SELECCIÓN DE PRENSA NACIONAL

Berlí­n y Parí­s auspician una aristocracia del euro

En el discurso expeditivo que lleva tiempo manejando el eje franco-alemán, y en el que ayer insistió de nuevo sin paños calientes, la idea central es que el camino hacia una mayor cohesión fiscal no tiene vuelta atrás, que el tiempo corre en contra y que la meta -salvar la moneda única- debe llevarse a cabo incluso sin el apoyo institucional de la UE y de los miembros de la eurozona, esto es, mediante acuerdos intergubernamentales. Ello supone una nueva desvalorización del papel institucional de los organismos comunitarios y abre la puerta a la configuración de una moneda única de dos velocidades, con un núcleo central integrado por aquellos Gobiernos capaces de meter en cintura sus cuentas públicas y una periferia formada por un grupo de alumnos díscolos y tozudamente reacios -por diferentes motivos- a doblegarse a una disciplina que incluirá la posibilidad de llevar de oficio a un país incumplidor ante el Tribunal de Justicia de la UE.

La advertencia de sacar adelante esta suerte de aristocracia del euro no va únicamente dirigida a los malos alumnos de la eurozona, sino también a un país como Reino Unido -contrario a abandonar su divisa- o a Estados con mayorías parlamentarias demasiado débiles para poder sacar adelante una reforma de la moneda única, es el caso de Finlandia o Eslovaquia.

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