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Buscando un nuevo estatus para el Donbás

Aún cuando el alto el fuego entre el Gobierno central de Ucrania y los separatistas prorrusos todavía resulta frágil, la prioridad para quienes negocian el fin del conflicto es la incógnita en torno al nuevo estatus del Donbás. ¿Qué hacer con la región carbonífera donde están asentadas las ciudades de Donetsk y Lugansk, otrora bastiones del secesionismo armado y hogar de numerosos ciudadanos de origen ruso? El acuerdo firmado el 5 de septiembre en Minsk para que cesaran las hostilidades no ofrece respuesta alguna.

El trauma dejado por Crimea

Ucrania se comprometió a “descentralizar el poder”, pero esa fue una declaración muy abstracta. El Parlamento en Kiev deberá promulgar una ley que le otorgue estatus especial tanto a Donetsk como a Lugansk, pero no ha ofrecido detalles al respecto. Los separatistas dan por sentado que el nuevo estatus sellará de facto la independencia de las regiones que se alzaron en armas. Pero el Gobierno ucraniano se mantiene firme en su posición: sí a una mayor autonomía, no a la independencia del Donbás. Las razones son evidentes.

Tras la anexión de la península de Crimea, la pérdida del Donbás sería otro golpe duro a la integridad territorial de Ucrania. El carbón, el gas natural y la industria pesada de ese rincón del país es importante para su abastecimiento energético. Además, considerando las, según la ONU, más de 3.000 víctimas mortales del conflicto, Ucrania ya ha pagado un precio muy alto para conservar el Donbás. Dejar que esta región se separe del país sería para el Gobierno de Kiev como admitir que esas muertes fueron en vano.

Ucrania se mira en el espejo de Transnistria

Muchos observadores opinan que las negociaciones de Minsk conducen a un congelamiento del conflicto y a que Ucrania sufra la suerte de otras antiguas repúblicas soviéticas. Transnistria viene a la mente; esa es la región que a principios de los años noventa se separó unilateralmente de Moldavia y que ha existido durante más de veinte años sin reconocimiento internacional, pero con suficiente respaldo económico de Rusia. Kiev no quiere que la decisión en torno al estatus del Donbás quede irresuelto como en el caso de Transnistria.

El peligro de que la materia quede congelada es bastante alto porque al hombre fuerte de Moscú, Vladimir Putin, le conviene que así sea. Eso asegura desde Kiev el politólogo ucraniano Volodymyr Fesenko, del centro de investigaciones Penta, en entrevista con Deutsche Welle. No piensa igual Fjodor Lukjanow, presidente del Consejo de Política Exterior y Defensa, con sede en la capital rusa. “Una situación como la de Transnistria le presenta muchas desventajas a Moscú”, asegura Lukjanow, aclarando que le saldría caro tanto mantener económicamente a la provincia rebelde como prolongar indefinidamente las tensiones diplomáticas con Occidente. A su juicio, Rusia prefiere que Donetsk y Lugansk sigan formando parte de Ucrania, aunque en calidad de territorios autónomos.

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