costes financieros. Menos dinero, pues, para educación, sanidad e inversión pública en 2012. Y todo ello, con los principales líderes europeos (Merkel, Sarkozy, Cameron, Van Rompuy, Barroso…) de vacaciones y sin emitir señal alguna, más allá de alguna carta o llamada telefónica. Sólo Zapatero y Berlusconi han sido vistos en su puesto de trabajo, pero ha servido de poco. EL PAÍS. 5-8-2011 Opinión. La Vanguardia Motín en el BCE Manel Pérez Jean-Claude Trichet rompió ayer inesperadamente el guión que en laboriosa víspera habían elaborado Barroso (Bruselas), Zapatero, Tremonti (Italia) y Juncker (Luxemburgo), según algunas fuentes cualificadas con la complicidad del propio presidente del BCE. Y el mundo se puso patas arriba. Estaba tan cantado que un contundente Trichet anunciaría medidas drásticas para atajar, aunque fuera temporalmente, el deterioro de la deuda de Italia y España, que los mercados ya habían tomado posiciones anticipadas desde primera hora, relajando la presión. Trichet no cumplió, según esta película de la jornada, no sólo en la rueda de prensa, sino sobre todo en las mesas de negociación, donde se ejecutan las órdenes de compras y ventas de títulos de deuda. La maternal mano del BCE no estaba allí para sostener los bonos italianos y españoles. ¡Traición!, clamaron en alguna residencia presidencial europea. "Ningún banco central explica sus movimientos con antelación", replicaban por los pasillos los defensores del curso adoptado por el banquero francés, en un intento de mantener viva la esperanza de que hoy las huestes de Trichet salgan a campo abierto y cambien el curso hacia el desastre de los mercados. ¿Quién hizo qué ayer en el consejo del BCE? El enfado de algunos gobiernos con el BCE no es nuevo. Desde que dejó de comprar deuda, hace cuatro meses, la prima de riesgo –sobrecoste en interés sobre la deuda alemana– ha subido sin descanso, especialmente tras la truculenta cumbre de la UE del 21 de julio. La inhibición compradora del BCE ha servido para que Trichet demostrara que su oposición a que el sector privado pagase parte del segundo rescate griego tenía fundamento. Desde el 21 de julio, las cosas han ido siempre a peor, sin pausa. A corto plazo, pues, el BCE aparecía como la causa evidente de la actual crisis. Aunque todo el mundo sabe que la realidad es que la zona euro es una máquina en la que los países endeudados y con problemas de crecimiento, un tercio ya, no disponen de mecanismos para asegurar a sus acreedores pasados y futuros que podrán hacer frente a sus obligaciones. La clave de lo ocurrido ayer en el consejo del BCE se divulgó horas después de la reunión en los mentideros de Frankfurt. Fue el motín interno encabezado por el presidente del Bundesbank, el banco central alemán, Jens Weidmann, hasta hace unos pocos meses asesor de la canciller Angela Merkel. Esta, silente en la última semana de crisis, ha tenido en su ex colaborador el mejor portavoz posible de sus posiciones, contrarias a la compra de deuda y a favor de aplicar lo aprobado en julio sin prisa pero sin pausa. El problema es que nadie cree ya que ese pacto resuelva los problemas, ni los mercados, ni la mitad de los gobiernos. Lo significativo es que ayer la crisis del euro dio un paso más, agrietando al propio BCE. Del diagnóstico económico que realiza la institución en su comunicado oficial se desprende que hasta su política monetaria empieza a estar fuera de lugar. Debería hablar ya de desandar sus pasos y anunciar bajadas de los tipos de interés, una medida que habría ayudado tanto o más a Italia y España que la compra de sus bonos. En efecto, el comunicado oficial reconoce que el crecimiento de la eurozona camina hacia un ritmo más lento y que las amenazas de un futuro débil están ya a la vista y acumulándose. Pero ni eso dijo ayer Trichet ante los periodistas. LA VANGUARDIA. 