Gira por los Balcanes del vicepresidente de EEUU

Biden ajusta los amarres de Belgrado

Después de visitar ayer Bosnia, el vicepresidente de EEUU, Joseph Biden ha recalado en Serbia. Es la primera visita de un alto mandatario norteamericano desde la visita del presidente Carter en 1980, y ocurre diez años del bombardeo de Belgrado por la administración Clinton. Pero ahora la relación es distinta, y a pesar del escollo de Kosovo, Biden ha avalado públicamente el ingreso de Serbia en la UE y en la OTAN. Boris Tadic, presidente serbio, halagó al norteamericano y señaló que la visita «puede abrir una nueva etapa en la polí­tica estadounidense hacia Serbia y los Balcanes occidentales» y que es una oportunidad para «establecer un nuevo nivel de comunicaciones» entre los dos paí­ses.

"He llegado con el mensaje de que Estados Unidos quiere rofundizar las relaciones con Serbia, con la región, y ayudar a Serbia para que llegue a ser un país fuerte, exitoso y democrático, miembro de la comunidad euroatlántica", dijo Biden a la prensa tras la reunión con el presidente serbio. El vicepresidente remarcó el “crucial papel” de Serbia para la estabilidad de la zona y el total respaldo norteamericano a la plena integración de Belgrado en la UE y en la OTAN.El escollo de Kosovo fue evidenciado para ser obviado. "EE.UU. no espera que Serbia reconozca a Kosovo. Esa no es una condición para la profundización de nuestras relaciones ni para el apoyo estadounidense a las integraciones europeas de Serbia", recalcó Biden. Kosovo, cuya independencia niega tajantemente Belgrado, encontró en Washington su gran valedor internacional. No sin razón su presidente, Hashim Thaci “el serpiente” -un despiadado genocida responsable de la muerte de decenas de miles de serbios- dirigió al Ejército de Liberación de Kosovo (UCK) armado y financiado por EEUU. Ahora el minúsculo país es un gigantesco portaaviones enclavado en el interior de los Balcanes, y su “independencia” resulta irrisoria al estar bajo jurisdicción militar de la OTAN, y tener incrustada la base militar de Camp Bondsteel, con 6000 soldados USA. El presidente serbio también prefirió mirar hacia otro lado, y tras reiterar que Belgrado “nunca reconocerá la independencia de Kosovo” y que su proclamación unilateral “viola el derecho internacional”, Tadic se centró en halagar a tan excelso invitado. "Pese a las diferentes posturas respecto a Kosovo, Serbia quiere las mejores relaciones posibles con EE.UU.. Hay muchos temas que nos unen, que vemos de igual manera y en los que podemos cooperar", dijo el mandatario serbio. "Es ante todo la integración de los Balcanes occidentales en la UE, así como la lucha contra el crimen internacional y el terrorismo", añadió. El interés del gobierno de Tadic en obtener el aval de Washington para integrarse en el club europeo y en la Alianza Atlántica parece exceder el ardor nacionalista por defender la pertenencia de Kosovo a Serbia. La endeble economía del país, sacudida duramente por la crisis, ha acentuado los rasgos de dependencia de las élites dominantes del país, y así lo pudo comprobar Biden al acudir a una cena con las principales personalidades empresariales y políticas del país. El vicepresidente se reunió además de con Tadic, con el jefe de gobierno, con el ministro de Defensa y con el de Exteriores. Biden conversó también con Tadic acerca del futuro de Bosnia, visitada en la víspera. Washington espera que Belgrado avale, o al menos no interfiera, en la creación de un Estado multiétnico en Bosni-Herzegovina, país que 14 años después de la guerra civil, sigue sometido a grandes tensiones entre musulmanes, serbios y croatas.Balance positivo para Biden, que calificó de “abiertas y constructivas” los contactos con Serbia. Hoy visita Kosovo, donde estará todo dicho antes de que el norteamericano pronuncie una palabra.

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