Puigdemont se reunió con un emisario de Putin el día antes de proclamar la DUI

Buscando desesperadamente “padrinos” internacionales

Lo que demuestran las turbias conexiones de las élites del procés con Putin, en unos momentos críticos en Cataluña, es que la independencia en un país como España no es un “asunto interno”, es una cuestión global que implica a los grandes centros de poder mundiales.

Está comprobado. Lo ha reconocido el mismo entorno de Puigdemont. El entonces president de la Generalitat se reunió el 26 de octubre de 2017 con Nikolay Sadovnikov, que actuaba en nombre del Kremlin. Estuvo sobre la mesa el apoyo de Moscú a la independencia catalana. Al día siguiente, se proclamaba en el Parlament la DUI, una declaración unilateral de independencia.

No estamos ante una película de espías de John Le Carré. Es un asunto político de envergadura. Y lo que pone de manifiesto es que la fragmentación de un país como España, la cuarta economía de la zona euro, solo puede avanzar si grandes centros de poder lo respaldan. Por eso las élites del procés buscaron desesperadamente “padrinos” internacionales… incluyendo en ellos a la Rusia de Putin.

Puigdemont lo confirma

La noticia ha sido revelada por un consorcio internacional de medios de comunicación (OCCRP) en el que participa El Periódico de Catalunya.

Situémonos en el 26 de octubre de 2017. Cataluña estaba en ebullición. Se había celebrado el 1-O, y en las élites del procés se discutía si convocar elecciones anticipadas o proclamar la independencia de forma unilateral. Esto es lo que se produjo al día siguiente, el 27 de octubre, cuando el Parlament aprobó la DUI. Un desafío frontal que dio paso al 155, la huida de Puigdemont y otros ex consellers…

En esos momentos críticos, Puigdemont encontró tiempo para estar presente en una reunión. Debía de ser importante. Se celebró además en su residencia oficial como president, la Casa dels Canonges, situada dentro del complejo del Palau de la Generalitat.

No es una peli de espias, lo ha reconocido el mismo Puigdemont. En los turbulentos días del 1-O y la DUI, el entonces president de la Generalitat se reunió con un emisario de Putin. Los líderes procesistas buscaban entonces desesperadamente alguna potencia que apadrinara su aventura secesionista. Imagen de El Periódico.

Fue organizada por el ex secretario de relaciones internacionales de Convergéncia, Víctor Terradellas, y además de Puigdemont acudieron Nicolai Sadovnikov, Seguei Motín y Jordi Sardà Bonvehí.

¿Quién es Sadovnikov?

Se le considera un “intermediario oficioso” del Kremlin que actúa bajo la cobertura del Estado ruso y “rinde cuentas directamente al Jefe del Estado”, es decir a Putin.

Tiene una larga experiencia diplomática al servicio de los centros del Estado ruso, que se remonta a la época de la URSS. Su posición se elevó en los gobiernos de Putin. En 2016 y 2017 -en los momentos álgidos del procés- fue asesor del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, según El Periódico “tuvo un papel importante en la estrategia de política exterior, en especial la europea”, analizando específicamente la situación de España y Cataluña.

Sadovnikov actúo también en Oriente Medio. Como plantea la investigación de El Periódico “está involucrado en asuntos de Siria, Irán, Libia y en general en las relaciones bilaterales con los países del Golfo”.

Las élites del procés necesitan “padrinos” internacionales que avalen sus planes de ruptura, sea EEUU o la Rusia de Putin

Y encontramos en su carrera una conexión con la invasión rusa de Ucrania: Sadovnikov fue socio de una compañía de inversión junto a Larissa Conti, que se presenta como portavoz de la autoproclamada República Popular del Donetsk, en el Donbass, la región que Moscú quiere desgajar bajo la fuerza de las bombas.

¿Qué se trató en esa reunión? Según las informaciones, Moscú habría ofrecido apoyo económico y militar a una Cataluña independiente, a cambio de que se convirtiera en un paraíso fiscal para actuar con criptomonedas. El respaldo económico de Moscú pagaría la deuda de la república catalana. Como “garantía”, los emisarios de Moscú presentaron un certificado de valores de 500.000 millones de dólares, que se ha revelado falso. Y el supuesto apoyo militar incluiría la aportación de 10.000 soldados rusos.

