Música

Capricho de Pan Bendito

Seguramente pasarán mil años antes de que vuelva a nacer otro Camarón, seguramente. Pero en algo se le parece. Hay algo que recuerda al romper del maestro: El Piculabe es del barrio de Pan Bendito, tiene 28 años y no sabe nada del arte, según él dice. Ahora bien, solo hay que escucharle. Acaba de sacar «Camino y Tiempo» y tiene todas las caracterí­sticas del genio inconsciente, odiado como Mozart por los «Antonio Salieri».

Piculabe significa “carichito” en caló, y no es nada desafortunado; un capricho de la naturaleza y el duende. Y eso que nunca le gustó especialmente el flamenco.Su padre era el que le inculcó, y su cuñado el que se lo llevó al “Monstruo” de la madrileña calle Segovia. Es evangélico y se ha curtido en un coro muchos domingos y en las fiestas familiares.El José le dio el empujón al ruedo. Guitarra en mano lo sacó del coro, le puso un ordenador delante y acompañado por el padre y el impulsivo cuñado se trillaron unas cuantas horas para parir su primera maqueta.Después El Paquete lo apadrinó. La maqueta, con letras de El Cigala y temas tradicionales dio muchas vueltas, dejando boquiabiertos a muchos que se preguntaban si es que habían encontrado al hijo perdido del maestro Camarón.Se arrancó en el Calderón arrastrado – literalmente – por su padrino musical y desde entonces no ha parado.Enrique Bermúdez, el caprichito de Pan Bendito.Decía Camarón que viviría mientras el alma le sonase, y escuchando al Piculabe piensa uno que sigue por ahí. Suele pensarse que las comparaciones son odiosas pero en este caso es una bendición, que se hagan y que sean.Gitano de Carabanchel y cante de “sombrero quitao”: Pepe Habichuela y su Josemi, Morao, su hijo Diego y Paquete; Montse Cortés y Negri en los coros… al compás del desgarro de Enrique se cuece un disco con tangos, bulerías, alegrías, fandangos y la taranta. “Tó mu bien puesto”.En el escenario es como su vida. Tiene cara de pillo, siempre mira hacia al suelo, tímido y temeroso de que alguien descubra que está haciendo algo malo. Pero no pierde compostura, es de los de gesto. Y mientras chorrea arte, el porte es natural, como sin esfuerzo.“Todos los gitanos tenemos un apodo y éste es el de mi familia. Están por ejemplo los ‘Porrina’, los ‘Habichuela’,… Un día le pusieron ‘Piculabe’ a mi bisabuelo y desde entonces la familia lo mantiene con orgullo y tradición. Y yo quiero continuar con esa tradición.”Llegó sin hacer ruido al flamenco, pidiendo permiso para no molestar, y ahora el público empieza a callarse cuando él entra en escena. Con algo de cara de niño clavada en la mirada… El Piculabe no tiene prisa, tiene tiempo y camino.

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