El Observatorio

Bipartidismo y sondeos

Aunque PP y PSOE no van a librarse de sufrir un verdadero puntillazo en sus carnes en las elecciones del 7 de junio, parece, a la luz de los sondeos que todos los medios publican hoy, domingo 31 de mayo, que ese «castigo» va a limitarse a una abstención, que puede incluso llegar a ser superior al 50% del electorado. El desencanto y el rechazo van a ser, pues, enormes, pero, sin embargo, entre los dos van a volver a repartirse el botí­n de los votos (más del 80%) y de los escaños (el 90%), con lo que podrán seguir manteniendo el férreo dominio bipartidista que bloquea la situación polí­tica española.

Aunque hay levísimas variaciones en cuanto a las diferencias de intención de voto(unos dan dos untos a favor del PP, otras dan hasta 4), y en cuarto a la tendencia que manifiestan esas diferencias (para unos se están agrandando, para otros se están reduciendo durante la campaña), la práctica totalidad de las encuestas de los grandes medios de comunicación coinciden en tres datos básicos: habrá una gigantesca abstención, que incluso puede superar al 50% del electorado; PP y PSOE continuarán concentrando más del 80% del voto en el conjunto del país (superando o rozando cada uno de ellos el 40% de los votos); y entre ellos dos, volverán a repartirse prácticamente el 90% de los escaños en juego. De confirmarse en las urnas estos pronósticos, la abstención pondrá en evidencia el desencanto, el rechazo y hasta el hastío de millones de personas, pero dejará incólume el férreo sistema bipartidista español, que permite y facilita un dominio prácticamente omnímodo de la burguesía monopolista y, ante todo, de la oligarquía financiera, sobre todas las cuestiones esenciales de la vida del país.Aunque en sustancia esto es más o menos igual en toda Europa, sin embargo no es totalmente idéntico. De hecho, en algunos países europeos lo que se prevé son fuertes castigos electorales y políticos, no sólo a los partidos en el gobierno, sino también a sus "leales" oposiciones y, desde luego, fuera de España, en ningún país se espera que el sistema bipartidista local (sea cual sea) obtenga unos resultantes tan aplastantes como en España. Así, por ejemplo, en Gran Bretaña se espera un varapalo humillante para los laboristas del primer ministro, Gordon Brown (al que algunas encuestas le dan un misérrimo 16% de votos), y un triunfo relativo de los conservadores (a quienes se pronostica un 30-35% de los votos), pero como se puede ver, entre los dos partidos claves del "sistema" apenas si llegarán al 50% de los votos. En Francia, por poner otro ejemplo, la incapacidad de los socialistas para remontar el vuelo (las encuestas le dan como mucho un 20% de los votos), perrmitirá un nuevo tiunfo electoral del partido gubernamental -la UMP de Sarkozy-, a la que los sondeos dan un 26% de los votos: pero aquí, como en Inglaterra, los partidos básicos del bipartidismo francés ni siquiera llegan al 50% del voto. Cierto que eso no es lo que ocurre cuando se llega al momento decisivo de una elección presidencial, pero, por lo menos, en una ocasión en que se puede votar con mayor libertad, un alto porcentaje de los votantes expresa su rechazo activo al sistema cerrado del bipartidismo.¿Por qué eso no ocurre en España? Al menos hay tres elementos cruciales que lo impiden. Uno es el alto nivel de "cautividad" del voto, la enorme masa de millones de votantes que, por una u otra razón, vota a PP o a PSOE haga lo que haga o diga lo que diga. Otro ingrediente es la alta "polarización política" que hay en España y que, hace que funcione constantemente el voto util a favor de uno u otro partido para "vencer al rival". Aunque esta polarización es en gran medida artificial (PSOE y PP están de acuerdo en muchas más cosas de las que discrepan: por ejemplo, un estudio de los últimos cuatro años en el Parlamento europeo demuestra que PP y PSOE han votado lo mismo en el 70% de las cuestiones sometidas a votación), sin embargo la percepción de amplios sectores populares es que el antagonismo es casi total y que hay que vencer al rival como sea, aunque lo que diga al que se vota tampoco le gusta. Y, por último, está la endeblez de las "alternativas": los nacionalistas no pueden pescar más allá de sus feudos (y están en declive), IU es un barco abandonado y a la deriva,… Todo esto no puede sino llevarnos al convencimiento de la "imperiosa" necesidad de comenzar a levantar y fortalecer esas alternativas. Y de votarlas este 7 de junio.

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