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Burbuja Futbolí­stica

Los equipos de Primera y Segunda ya acumulan más de 3000 millones de deuda, de los cuales 627 son con Hacienda. Multitud de equipos modestos como el Racing Portuense, La Cultural Leonesa, el Granada, el Eivissa, el Leganés o el Ciempozuelos, atraviesan una situación que somete a sus jugadores prácticamente a la penuria. Pero si se apunta más alto, pese a que las condiciones de fuerza para salir del hoyo son enormemente mejores, las deudas alcanzan cuotas estratosféricas:

El Real Madrid adeuda un equivalente al 80% de sus asivos totales, el Atlético un 95%, el Barcelona un 98%. El Athletic de Bilbao, el Zaragoza, el Racing y el Valencia… mas del 100%. Si lo comparamos con sus activos, en el caso del Valencia la deuda los supera en un 150%. A la altura de hoy, Juan Soler, ha llevado al club a la quiebra técnica. Pese a las envestidas que ahora ofrece al actual presidente, Vicente Soriano, suya es la responsabilidad de la actual situación del club. Una historia que, con particularidades propias, se repite por toda la geografía futbolística. Hijo de uno de los más importantes constructores valencianos y accionista de Metrovacesa – constructora que pasará esta misma semana a manos de 6 bancos y cajas acreedores -, Juan Soler intentó dar la campanada utilizando la recalificación de los terrenos del Mestalla – que sigue sin venderse pese al misterioso comprador anunciado por Soriano – para sanear las cuentas del club con una deuda de más de 100 millones de euros. Accedió a la presidencia del club en el 2004, después de comprar 70.000 acciones y arrinconar al también ex presidente Francisco Roig, hermano del presidente de Mercadona. A día de hoy la deuda asciende a 286 millones de euros – hay fuentes que hablan del doble -, con una media de 50 millones de déficit por año de presidencia del de los Soler, los “magos del ladrillo”. Según se acaba de anunciar desde la directiva, esta semana se tendrá un respiro gracias a un préstamo de una entidad bancaria extranjera que, lógicamente, exigirá un porcentaje de intereses asfixiantes. Cabría pensar que la solución debe pasar, como ya se señala, por asumir el carácter lucrativo que han de tener los clubes para sí mismos. Es decir, si la transformación de estos en S.A.D. –Sociedades Anónimas Deportivas – se presentó en el 92 como solución a su situación económica, el problema ha venido de no actuar como tales – sometidos a las leyes del mercado -y, por lo tanto, saldar el año con beneficios. Pero si esto fuera así realmente ocurriría que la quiebra no sería de grado tan generalizada y que, por otra parte, no afectaría a algunos clubes de entre los pocos que se libraron de aquel Decreto del 92, Real Madrid o F.C. Barcelona. Ambos suman 1.000 millones de euros en deudas. Quizás haya que pensar que los clubes han sido utilizados para hacer negocio para sus presidentes, directivas y aledaños. Para los cuales cada temporada si se habría saldado con beneficios ingentes. Si no que se explique como la supervivencia de un club como el Valencia depende de la venta de unos terrenos por valor de 300 millones y no de sus éxitos deportivos. Algo falla. Seguramente no haya que esperar a la temporada de fichajes a partir de junio para ver como el castillo de naipes – es decir, de clubes – se derrumba y estalla la burbuja futbolística.

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