La nueva "supercuenta" del Santander, el arma para imponer una mayor concentración financiera

Botí­n declara la guerra

«Nadie va a poder seguir el movimiento de Botí­n». Así­ se expresaba un experto financiero después de que el Santander anunciará una «supercuenta» con una remuneración del 4%, tres veces más de lo que ofrecen el resto de bancos y cajas. No era un nuevo producto más. Se trata de una declaración de guerra por parte de Botí­n, cuyo objetivo es comerse a sus rivales.

Y no es la rimera vez que sucede. En 1987, las supercuentas del Santander obligaron al resto de bancos a meterse en una guerra de captación de depósitos para la que no estaban preparados.Los rivales de Botín salieron debilitados del envite, y el Santander, que era el séptimo banco español, acabó comiéndose a los tres primeros de la jerarquía (Banesto, Central e Hispano).Hoy, Botín vuelve a sacar el fusil de las “supercuentas”, con el mismo objetivo: provocar un salto en la concentración bancaria.La agresiva apuesta de Botín llega en un momento donde sus rivales están en la cuerda floja. Las cajas, que ocupan la mitad del mercado financiero, no son capaces de digerir la deuda del ladrillo. Y el resto de bancos, incluido el BBVA, está cada vez más lejos del músculo financiero que exhibe el Santander.Botín ha declarado una guerra donde lleva las de ganar, y busca comerse el terreno que hoy ocupan sus rivales, no sólo las cajas, sino también los bancos medianos, o incluso el BBVA.Sabemos que toda crisis se salda inevitablemente con un nuevo salto en la concentración de capital, donde los más débiles perecen a manos de los más fuertes.Botín ha dado un puñetazo encima de la mesa, lanzando un desafío frontal al resto de sectores oligárquicos.Esta guerra abierta va a agudizar la división y el enfrentamiento en el seno de la oligarquía, por establecer quien gana y quien pierde. Lo que se va a trasladar inevitablemente al terreno político, incrementando el enfrentamiento y haciendo imposible cualquier tipo de pacto.Habrá que ver como reaccionan el resto de sectores oligárquicos al guante lanzado por Botín. Lo que está claro que que, como sucedió a finales de los ochenta, la “supercuenta” de Botín es la antesala de trascendentes movimientos en el seno de la oligarquía.

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