El Observatorio

Carroña informativa

En una de sus últimas -y majestuosas- novelas, «Sale el espectro», Philip Roth hace que su protagonista -y alter ego-, el escritor Nathan Zuckermann, intente todo lo que está en su mano para impedir que un «advenedizo» lleve a cabo la biografí­a de un gran, pero olvidado escritor, del que ha logrado saber un «escándalo» desconocido que puede explicar toda su obra y devolverlo a la actualidad. Roth saca a colación este tema con notoria intención, porque se declara asqueado de adónde ha ido a parar y en qué se ha convertido la «información cultural» en nuestros dí­as, incluidos los llamados «periódicos progresistas»: un conjunto de chismes, escándalos y recordatorios morbosos, capaces de «llamar la atención de la gente».

Y eso es más o menos el "esectáculo" al que ya estamos asistiendo, apenas dos días después de la muerte de Michael Jackson. Si el primer día, los medios se "contuvieron" y procuraron llenar una o varias páginas recordando los méritos musicales de Jackson y su papel estelar en la historia del pop, relegando a un segundo plano -aunque ya mencionando- los "otros" temas, ha bastado pasar el rubicón de las primeras 24 horas, para que la música de Jakson desapareciera casi por completo, y "los escándalos" de Jackson pasaran a ocupar la primera plana informativa y prácticamente todo el contenido de las páginas de información cultural.No hay excepciones. Según la noticia de portada de El País digital, recogiendo la información del tabloide sensacionalista británico The Sun, "Jackson pesaba al morir 51 kilos y había consumido pastillas". Justo debajo se nos informa de que "la madre de sus hijos confiesa que Michael no era el padre". La primera noticia de la Sección cultural de Público afirma: "La niñera de Jackson confirma su adicción a los medicamentos"; la tercera se titula "Michael Jackson: Sectas y demasiadas mezclas". En "el mundo.es" se nos informa que "Jackson era un esqueleto y tenía todo el cuerpo lleno de pinchazos". También destaca la información de que "su médico rechaza que le inyectara Demerol", y a continuación hace todo un reportaje dedicado a los usos y abusos del Demerol. En el ABC digital se nos informa, además, de que "Jackson tenía varias costillas rotas" y se nos ofrece un reportaje especial titulado: "Jackson: Una vida envuelta en polémicas". En la Razón.es se desarrolla el tema: "La herencia de Michael Jackson: un suculento pastel para familiares y acreedores".Todo esto es lo que queda del "rey del pop" a las 24 horas de su muerte y lo que, probablemente durante semanas, meses y aún años ocupará a nuestros periodistas culturales, que sin duda han dado con un verdadero "filón" para desarrollar y desplegar sus verdaderas artes "desmitificadoras" y y dar rienda suelta a ese oculto, pero efectivo, resentimiento que tienen hacia todo lo que escapa a su comprensión. Dirán, por supuesto, que todo esto es del máximo interés público, que la audiencia está sedienta de este tipo de noticias, que se trataba en definitiva de un personaje público y que al informar ellos cumplen un sagrado deber con la opinión pública. Negarán, por supuesto, que esa "carnicería" informativa no sea más que una cruel venganza contra un personaje al que, en el fondo, detestan. Y cuya muerte ejemplificaría una forma de vida, en definitiva, profundamente anormal. No como ellos, plumíferos de tres al cuarto, que llevan una vida tan normal y que son tan normales en todo que necesitan imperiosamente hacer de sanguijuelas de vez en cuando.Naturalmente, los sesudos periódicos citados (todos), seguirán publicando notables artículos denostando el "amarillismo de los medios", el creciente deterioro de la profesionalidad y el gusto de ciertos medios por el morbo y el escándalo. Como si no fuera con ellos.

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