Berlusconi en su rutina racista y xenófoba toca el fondo.

Berlusconi contra la Italia multiétnica

Berlusconi sigue empecinado en hacer de los derechos humanos, sobre todo en lo referente a los inmigrantes, papel mojado en el presente de Italia y en el futuro Europeo. El control estricto de la inmigración siempre fue una de las aspiraciones de Berlusconi, cuyo gobierno promovió la ley Bossi-Fini, vigente en la actualidad. La norma fija una cuota anual para el ingreso de trabajadores extranjeros y estableció que éstos sólo pueden tramitar el permiso de residencia con contratos de empleo.

Según informo (con gran regocijo) el Ministerio del Interior, en los últimos cinco días Italia ha rechazado a más de 500 inmigrantes que viajaban a bordo de seis embarcaciones hacia las costas euroeas. El Ministro del Interior el ultraderechista y fascista Roberto Maroni con regodeo afirmo “lo que está ocurriendo en este momento con Libia "puede representar un punto de inflexión en contraste con la inmigración ilegal. Un logro histórico", “la inmigración ilegale se resolverá en el agua, las barcazas serán devueltas a Libia, desde donde salieron”.la línea de "rechazo" tomado unos días "continuará", porque es "eficaz" y "totalmente compatible con todos los reglamentos y los tratados internacionales". Incluso Silvio Berlusconi, defendió la elección: "No abrire las puertas a todos como hizo la izquierda”.Estos actos son deprorables, sin embargo actuan segun elPlan África, que Consiste en aumentar el número de agentes de información, aplicar medios navales y satélites a la vigilancia de las zonas de partida de los emigrantes en las costas africanas, así como firmar acuerdos de repatriación con los países emisores. “Que los africanos vengan a pedir socorro a los mismos que les roban demuestra su desesperación; que los que les roban reciban su demanda de socorro con balas y palos demuestra la irrevocable ignominia del capitalismo. Podemos hacer guerras lejanas, imponer programas de ajuste estructural, firmar en un despacho un acuerdo comercial y destruir diez países sin violar en apariencia ningún mandamiento. Pero si llaman a nuestra puerta unos hombres que tienen hambre y sed, entonces no nos queda más remedio que romperles la cabeza, dispararles y abandonarlos en el desierto. Se crea o no en Dios, esto es un pecado y un pecado tan vergonzoso, tan sucio, tan abyecto, tan despreciable, que no es raro que hagamos un esfuerzo tan grande por ocultarlo, olvidarlo o justificarlo. Zapatero ha mandado al ejército español a asesinar a un mendigo que extendía la mano, como hacen las bandas de neonazis con los que duermen entre cartones, y España aplaude o calla.” Santiago Alba Rico, Vendrá la realidad y nos encontrará dormidos.

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