5-8-2011 Crisis. El Economista Bono pide un gobierno de concentración PSOE-PP El presidente del Congreso, José Bono, se ha mostrado este viernes partidario de un Gobierno formado por PSOE y PP porque, a su juicio, los intereses de España están "por encima" de los intereses partidistas y ha advertido a todas las formaciones de que quienes sólo busquen la "golosina electoral" pagarán "peaje". Estas declaraciones se producen después de las palabras conciliadoras de Rajoy: "Zapatero dice la verdad". En declaraciones a Onda Cero, Bono ha defendido la necesidad de un acuerdo entre todos los partidos y, aunque ha reconocido que "hay nervios electorales", ha sostenido que en estos momentos hay necesidades "mucho más importantes". "Aquellos que están sólo por la golosina electoral pagarán peaje, sean del PSOE o del PP", ha advertido. Quizá se trate de una advertencia a los populares en relación a sus peticiones de adelantar las elecciones a septiembre u octubre. Bono se ha erigido así como defensor de un gran acuerdo entre los partidos políticos. A su juicio, para frenar la inestabilidad de la economía española no es "significativa" la fecha de las elecciones generales, sino que sería beneficioso que los partidos se mostrasen unidos y los mercados viesen España "como un sólo hombre o una sola mujer". "Soy partidario de que se entiendan PSOE y PP y no me da vergüenza decirlo aunque estemos cerca de elecciones -ha insistido-. "Es patriótico entenderse" "En Alemania se entendieron derecha e izquierda y no estaban tan mal como estamos en España. Es patriótico entenderse y yo soy partidario hasta de que se gobierne juntos cuando es posible. A lo mejor no sería bueno para PSOE o PP, pero sería bueno para España y los españoles se lo merecen". El presidente del Congreso ha reconocido que realiza esta petición desde hace tiempo y no tiene "mucha audiencia", pero aún así ha insistido en que "España es más importante que PSOE y PP" y ha reconocido que, para él, es necesario "estar con el país antes que con el partido".Celebra el adelanto de las elecciones En este punto, ha explicado que vio positivo que el jefe del Ejecutivo, José Luis Rodríguez Zapatero, anunciase el calendario electoral para frenar las especulaciones y, dado que ya no será posible tener listos los Presupuestos Generales del Estado (PGE) para el 1 de enero del próximo año, ha restado importancia a que los comicios se celebren en noviembre o se adelanten a octubre como piden los ‘populares’. "Que haya diferencia de días no es significativo electoralmente", ha reiterado antes de bromear sobre el hecho de que este baile de cifras sólo importa "a los 500 o 500.000 neurotizados por la política" y no a la mayoría de los ciudadanos, que están preocupados por el empleo, las hipotecas o "el colegio del niño". "Jabalís" en el Congreso Para Bono, quienes piden que se adelanten aún más las elecciones "se equivocan" porque un cambio de gobierno "no significa que se vaya a resolver la crisis de la noche a la mañana", algo que demuestra la situación de Portugal o Irlanda. A su juicio, los dirigentes ‘populares’ están "extremadamente nerviosos" porque piensan que pueden lograr su objetivo de llegar al Palacio de La Moncloa pero temen que suceda lo mismo que en el año 1993, cuando "pensaban que estaba todo ganado y después perdieron". Por ello, ha apoyado a la coordinadora del Comité Electoral del PSOE, Elena Valenciano, y ha explicado que, aunque él tiene una buena relación con el líder del PP, Mariano Rajoy, en el Congreso hay "jabalís" que "destrozan los trigales y no alimentan ni siquiera su propio cuerpo". "Es cierto que los líderes a veces piensan que lo mejor es hablar como el Tartufo y luego hay otros que echan por la calle de en medio y tratan de arrasar con lo que se pone por delante", ha enfatizado. Hay que contener el gasto Bono también ha hecho referencia al déficit de las administraciones y ha defendido la necesidad de contener el gasto, además de que, a su juicio, España debe replantearse "el café para todos". "Aunque suene a herejía, habrá que plantearse que no podemos tener 17 defensores del pueblo, del mayor y del menor o 17 tribunales de cuentas y consejos económicos y sociales", ha subrayado antes de insistir en la necesidad de aplicar recortes en la estructura administrativa de España. Además, en cuanto al debate abierto sobre la devolución de competencias, ha recordado que él como presidente de Castilla-La Mancha pidió transferencias, pero ha reconocido que quizá ha llegado el momento de "volver a la fórmula del sentido común". "Yo soy partidario de que haya educación y sanidad, y si un gobierno no puede administrarlas tendrá que devolverlas, por supuesto", ha asumido. EL ECONOMISTA. 5-8-2011

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