Gran Bretaña, los Laboristas contra las cuerdas

Brown se hunde cada vez más

El primer pez gordo, ha caí­do tras el escándalo causado por la publicación de los gastos de los diputados. El controvertido presidente de la Cámara de los Comunes, Michael Martin, que estaba acorralado por la oposición, no ha sido capaz de sobrevivir a las convulsiones y esta tarde ha anunciado que dejará el cargo el 21 de junio. Es la primera dimisión de un speaker del Parlamento británico en más de 300 años.

Con su furia, los rebeldes no hicieron más que reflejar la oinión generalizada de los británicos. Porque Martin no sólo es percibido como el hombre que permitió irregularidades, como el reembolso de hipotecas que ya estaban pagas y de extravagancias como la limpieza del foso de un castillo y la poda de 500 árboles de una mansión. Además, meses antes de que estallara el escándalo, él mismo habí­a sido objeto de acusaciones por haber usado fondos públicos para pagar pasajes de tren y de avión de su mujer.Martin habí­a logrado mantenerse impune gracias al privilegio conferido por su cargo de speaker, que, tradicionalmente, lo convierte en un «intocable», ya que goza del apoyo consensuado de todos los partidos polí­ticos para poder actuar con imparcialidad. Pero las revelaciones, no sólo de los despilfarros propios y de sus colegas, sino también de sus esfuerzos por evitar que la información fuera publicada por el matutino The Daily Telegraph, estarí­an a punto de remover esa protección.El último speaker en pasar por una situación similar fue sir John Trevor, que en 1695 fue expulsado de la Cámara de los Comunes por haber aceptado una comisión de funcionarios de la alcaldí­a londinense para acelerar la aprobación de una ley.El lí­der de la oposición, David Cameron, lanzó una campaña nacional para inundar Downing Street de peticiones que obliguen al primer ministro, Gordon Brown, a convocar elecciones anticipadas. Cameron hizo este llamamiento instantes antes de que los Comunes vivieran escenas esperpénticas, con el speaker -el presidente de la Cámara, y probablemente algo más que eso- luchando por su supervivencia polí­tica mientras un nutrido grupo de diputados le exigí­a que someta a debate una moción de censura contra él.Si la presión conservadora tuviera éxito, las primeras ví­ctimas de las elecciones serí­an los laboristas, condenados a perder de acuerdo con todas las encuestas. Pero la segunda ví­ctima serí­a el Tratado de Lisboa porque los tories llegarí­an al poder antes de que haya podido ser ratificado en Irlanda y, por tanto, antes de que entre en vigor. Eso permitirí­a a Cameron dar marcha atrás en la ratificación británica y convocar un referéndum para decidir la posición británica.Los británicos están furiosos y las consecuencias polí­ticas de su ira pueden ser peligrosas. De acuerdo con una encuesta realizada por la BBC, un 65% demanda el llamamiento inmediato a las elecciones generales, previstas hasta ahora para principios del año próximo. Y esto serí­a un balde de agua frí­a para los laboristas del premier Gordon Brown: sólo obtendrí­an un 22% de los votos.Los efectos de la crisis económica en los británicos, los fracasos del gobierno laborista en el parlamento y la cercaní­a de elecciones municipales, al parecer, le jugaron una mala pasada al primer ministro Gordon Brown. La indignación de los contribuyentes del Reino Unido, muchos de ellos con sus viviendas embargadas tras el desplome de las llamadas hipotecas basuras y los intentos de funcionarios de reducir gastos a costa del estado, arreciaron el efecto de un nuevo escándalo polí­tico.A un año de las elecciones generales a Gordon Brown le han crecido todos los enanos del circo. El Ejecutivo de Gordon Brown ha entrado en una espiral de escándalos, dimisiones y disculpas, que han hundido al partido Laborista. El ultimo acto de toda esta trama, es demostrar indignación, ambos partidos han prometido mano dura y están obligando a sus parlamentarios a devolver el dinero, eso si, tras amenaza de expulsión del partido. Gordon Brown acumula todas las portadas de los periódicos con su foto en primera plana pidiendo perdón y haciendo acto de contrición. Una de las primeras cabezas en rodar ha sido El secretario de Estado de Justicia, Shahid Malik, arrastrado por la tormenta polí­tica, se esperaba, y era recibida con satisfacción entre los británicos. Furiosos y conmocionados, de la desvergüenza que han mostrado sus polí­ticos durante años, usando su dinero para pagar sus gastos privados. Es posible que no sea la última, con las ministras del Interior y de Comunidades también en el disparadero.Toda esta concatenación de sucesos escándalos y extraví­os de documentos difí­cilmente pueden se hechos aislados. Hay muy pocos que tengan acceso a esa cantidad de informes y los filtren con tal tino cronológico. Solo los aparatos de estado y los servicios de información e inteligencia tienen capacidad operativa para lograr algo así­. No seria la primera ni ultima vez que las contradicciones entre los grupos oligárquicos y más en épocas de crisis, en las que se plantean polí­ticas que pueden provocar una drástico empeoramiento en las condiciones de vida del pueblo, que amenaza un estallido social requieren de un cambio de rumbo y de color en el gobierno de turno. El echo es que el escándalo está poniendo contra las cuerdas al gobierno de Gordon Brown. Las elecciones Europeas se convertirán en la previsible debacle del Laborismo. Brown no soportarí­a un escándalo mas. Todas las condiciones para una revuelta social están dadas el gobierno esta sentado sobre el volcán. Una medida desatinada bastarí­a para la explosión.

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