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Botí­n y el porqué la banca necesita más deuda pública

La falta de honestidad, las verdades a medias o, porque no decirlo, la mentira continuada, se ha convertido en la moneda de uso común por parte de las autoridades políticas y económicas patrias. Lo último han sido las declaraciones del señor Botín: “es un momento fantástico, llega dinero de todas partes”. Si vamos a los últimos datos disponibles, publicados por Banco de España, las inversiones de cartera –acciones, bonos y obligaciones-, que son a las que se refiere el señor Botín, de enero a julio de 2013 han descendido en algo más de 15.000 millones de euros.

Entonces, por qué realiza esas aseveraciones. Desde mi modesto punto de vista, y, por lo tanto, es una opinión, por la situación de la banca española. Con el fin de recapitalizarse han adquirido en los últimos años una cartera de deuda pública soberana descomunal, de manera que si los mercados de deuda entran en una fase bajista y además aumenta la aversión al riesgo se retroalimentará de nuevo el circulo vicioso crisis bancaria-deuda pública. Pero el problema real es de carácter global, mucho más profundo todavía.

La deuda como nueva moneda reserva

Desde que se cedió al chantaje de los grandes lobbies bancarios, acabando con la Ley Glass-Steagall, la nueva moneda reserva mundial la emiten los mercados y los bancos privados: la deuda. Se trata de una moneda de reserva mundial que hace tiempo reemplazó al dólar. Los gobiernos y los bancos centrales pueden tratar de influir en la creación de la deuda, utilizando los tipos de interés, exigiendo más capital regulatorio,… Sin embargo, los mercados y bancos a su libre albedrio se ríen y sortean estas medidas, y si hace falta crean una crisis de deuda para obligar a los políticos reacios a hacer lo que «tienen que hacer».

Lo que nuestros políticos parecen reacios a entender es que en el momento actual ni la Reserva Federal ni el BCE, ni ninguna otra autoridad central, puede limitar la cantidad de deuda emitida en los mercados globales. Los bancos y los mercados emiten la deuda, no los gobiernos. Pero esa deuda hace que en períodos de incertidumbre el mercado exija que esté respaldada por moneda nacional. Y esto crea la presión sobre los bancos centrales para que compren los títulos de deuda soberana emitidos por los respectivos Tesoros para respaldar la deuda ya creada. Por lo tanto, una vez que se crea deuda privada, los bancos centrales y los Tesoros están bajo la presión de crear la deuda pública con que respaldarla.

Pero están atrapados en un dilema. Saben que no tienen el poder para decir a los mercados cuánta deuda es suficiente porque en realidad son los mercados y no los bancos centrales quienes deciden la cantidad de deuda que es buena para ellos. Aunque nominalmente los Bancos Centrales trabajan para el gobierno, la lógica que los controla se encuentra en los mercados y las palancas están en los bancos privados. Se imaginan ustedes qué pasaría si los bancos centrales fueron a confesar y decirle al gobierno y al público quien está realmente al frente de los mismos.

La emisión de deuda pública continuará debido a que el sistema económico actual, alimentado por la deuda, requiere de un crecimiento por encima de los tipos de interés que se están cobrando entre sí. En tiempos de auge económico, el crecimiento garantiza la sostenibilidad de esta parodia. En períodos de crisis como la actual el estímulo lo “debe” proporcionar la deuda pública. Así que la deuda pública crecerá y mucho más de lo que los patanes de la austeridad presuponen.

Por eso exigen desmantelar el Estado del Bienestar

Pero mientras crece la deuda pública, otras partes del sistema económico y sus amigos políticos se quejarán del tamaño de la misma. Así que seguirá habiendo una presión para detener una deuda «fuera de control». Pero la respuesta de los mercados y de la banca privada es muy clara: la deuda pública creada para respaldar deudas privadas será necesaria para crecer. Eso sí, la deuda pública para otras cosas, como el bienestar de los ciudadanos, se verá sometida a fuertes presiones por parte de estos grupos para que se recorte. Y es aquí donde nos encontramos de lleno con el drama actual.

Las sumas de dinero ahorradas vía «austeridad» son insuficientes para contentar a este monstruo, que no duden ustedes exigirá nuevos sacrificios y ahorros. Irán a degüello a por lo poco que queda del menguante Estado del Bienestar, exigirán que el Estado no financie ni la salud ni las pensiones. Entonces estas partidas que forman parte del pasivo del Estado como futuras deudas al privatizarlas se convierten en beneficios futuros en lugar de deudas futuras.

No importa que la gente no pueda ser capaz de pagarlos. La idea es seguir liberando deuda pública para bombearla al sector financiero privado. La deuda pública siempre es vista por el mundo financiero como un drenaje, una obligación. Por lo tanto vamos a asistir en los próximos años a un ataque total sobre todos los aspectos de la prestación del servicio público. ¡Paremos esta dinámica!

En definitiva, el Estado del bienestar está siendo desmantelado en beneficio de un Estado corporativo más grande y más represivo. De ello ya hemos hablado en distintos blogs, estamos inmersos en un Totalitarismo Invertido. Por eso, hoy más que nunca, es necesario una fuerte intervención del gobierno para proteger el individualismo y la propiedad privada contra el poder económico concentrado.

El gobierno tiene que asumir la responsabilidad final de la economía mediante el uso de sus poderes para equilibrar la oferta y la demanda. También tendría que exigir a los directivos de las grandes corporaciones que sus actuaciones sean de conformidad con normas de codificación de los derechos colectivos de los grupos de interés y las responsabilidades sociales más amplias de las empresas.

Hoy más que nunca es necesaria una fuerte supervisión pública de los mercados financieros y del sistema bancario, barriendo esa creencia de que éstos pueden autorregularse. Ojalá estemos en el comienzo de una época donde de nuevo la democracia pueda volver a gobernar a las grandes corporaciones. En caso contrario el dolor y la miseria se propagarán como una plaga.

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