Tras nueve días de huelga general, en la que los 30.000 obreros del sector del metal -sumando los de las empresas matrices y las auxiliares- han contado con el entusiasta apoyo de la gran mayoría de la población de la Bahía de Cádiz, los sindicatos y la patronal alcanzaban un principio de acuerdo, que luego era ratificado al 100% % por los delegados en las asambleas realizadas en el Campo de Gibraltar y en Cádiz.
El resultado de este choque es una victoria de los trabajadores. Ambas partes han hecho concesiones, pero ha sido la patronal la que ha tenido que abandonar -ante la fuerza de la lucha obrera- sus inaceptables condiciones iniciales, aceptando una subida salarial que sobre el papel mantendrá el poder adquisitivo de los trabajadores.
Se ha ganado una batalla. Pero las causas de este estallido de lucha popular no sólo están en la rebaja salarial o en 30 años de incumplimiento de los convenios, sino en un ecosistema laboral en la Bahía marcado por una temporalidad insoportable, por la más feroz precariedad y por los abusos empresariales. Aunque la victoria de la lucha de los trabajadores siente condiciones mucho mejores para abordarlos, los antagonismos que han estallado en esta huelga general distan mucho de estar resueltos.
Nueve días de huelga general del metal en Cádiz. Nueve días en los que esta ciudad se ha convertido, por derecho propio, en la capital de la lucha obrera del país, ganándose el respeto y la simpatía de todos los rincones de España. Nueve días de piquetes, de movilizaciones, de cortes de carretera, barricadas y cargas policiales, de tanquetas y pelotas de goma, de lucha y cajas de resistencia. Nueve días de solidaridad, de miles y miles y miles de gaditanos apoyando a los obreros en las marchas, en las plazas, en los tajos o en las aulas, o aplaudiendo a rabiar desde los balcones de la Avenida.
Nueve días de solidaridad, de miles y miles y miles de gaditanos apoyando a los obreros en las marchas, en las plazas, en los tajos o en las aulas, o aplaudiendo a rabiar desde los balcones de la Avenida.
La negociación con la patronal del metal (Femca) ha sido compleja, agria, a cara de perro. Su primera propuesta era una «indecente» (en palabras de los sindicatos) y miserable subida salarial de un 0,5%, cuando la inflación este año se ha disparado al 5,5% y los obreros ya venían de sufrir pérdidas en los dos anteriores convenios. La furia de las calles no tardó en hacer que descartaran la rebaja salarial inicial y que se abrieran a las exigencias de los trabajadores.
Tras 52 horas de negociaciones, se alcanzaba un acuerdo por el que los trabajadores consiguen una actualización salarial del 2%, con carácter retroactivo desde el 1 de enero de 2021, fecha del fin del anterior acuerdo. Una vez se conozca el IPC real de este año, se contempla actualizar las tablas salariales con el 80% de la diferencia entre ese IPC y el 2% pactado. Esta fórmula se mantendrá para los siguientes años.
La inclusión del IPC en el convenio era una de las principales exigencias de los trabajadores y una de las mayores barreras de la patronal que, aunque afirmaban que ese aumento salarial era «inasumible» y que «sería el fin de la industria en Cádiz», finalmente han rebajado sus proclamas catastrofistas y han aceptado la inclusión de la carestía de la vida en el acuerdo.
El nuevo convenio tendrá una duración de tres años y culminará al final de 2023, aunque tendrá una “ultraactividad ampliada de dos años desde su vencimiento. En esto han tenido que ceder los trabajadores, que exigían un convenio de solo un año de duración.
El acuerdo ha sido refrendado por votación en asambleas de trabajadores, que volverán al tajo. Pero no todo el mundo está de acuerdo con lo firmado. Los sindicatos CGT y Coordinadora de Trabajadores del Metal -que representan a buena parte de los trabajadores más precarios y temporales y que no han sido incluidos en la mesa de negociación al no contar con representación «oficial» de delegados sindicales- critican lo que les parece un «acuerdo de migajas». Consideran que la cadencia de tres años hasta recuperar el 20% restante entre la subida y el IPC supondrá una merma en los salarios, y que «se entrega a la patronal todo el poder y capacidad para seguir haciendo lo que le venga en gana”
Una precariedad estructural
Con todo, estas no eran la única exigencia ni las únicas causas del profundo malestar que ha estallado en esta huelga general. Hay una cuestión de fondo que hace referencia a la pérdida de potencia industrial de Cádiz y al progresivo avance de los servicios y el turismo, con su precariedad y temporalidad consustancial. La industria ha pasado de suponer el 9,6% del empleo en la provincia a ser un 7,9%, según el INE. Algo que incide en el elevadísimo paro basal de Cádiz, la cuarta ciudad de más de 20.000 habitantes con menor tasa de actividad económica (49,9%) de toda España. Desde 2007, el goteo de cierres, desmantelamiento o deslocalización de empresas ha sido sangrante: Delphi, Visteon, Gadir, Altadis, LTK…
Pero sobre todo, están las pésimas condiciones laborales imperantes en el sector. Los convenios del metal llevan 30 años incumpliéndose sistemáticamente, en especial con los trabajadores temporales de las 6.000 empresas auxiliares de la industria del metal, donde no existe la fuerza sindical de empresas como Navantia, Airbus, Dragados o Alestis.
