Una subida inesperada del 20% en el precio de los carburantes ha despertado una poderosa movilización en un México que mira con ansiedad y temor la inminente llegada de Trump a la Casa Blanca
En algunos puntos del país la movilización llegó a adquirir en ciertos momentos tintes de verdadera insurrección. El aumento del precio de las gasolinas entre un 14% y un 24%, anunciado por el gobierno del presidente Peña Nieto el 1 de enero, ha soliviantado a un México que aún no se ha recuperado del shock producido por la elección de Trump.
Peña Nieto trató de sacar partido de la «tregua navideña» para colar una medida que sabía que iba a ser tremendamente impopular, pero la respuesta (en las redes y en las calles) no se ha hecho esperar.
El Gobierno argumentó que la subida de los carburantes era inevitable tras el aumento del precio del barril de petróleo (un 67% en el último año) e insistió en que es inviable mantener el actual régimen de precios subvencionados. Peña Nieto recordó que México tiene que importar ya más de la mitad de la gasolina que consume y que, de no producirse el alza de precios, las cuentas públicas acabarían en la bancarrota.
Pero todos los partidos de la oposición, empresarios, sindicatos y consumidores mostraron de inmediato su oposición a una subida que, amén de ser un nuevo dogal para las clases populares, disparará la inflación y amenaza con frenar el crecimiento económico de México.
Por otro lado, esta subida de la gasolina se suma a una larga lista de elementos desestabilizadores de la economía (como son la incertidumbre sobre la llegada de Donald Trump y el futuro del Tratado de Libre Comercio, la depreciación del peso y el aumento de las tasas eléctricas), que amenazan con provocar un grave estancamiento económico del país.
Actualmente más del 40% del precio de la gasolina son impuestos y el petróleo supone la tercera parte de los ingresos del país. Sin embargo, México es a día de hoy incapaz de refinar el crudo que extrae y tiene que importar, pagando en dólares, el 54% de la gasolina que consume. Es el resultado de años y años de abandono de las refinerías, de la falta de inversión en Pemex y de una política deliberada que busca la «liberalización» del sector, la entrada de capitales extranjeros y, de hecho, la «desnacionalización» del petróleo mexicano.
Como señaló con acierto el candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador, del PRD, hace solo unos meses el Gobierno impulsaba la idea de que la reforma energética, y la consiguiente apertura de PEMEX, conllevaría una bajada de precios. La realidad, según López Obrador , es que en el periodo de Peña Nieto la gasolina aumentará un 26% mientras que el salario mínimo no llegará al 10%.
Pero mientras analistas, políticos, empresarios y partidos se dedicaban a criticar al Presidente, en las redes y en las calles una indignación incontenible se tradujo instantáneamente en un cúmulo de protestas y movilizaciones que no tardaron de sacar a la calle a miles de personas. El llamado «gasolinazo» movilizó, de norte a sur, y de este a oeste, a muchos mexicanos, para los que la vida será aún más difícil en este incierto 2017. Las manifestaciones, cortes de carreteras, tomas de gasolineras y otros actos, espontáneos y organizados, de protesta han sido reprimidos duramente por la policía y el ejército, que han llevado a cabo más de mil detenciones. Al calor de estas protestas, se han producido también saqueos de comercios, lo que ha dado pie para que el gobierno y la policía intentasen desvirtuar el significado y el tenor de las protestas populares y convertir la represión en una justificación contra el vandalismo. A día de hoy, cinco personas han muerto en los disturbios, entre ellos un policía. Algunas de estas muertes probablemente poco o nada tendrán que ver con las protestas y la indignación popular.
Por otro lado, y en un gesto muy significativo, Peña Nieto ha hecho también estos días un cambio de gobierno sustancial: Luis Videgaray, el antiguo canciller de Hacienda, el hombre que organizó la visita de Trump a México en agosto pasado y que tuvo que dimitir por ello, después de que Trump humillara públicamente al presidente e insultara a todos los mexicanos, acaba de ser repescado por Peña Nieto y nombrado nada menos que ministro de Relaciones Exteriores, es decir, el hombre encargado de llevar a cabo las relaciones con la nueva administración estadounidense. El nombramiento tiene lugar solo unos días después de que las presiones de Trump obligaran a Ford a renunciar a llevar a cabo una inversión de 1.500 millones de dólares en México y que lanzara una amenaza muy grave a la japonesa Toyota. Videgaray, que mantiene conexiones con la familia Trump, y profetizó su victoria electoral, será supuestamente el encargado de «minimizar» los estropicios que ya se prevén con la llegada del magnate americano a la presidencia, aunque lo más probable es que termine por allanar el cumplimiento de los designios y amenazas que Trump convirtió en un elemento esencial de su campaña electoral. ¿Qué sentido ni no puede tener poner al zorro de guardián del gallinero?
Pero cualquier nuevo paso que dé el gobierno en el sentido de «liberalizar» la economía y someterse a los planes de Trump no hará sino provocar una mayor indignación de la población y fomentar la rebeldía, que en México adquiere cada vez más la forma de verdaderos brotes insurreccionales. Veremos si la presidencia de Trump no acaba por desatar un verdadero incendio en su frontera Sur.
vietcong dice:
Pues si hombre,si,a ver si se pasa de «motines» duramente reprimidos por el ejército y la policía,a una insurrección como Dios manda,como la de Pancho Villa,que México tiene tradición revolucionaria.Por cierto,el EZLN ¿dónde está?-más ahora que hacen falta-.Gasolinazo,gasolinazo
vietcong dice:
Juos,juos,por aquí os envío una gamberrada,que a mí me encantó,del genial Robert Rodriguez.Unos militares,que dan un golpe de Estado,»made in CIA» y el mariachi y sus colegas,con la bandera de México en la mano,acaban con ellos –> https://www.youtube.com/watch?v=jAZbK72VLFA
vietcong dice:
Lo mejor que tiene México,es que las corrientes políticas,están perfectamente definidas.Por un lado tenemos al PAN,que es un partido de derechas y pro-yankee,vende-patrias -lo dicen ellos mismos-,te lo dicen orgullosos…y por otro lado,la izquierda,que son de «Viva México»,patriotas ante nada,como puede ser el más moderado PRD -y si ya radicalizamos,Pancho Villa-……vamos,que no hay engaño,como en España