Acuerdo PP y Cs para un “gobierno del cambio”

¿Cambio, qué cambio?

Andalucía ha iniciado un nuevo ciclo político. La izquierda ha perdido la mayoría parlamentaria. Todo parece pactado para la formación de un gobierno de PP y Cs, pero aún hay mucho por decidir. ¿Qué podemos esperar de ese pacto?

Andalucía ha iniciado un nuevo ciclo político. La izquierda ha perdido la mayoría parlamentaria y el PSOE está a punto de ser desalojado de la Junta. En frente un Parlamento controlado por la derecha y presidido Ciudadanos con los votos de Vox, la ultraderecha determinante para que el candidato del PP, Moreno Bonilla, sea investido presidente.

Todo parece pactado para la formación de un gobierno de PP y Cs,  pero aún hay mucho por decidir. ¿Qué podemos esperar de ese pacto?

La alternancia llega a Andalucía tras 36 años de gobiernos socialistas ininterrumpidos. Los votos de Vox han sido decisivos para la constitución de la Mesa del Parlamento presidida por la diputada Cs, Marta Basquet, y formada por siete miembros, dos de PSOE, PP y Cs y uno de Vox. El candidato del PP, el partido que más votos ha perdido después del PSOE, casi 315.000, puede ser investido nuevo presidente siempre y cuando Vox –que ahora exige negociar las medidas pactadas- mantenga su voto favorable.

¿Qué han pactado?

PP y Ciudadanos han pactado un acuerdo de gobierno con 90 medidas. Casi todos los medios señalan el “acento social” de un pacto sin concesiones a la ultraderecha. Pero ¿qué caracteriza ese acuerdo?

Entre las medidas destacan las que hacen referencia a Sanidad: como reducir las listas de espera, implantar los “10 minutos por paciente” o equiparar los salarios de los profesionales sanitarios y docentes con la media nacional.

En Educación, la educación gratuita de 0 a 3 años, medida estrella que ya venía en el programa de Susana Díaz o la paliar el déficit estructural de las plantillas.

Además se proponen medidas fiscales como eliminar el impuesto de Sucesiones, bajar el tramo autonómico del IRPF y el impuesto a las hipotecas que ahora deben pagar los bancos. Y otras como eliminar los aforamientos a los políticos.

Frente a las exigencias de Vox para derogar la Ley de Violencia de Género, la devolución de competencias al Estado y la repatriación de inmigrantes ilegales, el acuerdo defiende expresamente “hacer efectivos los derechos” previstos en la Ley  Andaluza de Igualdad y el compromiso de impulsar “un gran acuerdo contra la violencia de género que implemente… las medidas previstas en la ley” andaluza contra la violencia machista. Habla de proteger las competencias recogidas en el Estatuto. Y en materia de inmigración propone reforzar la coordinación y cooperación con el gobierno central.

Los límites del pacto

Las 90 medidas pactadas por PP y Cs  son un conjunto de promesas ya asumidas o asumibles por el gobierno de Susana Díaz, que dejan numerosos interrogantes. ¿Cómo se van a financiar las mejoras sociales sin aumentar los ingresos? ¿Por qué se eliminan o rebajan impuestos que benefician directamente a la banca, los monopolios y grandes fortunas? ¿Cómo se proponen acabar con el paro sin un plan de financiación, por ejemplo recuperando el dinero de los rescates a los bancos que se ha quedado con las cajas andaluzas?

Las pensiones de los andaluces situadas por debajo de la media, la desindustrilización o las cuotas y límites impuestos por Bruselas que afectan directamente al campo y la pesca, son grandes olvidados del pacto.

¿Cómo es posible que haya un silencio total sobre la presencia militar extranjera en un territorio que mantiene dos de las bases militares más importantes y activas de Estados Unidos y la OTAN en el mundo?

Detrás de la respuesta a estas preguntas están los límites que, por encima de sus diferencias, comparten el gobierno saliente y el que pretende sustituirle: no cuestionar los beneficios de la banca y los monopolios, los principales mandatos de la UE o la mayor integración en los planes militares de Estados Unidos.

¿Entonces, dónde está el “cambio”?

Ciudadanos qué error

Ciudadanos se reivindica como una opción regeneradora y un antídoto contra la disgregación de España, y una gran parte de sus votantes se identifican con políticas de “progreso”, reformadoras y defensa de la unidad.

Por eso su acercamiento al PP y su acceso al gobierno con el apoyo de Vox  provoca recelos entre sus votantes y entre sus socios, como Manuel Valls, el candidato a la alcaldía de Barcelona para quien “es mejor perder el Gobierno, que traicionar las propias convicciones y los valores democráticos”.

Dirigentes de Ciudadanos avisan que romperán el pacto con el PP si lo modifican con propuestas de Vox o si les dan entrada en el gobierno. Pero un gobierno con un PP muy escorado a la derecha y sostenido con los votos de una ultraderecha, racista, xenófoba y alineada con el ala más radical de la línea Trump y la ultraderecha europea, coloca a Ciudadanos en una difícil encrucijada frente a una parte sustancial de sus votantes.

Ciudadanos no estaba condenado a un “gobierno de la derecha”, podría haber optado por un gobierno de centro progresista con el PSOE-A y Adelante Andalucía. 

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