Entrevista a Joanne Walker - ActionAid

Brasil y China a la cabeza en la lucha contra el hambre

Al mismo tiempo que la ONU anunciaba el siniestro record para el 2009 de 1.020 millones de hambrientos, el pasado 16 de octubre la organización internacional ActionAid presentaba el informe HungerFree: un ranking mundial en la lucha contra el hambre resultado de la evaluación de 51 paí­ses. Joanne Walker, coautora del Informe, nos atendió desde la sede central en Johannesburgo.

¿Podemos decir que el nivel de soberanía, de indeendencia política del Estado, y el disponer de sus propios recursos son claves para combatir el hambre? Desde luego el caso de China y Brasil nos llevan a sacar esa conclusión. Sí, absolutamente. Por un lado, el respeto de la soberanía de los países es un criterio importante. Pero eso es muy difícil de medir. Por otra parte, la ayuda concedida de una manera equivocada puede tener una repercusión mas negativa que positiva. La ayuda concedida en los últimos veinte años con sus políticas dirigidas es lo que ha conducido a la difícil situación en la que estamos ahora. Un tercio de los niños están desnutridos, por ejemplo. Sería interesante saber cuál sería la situación de hambre en el mundo ahora si la ayuda se hubiese concedido de manera diferente. La forma en la que se da ayuda ahora viene acompañada de ataduras, condiciones y prescripciones políticas. El Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional continuamente imponen condiciones económicas que se establecen en la concesión de la ayuda contra el hambre. Por ejemplo, imponen la liberalización de las políticas económicas y sociales internas de los países receptores. Estos países se ven obligados a adherirse a las políticas de libre mercado y de recortar o eliminar completamente sus subvenciones, mientras que en Europa y los Estados Unidos hacen uso de intervenciones gubernamentales para subvencionar extensamente a sus propios agricultores. Para recibir las ayudas, no se le permite al estado receptor participar o tomar un papel activo en la lucha. Esto ha llevado al desmantelamiento de las reservas de grano, por ejemplo, que ha tenido un impacto desastroso en la lucha contra el hambre de esos países. ¿Y países como Malawi o Uganda que han obtenido también grandes avances? Son países que no suscriben a este particular modelo y consecuentemente han tenido resultados muy positivos. Un buen ejemplo de ello es Malawi, un país entre los menos desarrollados y mas densamente poblados del mundo. Malawi ha sido sometido a hambrunas cíclicas durante muchos años, hasta que comenzaron a tomar decisiones que estaban totalmente en contra de las políticas establecidas por el Banco Mundial y otras instituciones internacionales. A pesar de que las instituciones internacionales comenzaron a sancionarlo por sus acciones, el gobierno de Malawi comenzó a tomar un papel mas activo en resolver sus problemas con el hambre. Su inversión pública en cosas como fertilizantes y semillas llevó a Malawi de la grave escasez de alimentos a convertirse en un exportador de alimentos. Además, esto contribuyó a aliviar la pobreza y a generar riqueza, ya que la economía está fuertemente basada en la agricultura, con alrededor del 85% de la población viviendo en zonas rurales. Un caso contrario se puede ver en Senegal, un país cuyo principal alimento básico es el arroz. Todo el arroz que se consume es importado en su totalidad, poniendo al país y a su pueblo al merced de los mercados externos. Otro ejemplo es Kenia, donde 10 millones de personas no tienen suficiente para comer, y mientras tanto los campos están siendo utilizados para el cultivo de flores para alimentar una industria de exportación que va a los mercados europeos. “En la década de 1980 y de nuevo en la década de 1990, el Banco Mundial presionó a Malawi a eliminar completamente las subvenciones a los fertilizantes, por ejemplo. Su teoría, en los dos casos, fue que los agricultores de Malawi se debían de pasar a cultivos comerciales para la exportación, y usar los ingresos de esas exportaciones para importar alimentos”, según Jane Harrigan, economista de la Universidad de Londres. En 2007, después de ignorar el FMI y el Banco Mundial y, posteriormente, cambiando completamente sus políticas económicas internas, Malawi vendía más maíz al Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas que cualquier otro país del sur de África y exportaba cientos de miles de toneladas a Zimbabwe. (New York Times 02/12/2007) ¿Cuáles son las características de las Medidas adoptadas por China y Brasil? El éxito en los casos de de China y Brasil son bastante diferentes. El éxito de China se debe a que han adoptado una visión a largo plazo del problema y una planificación cuidadosa, mientras que el de Brasil es una historia más corta y menos desarrollada. Ya a partir de varias décadas atrás, China ha adoptado una visión a largo plazo no sólo en la lucha contra el hambre, sino en la adopción de medidas únicas para apoyar la agricultura. En primer lugar, las reformas de la tierra: su énfasis en un sistema equitativo de distribución de la tierra. En segundo lugar, un compromiso firme de apoyo al agricultor a pequeña escala. Y, por último, el apoyo incondicional del gobierno en lo que hace referencia a semillas, maquinaria y herramientas, proporcionando infraestructuras. De todas estas medidas, la más sorprendente, y la que va en contra de lo que todos los demás países han mantenido como sabiduría convencional, es su decisión inicial de apoyar y respaldar al pequeño agricultor, en lugar de invertir fuertemente en la agricultura a escala industrial. Sorprendentemente, esto ha llevado a un gran éxito, debido a que China ha pasado de la grave escasez de alimentos a ser un importante exportador de alimentos en la actualidad. Brasil, por otro lado, ha tenido un éxito mas reciente en la lucha contra el hambre. Su éxito proviene de la voluntad política mostrada por el actual gobierno. Han demostrado un fuerte compromiso por convertir la lucha contra el hambre en una cuestión principal de Estado, y también por mejorar la eficiencia y la igualdad. Su primera medida básica ha sido la de dejar de exportar. Luego se han elaborado paquetes de políticas específicas para vencer las desigualdades: los programas de inversión directa para la ayuda a los pobres y necesitados, como los ancianos y los niños; establecimiento de cocinas comunitarias en las grandes zonas urbanas pobres; programas de compra de alimentos directamente de los pequeños agricultores para abastecer esas cocinas comunitarias, etc. También están tratando de dar apoyo al agricultor de pequeña escala, pero aún queda mucho por venir. Su firme compromiso y voluntad política han llevado a un éxito relativamente rápido para mejorar el problema del hambre.

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