Desde la agricultura regenerativa

Cambio climático y agricultura

Ahora que está en todos los medios de comunicación la cumbre sobre el cambio climático, queremos tratar un aspecto en torno a los efectos que tiene la agricultura sobre este tema. Casi siempre nos presentan como un foco de contaminación general: uso de productos químicos perjudiciales, exceso de plásticos, emanaciones contaminantes o excesivo consumo de gasoil. En todo esto hay mucho de razón, pero habrá que tener en cuenta que la agricultura es un sector primario y básico. Pero por ello es necesario impulsar una actividad que esté en la línea de combatir el “cambio climático” y potenciar la producción. 

Vamos a tratar de ver algunas prácticas de lo que se denomina “agricultura regenerativa”, y que van a combatir la degradación en general del medio ambiente. 

La degradación del suelo

Nos centraremos principalmente en la zona de la España de secano, aunque estas prácticas agrícolas son válidas para cultivos en zonas húmedas o de regadío. Veamos tres problemas fundamentales que son base de la degradación del terreno de cultivo:

Primero, estamos sufriendo cada cierto tiempo la degradación que provocan las lluvias torrenciales. Grandes cantidades de tierra fértil es arrastrada y llevada fuera de la finca de explotación, empobreciendo los propios cultivos. En zonas de pendiente, el abarrancamiento del terreno reduce la superficie cultivada y dificulta las tareas agrícolas.

Segundo, en los temporales de viento, que por desgracia suelen tener cierta frecuencia, toneladas de tierra de la capa más productiva son arrastradas cada año y degradan el suelo. Luego veremos cómo el exceso de labranzas multiplica los efectos de estos dos primeros factores.

Tercero, el uso excesivo por parte de algunos agricultores de materias químicas, tanto en forma de abonos y fitosanitarios, contribuye también a degradar los cultivos. Además, cuánto más se produzcan los dos primeros factores, más se utilizan los productos (abonos) químicos.

Por último, lo que se denomina “avance de la desertización” que puede ser más o menos lento y particularmente más importante en el sureste de España es una cuestión que es necesario abordar para mejorar las condiciones medioambientales.

Otras prácticas agrícolas son posibles

Las prácticas de la agricultura regenerativa combaten, entre otros, esos tres factores planteados. En la actualidad una gran parte de agricultores desarrolla un conjunto de labores agrícolas con el objeto de sacar la máxima producción a las cosechas. Muchas de las veces es cierto, como veremos, a corto y medio plazo. Pero ese uso continuado, a largo plazo, empobrece el suelo y va generando cada vez más gastos de cultivo. Veamos algunos ejemplos que permitan explicar la agricultura regenerativa: 

Disminuir las labranzas. Muchas veces se entiende, en un cultivo de arbolado, que las malas yerbas compiten con la plantación; en cuanto hay una brizna de yerba se elimina con una pasada de arados. Además se profundiza con la reja en el suelo para facilitar la infiltración de la lluvia.

En regenerativa hacemos lo contrario. En otoño e invierno mantenemos los cultivos (almendro, olivos, nogueras, viñas, etc.) con la cubierta vegetal de las hierbas que nacen; ya en la primavera se pasa ese arado para eliminar las malas yerbas que pueden competir con el árbol en el período en que las temperaturas suben. Y además utilizamos esa cubierta para uso de los pastos de invierno de las ovejas.

Beneficios: en primer lugar mantener la cubierta vegetal (en un momento que no compite con el árbol) permite conservar la estructura viva de la tierra no destruyendo los microorganismos que contiene (frente a los excesos de labranza). En segundo lugar, la cubierta vegetal previene de la erosión eólica impidiendo los arrastres de polvo que pueden ser importantes; y también de la escorrentía superficial  que lluvias torrenciales cada año lavan el terreno abarrancando y dejando incluso las raíces de algunos árboles al descubierto. En tercer lugar, el doble uso del cultivo como producción y como pastos del ganado permite un beneficio mutuo; las malas hierbas son  “segadas” por las ovejas y el suelo se beneficia del abono natural que producen. Y en cuarto lugar, rebajar las labranzas anuales de cinco a dos permite un notable ahorro de gasoil y utilización de maquinaria.

Brevemente veamos los diferentes sistemas de actuación con respecto al abonado, o incorporación de los nutrientes que necesita un cultivo. No vamos a negar que los tratamientos con determinados productos químicos producen resultados a corto plazo en el aumento de la producción, pero entendemos desde aquí los perjuicios globales que provocan. Así veamos tres actuaciones distintas:

Frente a los abonos químicos el estercolado, producto del compost hecho a partir de los corrales. El compost no actúa de forma inmediata pero sí es más duradero.

El abonado en verde. Consiste básicamente en hacer una siembra en otoño de una leguminosa, que es una planta que fija el nitrógeno en la tierra. Estas plantas, que nacerán en el centro de las calles del cultivo, serán luego incorporadas a la tierra (con los arados) en la primavera.

Picado de los restos de poda. Normalmente estos restos se retiran y en montones se queman. En regenerativa se muelen las ramas con una máquina picadora y se incorpora como materia orgánica al suelo. Bajo el principio de que lo que le quitas al cultivo se lo das a la tierra. 

Por último vamos a señalar tres actuaciones más, entre otras, que pueden ir en la línea de combatir el avance de la “desertización”. Una es la formación de balsones de recogida de agua de lluvia en puntos determinados de una finca; se trata de evitar que la escorrentía superficial dañe el terreno y por otro lado favorecer la infiltración de agua en el suelo. Con este mismo objetivo se pueden hacer algunas zanjas de infiltración siguiendo las curvas de nivel. La tercera es, en los terrenos que lo necesiten, plantar barreras naturales en determinadas distancias de plantas aromáticas y arbustos como contención de vientos fuertes. Digo plantas aromáticas porque es un elemento que potencia los polinizadores (abejas).

La agricultura ecológica y regenerativa, además de trabajar en estas prácticas que permiten defender actuaciones contra la desertización y cambo climático, su objetivo es lograr una alimentación más saludable al tiempo que se potencia el poblamiento rural.

La respuesta desde la Unión Europea

Sabemos que la Unión Europea se ha esmerado mucho en la Cumbre de Madrid. Es seguro que desde su estructura burocrática nos van a llenar en los próximos años de normas a cumplir contra el cambio climático.  Veremos a qué nivel de superficialidad y burocracia se quedan.

En cuanto a la agricultura estamos observando desde hace tiempo esa deriva. Desde los butacones de Bruselas los “técnicos”, mientras se llenan la boca con la palabra ecología, dictan normas por las que, por ejemplo, lo que hay debajo de los almendros en invierno no son pastos para las ovejas; no comprenden que eso en España ha sido así por las condiciones climáticas que tenemos. O que es necesario labrar cuantas más veces posible para eliminar toda la yerba, etc.

Mientras, los técnicos de las Consejerías  en España, desde sus despachos y desconociendo el mundo rural, hacen cumplir esas normas pasadas por las líneas políticas del Gobierno de turno.

Solo quiero acabar con la imagen de un agricultor ya octogenario al que le expliqué las prácticas de la agricultura regenerativa. Le pareció muy bien, frente a algunas de las cosas que  se hacen ahora;  me dijo, ”pero no hay casi diferencia a lo que hacían mis padres”. 

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