Literatura

Borges y Cortázar

Borges y Cortázar (del que el próximo dí­a 12 se cumplen los 25 años de su muerte) sólo se vieron dos veces. La primera, y esencial, aún no se conocí­an. Era el año 1946, Borges era el jefe de redacción de la revista Sur y Cortázar un neófito que querí­a publicar su primer cuento. La historia de ese encuentro la relata Borges en el prólogo que escribió para el volumen de su «Biblioteca personal» dedicado a los «Cuentos» de Cortázar que, por cierto, es el primer volumen de la colección, lo que evidencia el afecto y la consideración de Borges al talento narrativo de Cortázar.

“Hacia mil novecientos cuarenta y tantos –dice Borges–, yo era secretario de redacción de una revista literaria, más o menos secreta. Una tarde, una tarde como las otras, un muchacho muy alto, cuyos rasgos no uedo recobrar, me trajo un cuento manuscrito. Le dije que volviera a los diez días y que le daría mi parecer. Volvió a la semana. Le dije que su cuento me gustaba y que ya había sido entregado a la imprenta. Poco después, Julio Cortázar leyó en letras de molde “Casa tomada” con dos ilustraciones a lápiz de Norah Borges. Pasaron los años y me confió una noche, en París, que ésa había sido su primera publicación. Me honra haber sido su instrumento”.Ese segundo encuentro en París fue tan “casual” como el primero. Corría el año 1964, Julio Cortázar trabajaba como traductor para la Unesco y Borges, que había acudido a la capital francesa para pronunciar unas conferencias, estaba en el hall del edificio esperando a su anfitrión, el escritor Roger Caillois. El encuentro fue afectuoso. Cortázar agradeció a Borges lo que había significado la aceptación de aquel primer cuento, el primero que publicaba, y Borges demostró que no había olvidado ni mucho menos aquel momento y aquel cuento, ni las ilustraciones que para el mismo había hecho su hermana. “Casa tomada” es el primero de los relatos que figura en la antología hecha por Borges de los “Cuentos” de Cortázar.“El tema de aquel cuento –sigue diciendo Borges en el citado prólogo– es la ocupación gradual de una casa por una invisible presencia. En ulteriores piezas Julio Cortázar lo retomaría de un modo más indirecto y por ende más eficaz”. Y ya metiéndose en harina, en aguas de mayor calado, sobre la narrativa de Cortázar, Borges afirma: “Cuanto Dante Gabriel Rossetti leyó la novela “Cumbres borrascosas” le escribió a un amigo: “La acción transcurre en el infierno, pero los lugares, no sé por qué, tienen nombres ingleses”. Algo análogo pasa con la obra de Cortázar. Los personajes de la fábula son deliberadamente triviales. Los rige una rutina de casuales amores y de casuales discordias. Se mueven entre cosas triviales: marcas de cigarrillo, vidrieras, mostradores, whisky, farmacias, aeropuertos y andenes. Se resignan a los periódicos y a la radio. La topografía corresponde a Buenos Aires o a París y podemos creer al principio que se trata de meras crónicas. Poco a poco sentimos que no es así. Muy sutilmente el narrador nos ha atraído a su terrible mundo, en que la dicha es imposible. Es un mundo poroso, en el que se entretejen los seres; la conciencia de un hombre puede entrar en la de un animal o la de un animal en un hombre. También se juega con la materia de la que estamos hechos, el tiempo. En algunos relatos fluyen y se confunden dos series temporales.”Y concluye dejando una pincelada magistral sobre el peculiar estilo cortazariano: “El estilo no parece cuidado, pero cada palabra ha sido elegida. Nadie puede contar el argumento de un texto de Cortázar; cada texto consta de determinadas palabras en un determinado orden. Si tratamos de resumirlo verificamos que algo precioso se ha perdido”.Aunque en los años setenta y ochenta Borges y Cortázar mantuvieron posiciones ideológicas y políticas muy enfrentadas, jamás rompieron el hilo de su aprecio personal y literario. El lazo con que originariamente los había anudado el destino nunca se rompió.

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