¿Puigdemont ha negado estas graves acusaciones? No. De hecho ha confirmado que la reunión se celebró. Así lo ha admitido la Oficina de Carles Puigdemont, en declaraciones a la Agencia Catalana de Noticies. Afirman que Puigdemont “no dio credibilidad” a los ofrecimientos rusos, y que “no se acordó nada”.

Pero Puigdemont sabía que eran emisarios de Putin, y que venían a ofrecer cobertura desde Moscú a la independencia de Cataluña. La conversación por WhatsApp entre Terradellas y Puigdemont, previa a la reunión, no admite dudas: “A las 5 venía emisario de Putin”.

La independencia solo vendrá… de fuera

No fue la única reunión entre representantes de las élites del procés y emisarios de Moscú.

En junio de 2019, Puigdemont volvió a reunirse, esta vez en Suiza, con un representante de Moscú, Alexander Dimitrenko, al que se le rechazó la nacionalidad española por sus vinculaciones con los servicios de inteligencia rusos.

Están documentadas 5 reuniones con emisarios del Kremlin del entorno de Puigdemont. Josep Lluis Alay, jefe de la oficina de Puigdemont, reconoce que en ellas “hablamos de asuntos que interesan en la creación de un Estado independiente”.

La situación en 2017 era muy diferente que en 2022. Rusia se había anexionado Crimea, con éxito. La UE le aplicó sanciones, pero en los hechos reconoció la anexión. Y Putin era recibido en todos los salones internacionales.

Lo que demuestran las turbias conexiones de las élites del procés con Putin, en unos momentos críticos en Cataluña, es que la independencia en un país como España es un asunto global.

Somos la cuarta economía de la zona euro y la 14ª del mundo. Y un enclave estratégico -puente entre Europa y África, control sobre uno de los accesos al Mediterráneo…- que ha atraído en los últimos siglos -desde que España dejó de ser un imperio- la atención de las principales potencias.

Solo se puede fragmentar un país como España si hay grandes centros de poder globales que avalen la ruptura. Y España no es un asunto menor para ellas.

En la sociedad catalana prima la unidad sobre la ruptura. Los partidarios de la independencia nunca han superado el 38% del censo. Las élites del procés, extremadamente reaccionarias, no tienen a su lado una mayoría de la población. Y únicamente podrán imponer la independencia a una potencia media como España si hay “padrinos” internacionales más poderosos que les apoyan.

La fragmentación de un país como España, la cuarta economía de la zona euro, solo puede avanzar si grandes centros de poder lo respaldan

La reunión de Puigdemont con emisarios de Putin en la Casa dels Canonges estaba enmarcada en una desesperada carrera, dirigida por Víctor Terradellas tras el 1-O, para buscar apoyos internacionales a la independencia.

Su plan principal era otro. Lo expresó Terradellas al afirmar que “Israel, EEUU y Alemania son los aliados principales de Cataluña”.

Confiando en que “a EEUU le gustan los procesos de emancipación porque ven más fácil tratar con pequeños Estados nación que no con viejos imperios multinacionales”.

Y ofreciéndose como plataforma de intervención a Washington. Artur Mas fue a EEUU para declarar ante el emperador que “una Cataluña independiente sería un aliado clave de la OTAN”. Y los estrategas del procés diseñaron un ejército para la “república catalana” en manos privadas, en concreto de Dyncorp, uno de los gigantes militares norteamericanos.

También buscaron el apoyo alemán. Para Terradellas, “la creación del Estado catalán ha de evidenciar y augurar un reforzamiento de la Europa que lidera Alemania, y ha de ser percibido como una opción aliada para los EEUU”.

Pero también servía la Rusia de Putin. Lo único importante para ellos era “internacionalizar el procés”, es decir tener un “padrino internacional” fuerte que respaldara sus planes de fragmentación. Mientras el mundo se horrorizaba ante el triunfo de Trump, Artur Mas o Puigdemont lo consideraban “una ventana de oportunidad que tendríamos que aprovechar”.

Los hechos demuestran que la independencia de Cataluña no es un “asunto interno”, sino global, en el que están implicadas, para alentarlo o rechazarlo, las grandes potencias. Y se evidencia que la Cataluña independiente de los Puigdemont es en realidad una plataforma de intervención entregada a algún centro de poder mundial.

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