Estos antagonismos de fondo son los que han estallado en esta huelga general, los que han hecho que tenga tanta fuerza, combatividad y apoyo social. Es preciso abordarlos a fondo.
«Esto no va sólo del convenio del sector del metal, ni del miedo a la pérdida de la industria que queda. Todo eso está ahí, pero va mucho más allá. Lo que está aflorando es la situación de precariedad brutal que existe en Cádiz, en la industria y más aún en otros sectores», dice Pepe Huisa, asesor laboral y veterano de la lucha sindical a InfoLibre.
Los convenios marcaban que los trabajadores eventuales podían ser como máximo el 20% de la plantilla de las empresas, mientras que el 80% debían ser fijos. La realidad en el metal gaditano es justamente la proporción inversa. Los contratos temporales se encadenan sin límite. Según la ley, cuando un asalariado empalma encadena contratos por obra y servicio que sumen más de 24 meses trabajados en un periodo de 30 meses, deberían hacerlo indefinido. Pero esto es papel mojado en Cádiz: los trabajadores denuncian que son muchas las empresas del sector que suelen despedir en el mes 23 para que no se cumpla. Un obrero del metal en la bahía de Cádiz puede llegar a terminar su vida laboral con más de 100 contratos eventuales de obra y servicio.
Los salarios tampoco se cumplen, especialmente en los trabajadores eventuales. Los sindicatos denuncian que hay empresas que están pagando entre 300 y 400 euros por debajo del convenio. Las vacaciones se finiquitan cuando te despiden, los obreros de las auxiliares casi nunca llegan a cogerlas.
Tampoco se cumple lo referente a las horas extra, de las que se abusa sistemáticamente, especialmente en las empresas auxiliares. El máximo permitido son 80 horas extra anuales, pero la realidad es que en muchos casos llegan a las 80… cada mes. Y tampoco se pagan al precio que deberían, que son unos 18 euros para oficiales de primera o segunda, sino a 10 o a 14 euros la hora.
El clima laboral ha sido calificado de «ley de la selva» y de «cuasiesclavista» por los trabajadores entrevistados en la huelga. «Mucha gente no se atreve a cogerse vacaciones, y hay casos de 20 días seguidos sin descanso. ¿Por qué? Porque hay listas negras para los trabajadores que levantan la voz, simplemente por exigir sus derechos según el convenio». «Si tragas y tragas te contratan, si protestas te despiden y no te vuelven a contratar». «Tengo compañeros que se van a jubilar y no han sido fijos nunca», denuncian en declaraciones a InfoLibre.
Estos antagonismos de fondo son los que han estallado en esta huelga general, los que han hecho que tenga tanta fuerza, combatividad y apoyo social. La victoria en este primer pulso debe servir de herramienta para abordarlos a fondo, de manera radical. Porque allí siguen, deteriorando las condiciones de vida y trabajo de los trabajadores gaditanos.
Carlos dice:
Copón, las eléctricas ganando 700.000 €/h y los pobres obreros, después de la guerra, una miserable subida del 2% del sueldo. Nada macho, que tenéis que tomar el poder y la plusvalía para los obreros
Carlos dice:
Mirad, mirad, la tanqueta del Ministro https://youtu.be/cK3oWXC3acI. Que frivolizo? Que vaaa, si esto es más pacífico que Cádiz. Se han ganado los obreros la simpatía de toda España, desde hosteleros de la pequeña burguesía madrileña hasta diputados socialistas en Catalunya
Carlos dice:
Tiene razón la CGT «es un acuerdo de migajas», una victoria pirrica. Pero vamos, que yo lo que quiero es felicitar al Ministro del Interior Marlaska, porque es un fieeera, ahí, a las órdenes de los monopolios, mandando a los stormtroopers en tanqueta. Marlaska, eres el más grande