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Castigo al crecimiento

La recapitalización dictada en la cumbre es un sinsentido financiero. Ni el sofista más agudo podría explicar cómo es que la banca española, que en lo que va de año ha caído en Bolsa en torno al 15%, necesita una recapitalización de 26.000 millones de euros, mientras que la banca francesa, que en el mismo periodo se ha desplomado en casi el 50%, necesita 5.000 millones. Lo mismo que de la francesa cabe decir de la alemana. ¿Se equivocan los inversores cuando calculan que el peso de los bonos griegos y otros activos tóxicos en los bancos alemanes y franceses los colocan en peor situación que los españoles? Pues no.

Pero como una medida correcta de los daños causados por la crisis de la deuda en cada uno de los bancos europeos llevaría a declarar en quiebra a algunos del eje franco-alemán, la cumbre, Autoridad Bancaria Europea mediante, optó por una recapitalización universal por el extraño método de admitir que las plusvalías de los activos en deuda alemana compensen las pérdidas de las deudas periféricas. Genera inquietud que se tomen decisiones de este calibre con instrumentos tan irrelevantes como las pruebas de resistencia, en los que solo España presentó a examen un porcentaje significativo de su sistema bancario.

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