Begoña López Hernández, epidemióloga

Brote de sarampión en Europa

Europa sufre un brote récord de sarampión, una enfermedad para la que existe desde hace décadas una vacuna segura, barata y eficaz. En lo que llevamos de 2018 ya hay 41.000 infectados (casi el doble que en todo 2017) y 37 muertes. Afortunadamente, la alta tasa de vacunación contra el sarampión que mantiene el sistema de salud español ha hecho que nuestro país no se vea contagiado por esta epidemia: se han registrado algunos casos, pero no han dado lugar a contagios secundarios.

Europa sufre un brote de sarampión sin precedentes, algo especialmente trágico cuando veníamos de haber alcanzado un mínimo histórico (5.273 casos) en 2016. ¿Cuáles son las causas que señalaría como principales?

El sarampion es una enfermedad que se transmite de persona a persona, por via aérea, con una elevada tasa de contagio. Genera inmunidad de por vida, por lo que una vez que la persona padece la enfermedad, deja de ser susceptible a ella. Antes de la era vacunal, la enfermedad afectaba principalmente a la infancia ya que era la población susceptible, los adultos estaban inmunizados porque enfermaron en la infancia. La introducción de la vacuna del sarampion a edades tempranas de la vida ha disminuido de forma drástica los casos de sarampión en la infancia, y por tanto la importante morbimortalidad que generaba.

Este efecto beneficioso ha generado, sin embargo, una falsa confianza en la población. Los mal denominados movimientos antivacunas, creo que más apoyados en una fuerte convicción que en una «moda», están basados en la falsa confianza y en el sentimiento de que puede resultar peligroso administrar vacunas a los niños, temiendo posibles efectos secundarios y sin tener suficiente conciencia del balance real de riesgo-beneficio.

De forma paradójica, la escasa sensación de riesgo de la población actual ante el sarampion y la morbimortalidad que genera se debe al efecto de las elevadas coberturas vacunales. Por tanto nuestra tranquilidad y confianza frente a el riesgo de padecer enfermedades vacunales y su consecuente morbilidad, se basa en la vacunación de la población a gran escala.

Profundizamos más en el concepto de susceptibilidad y de transmisión. Una enfermedad, como el sarampión, para transmitirse precisa de una población minima susceptible, es decir, una persona que enferma y transmite virus, no puede ocasionar casos secundarios si no existen personas susceptibles en su entorno. El sarampion al igual que ocurre con otras enfermedades víricas, no tiene vias alternativas de transmisión, como pueden ser los alimentos, el agua o los insectos.

En poblaciones con elevadas coberturas vacunales, la transmisión del virus se agota en el primer caso, la probabilidad de adquirir un sarampión es baja ya que el entorno de esa persona ejerce de escudo protector y barrera para que pueda circular ampliamente el virus. Sin embargo, si el número de susceptibles (no inmunizados) aumenta, la circulación del virus no se interrumpe, encontrando siempre susceptibles que mantendran la cadena de contagio. La inmunidad de rebaño que generan algunas vacunas, permite que asumiendo un escaso riesgo individual, se obtenga un gran beneficio colectivo. Es uno de los mejores ejemplos de la repercusión de la salud publica en la salud individual.

La vacunación de toda la sociedad, en especial de la infancia, se ha revelado una vez más como una imprescindible defensa. Pero este brote ha revelado que solo con bajar la guardia en las campañas de inmunización unos pocos años, puede hacer que una enfermedad que estaba en vías de erradicación pueda rebrotar. ¿No debería servir lo sucedido para volver a poner en valor la gigantesca importancia de las campañas de vacunación?

Como he comentado anteriormente, la salud publica, añade salud, en términos de protección, a cada individuo. Sin embargo, es a veces dificil que las personas adquieran esa conciencia de colectivo y cuiden aspectos que puedan beneficiar a la convivencia de las personas en sociedad. La ausencia de sensación de riesgo puede llevarnos a percibir erróneamente que ciertas medidas preventivas son innecesarias.

En el caso del sarampión, la vacuna se conoce desde los 70, es segura, eficaz y barata. ¿Podría haberse erradicado ya esta enfermedad?. ¿Podría conseguirse este objetivo en la próxima década (o décadas)?

La protección frente al sarampión, se adquiere mediante la vacuna denominada Triple Vírica, que protege además frente a la parotiditis y a la rubeola. La vacuna Triple Vírica está incluida en el calendario vacunal infantil a los 12 meses de edad, y la administración de una segunda dosis a los 3 años refuerza la protección. Tambien puede recibir la vacuna los adultos que no hayan padecido la enfermedad con anterioridad, y que no esten previamente vacunados. España es un buen ejemplo internacional en alcanzar elevadas coberturas vacunales, el sistema sanitario público invierte grandes esfuerzos en el mantenimiento de estas coberturas y la población es muy consciente de la importancia de las vacunas.

La eliminación y la erradicación son niveles progresivos de control de una enfermedad. La eliminación afecta a un territorio determinado y la erradicación debe ser universal.El 26 de septiembre de 2017, la OMS declaró la eliminación del sarampión en España, es decir, libre de trasmisión autóctona, sin embargo esta situación de seguridad está amenazada si no mantenemos coberturas vacunales tan elevadas como para interrumpir la transmisión local de la enfermedad. La existencia de brotes en paises vecinos, es una prueba incesante de los buenos niveles de protección de nuestro pais frente a esta enfermedad

¿Quiere añadir algo más?

Querría reforzar el concepto de que alcanzar altas cotas de salud en una población requiere de un esfuerzo de cooperación colectiva. Un pais que se esfuerza en mantener la salud publica, es un pais orientado al bienestar de la población.

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